Era un día especial y el Betis no podía fallar. Ante sí, la oportunidad de regresar a Primera División ante su afición, que llenó el Estadio Benito Villamarín para llevar en volandas a los suyos. Los protagonistas, los de siempre: Rubén Castro y Jorge Molina firmaron en ansiado ascenso poniendo el punto y final al paso por Segunda.
La afición recibió al equipo con bengalas y una gran ovación a su llegada. En el interior, tifo en las gradas y casi 50.000 personas que hacían rozar el lleno en el estadio.
Papelillos, globos verdiblancos, bufandas, banderas... todo valía para dar colorido. Previo al inicio, el himno cantado a capela por los congregados en Heliópolis. Se avecinaba un día grande.
José Bordalás alineó de inicio a: Javi Jiménez, Guichón, Djene, Verdés, David Rodríguez, Kiko Femenía, Sergio Mora, Bellvis, Fausto, Usero y Nagore.
Pepe Mel, por su parte, apostó por Adán, Bruno, Jordi Figueras, Piccini, Xavi TOrres, N'Diaye, Jorge Molina, Portillo, Rubén Castro, Varela y Dani Ceballos.
Contra todo pronóstico, el partido comenzó con un Alcorcón superior sobre el césped. Los amarillos dominaban el balón y el Betis se mostraba impreciso en ataque.
Aún así, Dani Ceballos pudo adelantar a los verdiblancos, pero Javi Jiménez impidió el gol con esta parada. Quien no perdona es Rubén Castro. El canario recibió un pase de Molina con campo por delante, se adentró en el área y superó al portero por encima para hacer el 1-0.
A partir de entonces, el equipo de Mel pareció cogerle el tirmo al partido. Se siguió acercando al área contraria mientras el Alcorcón no pedía la cara al encuentro, ya con un punto menos de fe.
Tras el paso por vestuarios, el partido terminó de encarrilarse a los cinco minutos. Dani Ceballos provocó un claro penalti y Rubén Castro hizo el gol desde los once metros para llevar en volandas a su equipo a Primera.
El partido murió con el segundo gol. El Betis, eufórico, buscaba un tercer tanto que redondeara el encuentro ante un Alcorcón cada vez más abatido.
Y este no tardó en llegar. Al contragolpe, Jorge Molina aprovechó el rechace del portero tras un disparo y rubricó la goleada, la victoria y el ascenso.
El partido murió bajo una inesperada tromba de agua y la festividad, bajo la lluvia, de los miles de béticos que habían acudido a Heliópolis. La afición acabó botando, cantando y haciendo la ola en la grada.
Tras el pitido final, se desató la locura y se celebró por todo lo alto el regreso del Betis a la máxima categoría del fútbol español.
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