Hace apenas dos meses que el Atlético de Madrid, contra todo pronóstico, se alzó con el título de Liga en el Camp Nou y fue campeón de Europa durante 93 minutos de partido. El proyecto de Diego Pablo Simeone, cincelado con mimo, esfuerzo y una dosis doble de trabajo diario, echaba sus frutos en lo que es considerado el título de Liga más complicado de conseguir de las dos últimas décadas. Una victoria moral que hacía soñar con un Atlético de Madrid que no se resquebrajaría, cuyo sentido de pertenencia mantendría unido para seguir creciendo a la par tanto club como jugadores. Una quimera para una directiva que no tiene reparo en desprenderse de sus mejores piezas.

Sería inadmisible para un jugador de póker tirarse de la jugada si tienes la mejor mano de la masa. No para la secretaría técnica del Atlético de Madrid. Tardó un mes en dilapidar las esperanzas, sueños e ilusiones de la parroquia rojiblanca, que tocó el cielo en el Camp Nou con un cabezazo de Diego Godín. El porvenir era prometedor con un equipo campeón. Pero los cantos de sirena de José Mourinho desde Londres y la inoperancia de la directiva con las ofertas hizo que jugadores tan importantes en los éxitos como Diego Costa, Filipe Luis y Thibaut Courtois pusieran rumbo a la Premier League, amén de las ventas de Adrián, la cesión de Óliver Torres o las marchas de Diego Ribas y José Sosa.

Griezmann es la inyección de ilusión que tanto necesitaba el aficionado del Atlético de Madrid, castigado emocionalmente por las ventas de Filipe Luis y Diego Costa

El primer movimiento en el mercado de fichajes del Atlético de Madrid fue anunciar la contratación de Ángel Correa, un menudo volante argentino que destacó en los últimos meses en Argentina con la camiseta de San Lorenzo. La operación, en estos momentos, pende de un hilo y es que Correa fue operado por un tumor en el ventrículo izquierdo. Una estocada en un mercado de fichajes donde el Atlético de Madrid se reforzó en la portería con Oblak y Moyá, sustituyó a Filipe con Siqueira y cambió a Diego Costa por Mario Mandzukic, un ‘9’ de referencia, un delantero de área, que necesitaba de la presencia de un jugador por detrás suya que le suministrara de balones durante los noventa minutos de partido.

La secretaria técnica, en una jugada maestra, ha confirmado la contratación de Antoine Griezmann por el Atlético de Madrid. Las cifras, como ocurre siempre a orillas del Manzanares, no son oficiales, pero se especula que llegaría por 30-37 millones de euros. El conjunto rojiblanco se asegura los servicios de un habilidoso extremo, de un segundo punta dinámico, de un jugador que mejora año tras año hasta conseguir la temporada pasada su mejor cifra goleadora en un año (16 goles en poco más de 30 partidos).

Griezmann es la inyección de ilusión que tanto necesitaba el aficionado del Atlético de Madrid. Castigado emocionalmente por las ventas de Filipe Luis y Diego Costa, y con la marcha de Courtois, la grada recobra el activo emocional que había perdido durante el verano. Una operación que apuntala el once de Simeone, que diseña una línea de tres (junto a Koke y Arda Turan) por detrás de Mandzukic que promete hacer las delicias de la grada del Vicente Calderón. En apenas una hora, la afición colchonera ha conseguido en twitter elevar el hashtag #BienvenidoGriezmann hasta la tercera tendencia más comentada en España. De momento, el de Maçon ha conseguido lo más difícil hasta el momento: ganarse el cariño de la grada.