Real Betis, cualquiera tiempo pasado fue mejor

El conjunto heliopolitano firma su undécimo descenso a Segunda división en una noche donde el destino y la suerte ya estaba echada cuando el balón rodó una vez más por el Villamarín. La caótica planificación deportiva, agravada por los recalcitrantes lastres institucionales condenaron al Real Betis y a todo su activo a reflexionar por un periodo de tiempo aún no descifrado.

Real Betis, cualquiera tiempo pasado fue mejor
Los jugadores abatidos pierden la mirada. | Foto: JI Lechuga (Vavel)
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Por Manuel Pedrero

El titubeante latido verdiblanco se ahogó definitivamente una primaveral y oscura noche de abril. Las sombras del descenso acechaban las esquinas del obsoleto y arcaico Benito Villamarín desde hacía meses, pero el destino iba a sellar en la centenaria historia del Real Betis otra fecha para el luto. Miles de almas aglutinadas en el seno de la esperanza ven truncadas los sueños de pertenecer a una institución que atesora vivencias y hazañas recordadas en la nostalgia del tiempo. El fútbol de élite vuelve a alejarse, una vez más, de La Palmera, el día en el que las sensaciones se esfumaron a un recóndito rincón de la más absoluta inexistencia.

Atrás quedan los segundos de gloria almacenados en la memoria de un estadio, que un día vio rodar una pelota a ritmo de alegría. Evocar “cualquiera tiempo pasado”, como bien apostillaría Jorge Manrique, es sinónimo de sumergir la mente en el irreal mundo del ayer, ese territorio inalcanzable a las posibilidades humanas. Las constantes piedras y obstáculos inundaron la trayectoria del club heliopolitano en un año donde la ilusión desbordaría los planes de su amplia masa social. Un descenso, un retroceso, una caída abrupta.

La confirmación de la pérdida de categoría atisbaba la firma de un fracaso anunciado. El cúmulo de factores quiso desposeer al Real Betis de los galeones de majestuosidad que la vida del balón le tenía reservada.

26 de abril de 2014: el tiempo se detuvo por novena vez

La grandeza de un sentimiento otorga a su afición el privilegio de levantar la cabeza y lucir un escudo que brilló con luz propia por los mayores estadios de España y Europa, y es que el pintor neerlandés Vincent Van Gogh ya lo advertía en sus arrebatos de suspiros eternos: "Las pequeñas emociones son las grandes capitanas de nuestras vidas y las obedecemos sin saberlo". Sin conocerlo, cientos de miles de miradas bajas en el día de hoy confiaron su vida a trece barras de una filosofía alegre, cercana, humilde y cautivadora. La semilla verdiblanca está sembrada por los cinco continentes; una semilla que entrega el fruto marchito del trabajo mal confeccionado.

La nula planificación deportiva, los continuos vaivenes institucionales y una jerarquía invisible son algunos de los causantes de la terrible situación que envuelve al cuadro de La Palmera. Las tímidas intentonas de solución llegaron a destiempo y no consiguieron enderezar el rumbo perdido desde el cese de Pepe Mel.

Foto: Juan Ignacio Lechuga | Vavel

La triste realidad encuadra al Real Betis como el equipo de Primera que más veces ha bajado de categoría junto a Murcia y Málaga, curiosamente detonante del undécimo descenso bético. El siglo XXI acoge la tercera caída desde las alturas: el redondo año 2000, el fin de la era Lopera (2009), y el 2014, que será recordado como el ocaso más drástico jamás vivido. 22 solitarios puntos lucen en el casillero a falta de tres sorbos para emprender viaje hacia la Segunda división.

Casualmente el controvertido y aún máximo accionista del club, Manuel Ruiz de Lopera gana adeptos e invierte miradas que anteriormente azotaban su presencia. “Volverán, la vergüenza tiene mala memoria”, deslizaba Gabriel García Márquez en una de sus obras. Levantar las medidas cautelares se antoja prioridad para arrojar claridad a una rocambolesca y esperpéntica tesitura que ha condenado al ostracismo a una emblemática institución.

La pléyade de diletantes hundió los anhelos de camisetas verdiblancas que reposan y guardan bajo llave los viajes por la senda de la reminiscencia. Todo acabó, pero no para siempre. Cronos ya trabaja para devolverte a tu sitio, a ese lugar que nunca debiste perder. Serán días, semanas y meses sumergidos en el refugio de tu afición, esa que nunca te abandona y que siempre te acompaña a derramar lágrimas de alegría o tristeza.

Pepe Mel: "Tú no eliges al Betis, el Betis te elige a ti"

“Un sueño de la realidad se diferencia en el presente nada más; la cuerda floja del ayer se balancea inerte, no se deja ver”. El presente aterriza en el beticismo a golpe de orgullo, porque no importa si estás en Primera, en Segunda o Regional, el sentimiento que envuelve tu pasión no debe ni puede fallecer porque eres el termómetro de miles de corazones que cabalgan a tu paso.

Y no se puede terminar el escrito sin mencionar a otro autor que dejó impreso su marca en la longeva costura verdiblanca. No es otra figura que la de Pepe Mel, bético de corazón y amigo de las letras, el cual deslizaba en un folio abierto a la imaginación una frase que dispensa una sonrisa melancólica a una etapa mustia y anodina: “Tú no eliges al Betis, el Betis te elige a ti”.