El triángulo de Simeone

El Atlético de Madrid ha perdido consistencia en el centro del campo debido a un cambio de dibujo -y de jugadores- por parte del técnico argentino.

El triángulo de Simeone
Foto: Apo Caballero (VAVEL).
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Por Pablo Miranda
El ABC de Simeone recoge sistemas, jugadores y funciones primordiales e insustituibles. En la derrota ante Osasuna el pasado domingo (3-0), el técnico rojiblanco insistió en una idea que hasta el momento no le ha resultado ni eficaz ni satisfactoria: la de jugar solamente con dos centrocampistas puros. En El Sadar, el argentino optó por incluir en su once a Adrián, Diego Ribas, Villa y Diego Costa. De esta manera, sacrificaba a uno de los tres futbolistas que habitualmente ocupan la sala de máquinas, en este caso Koke. Pero el sacrificio no fue solamente de un jugador, también lo fue de la idea, del estilo, que tan buenos frutos ha dado a los colchoneros -y al propio Simeone- en esta nueva Edad de Oro. La alineación de Adrián, uno de los futbolistas que menos minutos ha disputado esta campaña, en detrimento de Koke, probablemente el jugador más constante, solidario y eficaz del equipo, define el escaso fondo de armario que poseen los colchoneros. 
 
Mario Suárez y Gabi formaron pareja en la medular. Por delante de ellos, Simeone dispuso a dos futbolistas poco familiarizados con las palabras “defensa” y “sacrificio”. Adrián y Diego, ambos de excelente técnica, reúnen cualidades distintas a las encontradas en el 80 por ciento de jugadores que componen la plantilla del Atlético de Madrid. No obstante, esas cualidades que los hacen tan diferentes contrastan negativamente con las líneas principales del pensamiento del Cholo: defender, intensidad, arriba-abajo y presión. Suárez y Gabi se vieron desbordados por el vendaval rojillo. Demasiado solos, pocas ayudas y ninguna intensidad. Resultado: 3-0 al descanso. 
 
Hace un par de semanas, el Atlético de Madrid disputó el encuentro de ida de las semifinales de la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu. Para el choque, Simeone decidió incluir en su alineación a Arda Turan, Diego Ribas, Diego Costa y Raúl García. Sólo Gabi y Koke operaban detrás de ellos. Los rojiblancos apenas tuvieron alguna opción. El Real Madrid ganó la batalla en el mediocampo y zanjó la eliminatoria (3-0). En El Sadar se produjo una situación idéntica a la acontecida en el derbi: solo dos centrocampistas puros: Mario Suárez y Gabi.
 
La estadística revela que si el Atlético de Madrid no juega con tres medios de entre Mario Suárez, Tiago, Koke y Gabi, sufre enormemente y torna en una escuadra débil. Este problema se ha evidenciado en algunos tramos de la presente temporada, especialmente desde comienzos de año. Frente al Sevilla, el pasado 19 de enero en el Calderón, Simeone situó sobre el césped a Gabi y Koke acompañados de Turan, Raúl García, Diego Costa y Villa. El Atlético de Madrid no pasó del empate (1-1). Hace un par de semanas, en Almería, acaeció una circunstancia similar: Gabi y Tiago formaron doble pivote; delante, Raúl García, Diego Ribas, Arda Turan y Diego Costa. Los andaluces borraron del mapa a los rojiblancos y vencieron con cierta comodidad (2-0), polémicas arbitrales a un lado. 
 
La llegada de Diego Ribas plantea una disyuntiva a Simeone. El técnico argentino deberá elegir entre introducir al brasileño en su once, y de esta manera excluir a un centrocampista “puro” y, probablemente, a un punta, o continuar empleando el sistema que le ha ofrecido mayores garantías. Esta opción relegaría a Diego a un segundo plano -como en San Siro, donde no disputó ni un minuto- y esclarecería una idea que ya recorre las mentes de la afición: el Atlético de Madrid no lo necesitaba con tanta premura como sugirió en más de una ocasión -en público y en privado- el propio Simeone.
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Sobre el autor
Pablo Miranda
Periodista con Master en Periodismo Deportivo. Trabajé en Radio Nacional. Me gusta el deporte en general, conocerlo, meterme en sus tripas para poder analizarlo de una forma más acertada. La objetividad, como la perfección, no existe, pero los periodistas debemos aproximarnos a ella, acariciarla. Sólo así nuestro trabajo tendrá sentido.