Diego Pablo Simeone se cubría la espalda días después de la derrota contra el Bayer Leverkusen en Champions League y una fecha previa al partido contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán. “Es normal que nos exijan. Nos hemos ganado que si perdemos un partido los críticas sean fuertes”, señaló el preparador en cuanto a la exigencia del equipo tras proclamarse la temporada pasada campeón de Liga y subcampeón de la competición europea. El mes de febrero para el Atlético, luego de dar un baño al Real Madrid en el Calderón, ha resultado catastrófico: dos derrotas, un empate y una única victoria (Almería).

Más allá de los últimos resultados, entendibles por la exigencia física y los estados de forma de los rivales, el Atlético de Madrid ha evidenciado notablemente durante este periodo de partidos un problema en la medular que no termina de resolver Simeone. Ha perdido la presencia  en el centro del campo y el ímpetu controlado de adelantar las líneas para ejercer una presión que atasque la salida de balón de su contrario. Como consecuencia, parece, la confianza del equipo en su idea es menor y no simula tener controlados los contextos de los encuentros.

Contra el Sevilla, al igual que en Vigo o Leverkusen, el Atleti evidenció una alarmante incapacidad para tener la pelota en los pies

Anda Simeone en las últimas semanadas dando vueltas a cómo solucionar la papeleta de mediocampo. Ha probado con todo tipo de variantes, con trivotes, con una línea de cuatro hombres y hasta con la recurrida pareja formada por Tiago y Gabi. Es, precisamente, el mal estado de estos dos futbolistas la que representa un quebradero de cabeza para Simeone. Los últimos encuentros han demostrado que ninguno de los dos pasa por un gran momento de forma y eso lo acusa el Atlético de Madrid, que como medida de solución retrasa metros y se sumerge con la línea defensiva.

El empate contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán es una prueba más de este síntoma que se ha repetido contra el Celta de Vigo y contra el Bayer Leverkusen. Contra los pupilos de Unai Emery se volvió a dar una pobre imagen, donde se careció de ambición durante más de una hora de partido. Se comprobó una alarmante incapacidad para tener la pelota en los pies, sin hablar de la carencia de ideas para jugarla cuando el Atlético tenía la posesión. El resultado fue un equipo que durante los primeros cuarenta y cinco minutos de partido apenas jugó por dentro y abusó del balón en largo hacia los costados. 

Regresó Koke

Sufrió el Atlético de Madrid en Nervión, como acostumbra en sus últimas salidas. Dio únicamente 179 pases en 90 minutos, por los 405 del Sevilla. De hecho, la combinación de pases más repetidas a lo largo del encuentro fue de Gabi a Juanfran Torres. O lo que en juego se traduce como pase hacia atrás para buscar un balón en largo por los costados. Un conformista Atlético se plantó en su campo y esperó las acometidas del Sevilla. 

No obstante, y a pesar del latido de los últimos partidos, Simeone guarda una buena noticia para tener esperanzas de cara al futuro. Con Saúl Ñíguez ya en Madrid y pendiente de una pronta recuperación, podrá contar para el domingo que viene con Koke en el once inicial. El vallecano volvió a disputar minutos tras la lesión que sufrió contra el Real Madrid. No cuajó su mejor partido y es que el guion exigía un juego diferente. El Atlético buscó la velocidad y los desmarques de Fernando Torres y volcó toda la dirección de su juego hacia la izquierda