El Atlético de Madrid se proclama campeón del Trofeo Carranza por novena vez

El equipo rojiblanco, plagado de suplentes y canteranos -entre los que destacó Saúl-, se convierte en el equipo que más veces ha ganado el torneo. Debutaron Oblak y Raúl Jiménez, quien se retiró tocado del encuentro.

El Atlético de Madrid se proclama campeón del Trofeo Carranza por novena vez
Los jugadores del Atlético de Madridposan con el Trofeo Carranza tras la victoria ante la Sampdoria(Foto: Juan Ignacio Lechuga)
mariairun
Por María Irún

Irreconocible en la alineación pero no en el estilo. Ese es el resumen de la victoria del Atlético de Madrid sobre la Sampdoria, en la final del Trofeo Carranza. Una victoria que, por cierto, convierte al conjunto rojiblanco en el equipo que más veces ha conquistado este torneo de verano, algo que siempre añade algo de prestigio a cualquier institución.

Irreconocible, decíamos, porque Diego Pablo Simeone decidió dar descanso completo a los titulares, que vieron desde la grada cómo la cara B del Atlético también funciona. Tras unos primeros minutos de titubeos y de tiempo para encajar las piezas que no juegan unidas habitualmente, pronto el conjunto rojiblanco decidió hacerse con el control del partido, de la mano del canterano Saúl Ñíguez, quien parece haber vuelto para quedarse. Omnipresente, el centrocampista guiaba a su equipo tanto en ataque como en defensa. Su trabajo vino acompañado de una recompensa: en el minuto 31, recogía un balón que Héctor había enviado al larguero tras una gran maniobra y lo introducía en la portería de la Sampdoria. No fue esta la única perla del canterano, quien disparó dos veces más a portería, una de ellas con la puntera y rozando el larguero.

Verticalidad y firmeza

Tras el gol las cosas continuaron igual, pues. La verticalidad siguió siendo la tónica para el conjunto rojiblanco, con Héctor y Raúl Jiménez como puntas de lanza. El primero fue, junto a Saúl, una de las buenas noticias del primer tiempo, y sigue demostrando que el Cholo puede contar con él en cualquier momento. El segundo, quien debutaba junto a Oblak, demostró buenas maneras y su versatilidad: en el minuto 15 ya hizo esforzarse al gaurdameta Viviano con un remate de cabeza, y durante el partido disparó con potencia y protegió el balón por igual hasta su sustitución a mitad de la segunda parte con un calambre en el gemelo.

Junto a esta verticalidad en ataque, el Atlético de Madrid demostró la ya habitual firmeza en defensa, concediendo muy pocas ocasiones a la Sampdoria y a pesar de ser completamente inédita. El equipo italiano apenas intimidó al debutante Oblak en la primera parte, a excepción de dos faltas al borde del área que no supusieron mayor problema para el cancerbero esloveno.

Tranquilidad en la segunda parte

La segunda parte pareció no empezar hasta pasados veinte minutos. Fue entonces cuando un testarazo de Toby Alderweireld remató un córner. Hasta entonces las imprecisiones habían dominado el juego de los dos equipos, si bien fue la Sampdoria quien más peligro llevó a la portería contraria. El cabezazo del central belga se convirtió en el pistoletazo de salida para un nuevo arranque del conjunto de Simeone. Así, en el siguiente córner lanzado -como todos los del encuentro- por el canterano Carlos Ramos, el otro central Giménez aprovechó un rechace para hacer el 2-0 que llevaba la tranquilidad al joven equipo rojiblanco en el minuto 71.

Una tranquilidad que solo se vió alterada por pequeños arreones de la Sampdoria, especialmente en los últimos diez minutos. En el 84, precisamente, estrellaron un balón en el poste derecho de la portería de Oblak, con un disparo lejano. Ninguno de los tímidos intentos de los italianos sirvieron para variar el marcador.

La cara B del Atlético de Madrid cumplió. Irreconocible en la alineación, pero reconocible en el estilo, ese estilo que se caracteriza por el absoluto control de los partidos y la rapidez en las transiciones. A pesar de la juventud y de la alineación de los menos habituales,  el conjunto rojiblanco dió una buena imagen y consiguió alzar el trofeo más grande y pesado del verano por novena vez en su historia.