Esta vez sí, Bélgica no decepcionó y encontró el camino de la victoria ante una pobre Irlanda. El conjunto belga había sufrido muchas críticas en los últimos días tras la derrota ante Italia, donde dio una pobre imagen y se empezó a señalar a su seleccionador como uno de los culpables. Con más presión añadida si cabe, Eire apenas opuso resistencia ante un conjunto, el belga, que ganó aprovechando espacios y al contragolpe.
Tras un once inicial bastante temeroso ante el equipo italiano en la primera jornada de la fase de grupos, Marc Wilmots apostó por dar más desequilibrio y velocidad en la zona de tres cuartos. Sentó a Nainggolan y metió de inicio tanto a Dembélé como a Carrasco. El extremo del Atlético de Madrid, que apenas jugó un cuarto de hora ante Italia, fue titular en esta ocasión y jugó 63 minutos, hasta que fue sustituido por Mertens.
El rojiblanco realizó un buen encuentro en la banda derecha de Bélgica, aportando movilidad, velocidad y desequilibrio. Tras una primera mitad donde los belgas no encontraron el gol (Carrasco anotó en fuera de juego), el centrocampista colchonero se movió a la izquierda y siguió creando peligro con espacios. Bélgica anotó el 1-0 gracias a Lukaku en un contragolpe y Carrasco, que sufrió varias entradas a un tobillo que ya llegaba renqueante a la Eurocopa, fue sustituido tras el 2-0, anotado por Witsel con problemas en dicho tobillo. Bélgica acabó sentenciando con el 3-0, anotado de nuevo por el propio Lukaku y encarrilando su pase a octavos de final. Le servirá un empate en la última jornada.