En torno a las 18:00 horas daba comienzo el acto que acreditaba que algo atípico sucedía en el Estadio Benito Villamarín. Un jugador pasaba a la historia. Rubén Castro. El insular saltaba al terreno de juego con su habitual sonrisa tímida que encierra detrás el nerviosismo natural de quien es observado por una muchedumbre cariñosa.
Su nombre ya está esculpido en la memoria de una afición que guarda en sus retinas otros héroes como Domínguez, Poli Rincón, Rogelio o Alfonso Pérez Muñoz.
Sus compañeros le hicieron pasillo. Sin el apoyo del plantel su hazaña no se habría producido, como el propio delantero esgrimía ante los medios.
Toda la plantilla a excepción de los lesionados, asistió a pie de césped al emotivo acto.
La afición y los compañeros le procesaron una calurosa ovación de reconocimiento.
El jugador agradeció a los asistentes las muestras de cariño recibidas.
Rubén Castro, un jugador de leyenda.
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