El Atlético de Madrid saltó esta noche al césped de Balaídos con nervios. Real Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla, en estricto orden clasificatorio, solventaron sus duelos de la jornada sin siquiera encajar goles, lo que obligaba a los colchoneros a lograr la victoria para seguir en la lucha por lo que tenga que ser: bien el título, bien defender al menos la tercera plaza. Eso pesó en las piernas de los rojiblancos quienes además, tras morder los 90 minutos el fin de semana pasado en el derby capitalino, no se adaptaron al nuevo plan dominical: esperar. 

Simeone, que como siempre piensa partido a partido, optó para la visita a tierras gallegas por retrasar líneas. Sabedor de que en defensa el Celta no se caracteriza por tener jugadores especialmente hábiles, su plan pasó por dejar transitar el balón por la zaga, para presionar y replegarse a partir de tres cuartos de campo. Evitaba así que circularan hacia delante los envíos de Krohn-Dehli o Radoja, y dejaba sin espacios a dos maestros del quiebro como Nolito y Orellana

Mucho lirili y poco lerele vigués

La primera parte de la estrategia dio sus frutos, pero no la segunda, que era machacar desde el contragolpe a una zaga lenta, especialmente por el costado diestro donde Sergi Gómez, habitual central, se asentó como lateral. Sin embargo, fue todo un desastre. Desde el primer minuto el trivote de Gabi, Tiago y Saúl fue un auténtico horror. Ni un pase con sentido encadenó ninguno de los tres encargados de crear fútbol y lanzar la salida, con lo que el Celta acaparó la posesión. Así, ni Torres ni Mandzukic pudieron hacer absolutamente nada: pocos envíos, y a cada cual peor. Tuvo más movilidad Griezmann, más centrocampista que delantero en la primera mitad, pero tampoco pudo brillar.

La fortuna para el Atlético fue que el juego sin balón, como siempre, salió a las mil maravillas. Así, el Celta tuvo la pelota y la movió con aparente buen criterio pero sin el menor peligro. Tal y como dijo ayer Víctor Fernández, podría aplicarse aquello de que los vigueses eran "mejores en el juego y peores en las áreas", pero no sería del todo cierto, ya que los del 'toto' Berizzo ni siquiera pisaron la rojiblanca. Juanfran secó a Nolito, Larrivey ni siquiera vio pasar a Miranda y a Godín, que se lo comieron, y el único que puso algo de intención fue Orellana. El menudo extremo fue el más peligroso de los suyos, emparejado con el débil defensor Siqueira, pero tampoco tuvo las ideas claras cuando desbordó al italo-brasileño.

Tal fue la inutilidad del Celta en ataque que se marchó al descanso sin ni siquiera disparar a portería, tarea que sí llevó a cabo, aunque solo de cara a la galería, el Atleti al culminar algo egoísta un contragolpe Mandzukic. Poco antes de ello, Simeone intentó revitalizar a los suyos metiendo a Mario por el erradísimo Tiago aprovechando problemas físicos del luso en el gemelo, si bien el cambio pareció más decisión táctica que otra cosa. 

Torres fuera y lío arbitral

Siguió buscando soluciones en el descanso el Cholo, y quitó a Torres por Cani. Vuelta al 4-4-2 más claro y Griezmann arriba. Pronto empezó a hacer daño el galo, pero cuando el Atleti parecía entonarse casi una hora de fútbol después llegó el desastre. Amenazó con un par de salidas y, en una de esas, Augusto cortó con la mano. Martínez Munuera, que no podía estar mejor colocado, dejó seguir inexplicablemente. Sesenta metros más allá, Nolito controló un balon ante la presión de Miranda y Mario Suárez llegó tarde y mal. Penalti tan grosero como estúpido y oportunidad para que el Celta tirase por primera vez a puerta. El propio futbolista gaditano lo hizo y mandó el balón raso a su derecha. A la misma se fue Moyá, así que trayectorias cruzadas y por ende gol en el primer disparo local entre los tres palos.

Martínez Munuera dio un 'show' en la segunda mitad e influyó en el marcador final

El gol fue un jarro de agua fría para los visitantes y espoleó aún más al Celta que encontró al fin el tino que no tenía ante la siempre férrea defensa colchonera. Se abrío el partido y se sucedieron las ocasiones: falló lo infallable Larrivey, pararon lo imparable primero Sergio a disparo de Griezmann y luego, con la cara y desde el suelo, Jony deteniendo un remate en boca de gol de Mandzukic. Y casi hace el gol de la Liga Nolito, en una vorágine de llegadas tras desaparecer el centro del campo de ambos lados. 

En pleno toma y daca, una muy buena jugada del Celta con cambio de lado bien planteado terminó con el balón en las botas de Orellana, que definió a la perfección. 2-0 y partido visto para sentencia ya no solo por el marcador sino por las sensaciones ante un Atleti poco habitual. Pero como los indios no se rinden, siguieron en busca al menos de un empate. Hubo opciones para acortar distancias, pero Martínez Munuera continuó con su vodevil. Tras no ver minutos antes la citada mano de Augusto, tiró de imaginación para inventarse una de Griezmann para luego volver a ignorar una acción favorable a los rojiblancos. Siqueira recibió en el área y, cuando se preparaba para fusilar, Fontás se lo llevó por delante con una entrada de roja. No hubo pero sí amarilla: a Simeone por protestar, porque ni siquiera se pitó el penalti.

De ahí al final, más desesperación que otra cosa. Con Mandzukic posiblemente lesionado, el Atleti perdió la fuerza y el Celta no solo aguantó con poso sino que casi hace el tercero: Moyá hizo la parada de la noche ya en la prolongación. De poco valió, pues finalmente los suyos perecieron en Balaídos y se alejan un poco de la Liga, si bien se pueden aferrar aún a un calendario más liviano en la segunda mitad que el de sus competidores. El Celta, por su parte, refrenda la mejoría de las últimas fechas, se encarama a la octava posición y recupera la comunión con la grada borrando, además, las dudas sobre Berizzo.