El Atlético de Madrid no pudo pasar del empate (2-2) ante el Celta de Vigo en el Vicente Calderón en la cuarta de Liga BBVA. Los jugadores de Simeone, de nuevo en la grada, tuvieron que remontar hasta en dos ocasiones tras los goles de Pablo Hernández y Nolito. Miranda y Godin, tan buenos como malos en la tarde del sábado se encargaron de marcar los tantos atléticos y de aportar su granito de arena en los goles visitantes. 

El Atlético de Madrid comenzó el partido acercándose a la portería de Sergio -buen portero y mejor perdedor de tiempo- gracias a Griezmann y Koke. El francés y el español fueron de lo mejor del conjunto colchonero en la primera parte. El canterano arrancó de forma sublime el choque llevando el ritmo del juego y el francés se encargó de crear el peligro que el delantero no fabricaba. Las primeras ocasiones fueron para los locales, Raúl Jimenez, que no termina de convencer a la grada y recuerda a ese Adrián del que se esperaba algo en cada partido, pero nada llegaba, tuvo en sus botas la oportunidad de adelantar a su equipo tras una gran jugada de Koke -con control de primer nivel incluido- y que el delantero mejicano mandó fuera. Un centro desde la banda derecha de Juanfran otorgó el protagonismo a Tiago, que a punto estuvo de marcar al rematar desde atrás el pase del lateral atlético. 

La defensa, protagonista en la primera parte

El dominio del Atlético se transformaba en ocasiones, pero el gol no llegaba. Recordaba a uno de esos tantos partidos en el Vicente Calderón que el Atlético atemorizaba a su rival con grandes ocasiones y el gol acababa llegando, pero no fue el caso. Llegó otro recuerdo, pero esta vez más parecido a una pesadilla. Un centro desde la banda izquierda hizo dudar a Moyá en su salida y Godin, más pendiente de la intervención de su portero que de cubrir al rival, permitió que Pablo Hernández marcase un gol de espuela tan bonito como afortunado. El Atlético solo concede cuando su solidez defensiva falla, en la Ribera del Manzanares o en Grecia. 

Malos minutos para el Atlético tras el gol visitante. Los locales concedieron más metros de los habituales a sus rivales y la posesión del Celta se incrementó con algún que otro acercamiento. La paciencia de los aficionados, algo menor que otros días después del batacazo de la Champions, se acababa, pero la solidez defensiva volvió, pero se intensificó en la portería rival. Los chicos de Simeone aprovecharon su mejor arma, la que siempre utilizan y la que tanto desespera a los rivales: el balón parado. Koke lanzó una falta desde el costado izquierdo que Miranda se encargó de rematar a portería. El empate llegaba y con él, el Atlético. El conjunto colchonero volvió al partido, Griezmann demostró que si tienes un Ferrari no puedes dejarlo en el garaje nunca y Godin, el bueno de Godin, volvió a marcar. De nuevo a balón parado, esta vez desde el córner y con Gabi como lanzador. El ‘Impenetrable’ volvió a serlo más que nunca y el Atlético se fue con ventaja en el marcador al descanso. 

Regreso dubitativo del Atlético

El final de la primera parte acabó con el Atlético remontando el partido y jugando sus mejores minutos comandados, principalmente, por la verticalidad de Griezmann y el peligro a balón parado de Gabi y Koke. Tras el descanso, todo cambió. Los celestes salieron mucho más metidos en el partido e incluso tuvieron la primera ocasión nada más salir del túnel de vestuarios con un disparo de Hugo Mallo que Moyá se encargó de detener. El Celta seguía dominando y fue entonces cuando Planas realizó un gran control en el área y Miranda no pudo hacer nada más que arrollarle. Todo lo que la defensa dio en el partido, se encargó de quitarlo de una forma o de otra. Nolito, que entró en el descanso, engañó al portero rojiblanco y puso las tablas en el marcador marcando desde los once metros.

El Vicente Calderón fue el Vicente Calderón. Cualquiera que haya estado en el estadio sabe de esto. No sería plato de buen gusto ser jugador del Celta tras el empate, eso seguro. El Vicente Calderón se encargó de devolver a su equipo lo que había perdido con un par de fallos defensivos y los jugadores se contagiaron. Gabi volvió a parecerse a ese capitán que corría, presionaba, robaba y era ovacionado, incluso Raúl Jimenez marcó gol de cabeza, pero fue anulado por fuera de juego. El Atlético apretaba y el Celta se agazapaba en busca de una contra que diese la vuelta al marcador. Los minutos pasaban y el árbitro se encargó de convertir el Vicente Calderón en un hervidero aún más caliente después de guardarse varias amarillas y un posible penalti a Godin en el área visitante. El árbitro y también Diego Pablo Simeone cuando introdujo en el campo a Raúl García por Griezmann, el Ferrari volvió al garaje cuando el Atlético más necesita lucir caballos.

Raúl Jimenez volvió a tener una ocasión clara para ganarse el cariño de la afición, pero Sergio le ganó el duelo y la parroquía rojiblanca acabó dedicándole más pitos que aplausos cuando Germán Burgos dio entrada a Alessio Cerci. El tiempo se le acababa al Atlético de Madrid para conseguir la victoria y salvo algún acercamiento peligroso de Koke, la defensa celtiña no sufría en exceso, al igual que Moyá era un espectador más del encuentro. No podía faltar el último arreón del conjunto local, Tiago estuvo cerca de batir a Sergio de cabeza tras un buen lanzamiento -para variar- de falta de Koke. El Atlético vivía en el area celeste y le sirvió para pedir algún que otro penalti que Martínez Munuera no pitó. Lo que si señaló fue un fuera de juego en el descuento cuando Raúl García se encargó de batir a Sergio dentro del área en el descuento. El partido no dio para más y finalizó con la consecuente pitada para el colegiado difuminada con el himno atlético. Los rojiblancos ni logran la victoria, ni consiguen olvidar la derrota en Champions ante el Olympiacos.