2013 está siendo un año convulso para Iago Aspas. Los rumores de un posible traspaso en el mercado de invierno, la destitución del entrenador que lo llevó a ser quién es y el episodio de la agresión a Marchena en Riazor, con su consiguiente sanción le han llevado a bajar de forma notoria el gran nivel que exhibió en el primer tramo del campeonato. Este hecho ha repercutido muy negativamente en el rendimiento del equipo y ha propiciado numerosas críticas al delantero celeste.
En cualquier caso nadie duda de lo imprescindible que resulta el de Moaña en el Celta. Es de esos jugadores capaces de ganar puntos por sí mismos. De esos futbolistas capaces de desnivelar la balanza en cualquier momento para su equipo. Factor diferencial. Además de Javi Varas, el atacante morracense es el único miembro de la plantilla céltica que responde a este perfil.
Recuperar al mejor Aspas es clave para la permanencia
El pasado viernes en Balaídos, en el choque ante Athletic Club, Aspas no estaba teniendo una actuación especialmente brillante. Corría el minuto 83. Aspas porfía en una pugna con San José y se lleva la pelota favorecido por un rebote. Es entonces cuando, desde una posición muy escorada, se saca un zurdazo cruzado que entra pegado al palo izquierdo de Iraizoz. Cuando más lo necesitaba el Celta, saltó esa chispa de calidad que vale un punto muy importante y que mantiene al equipo vigués en la pelea por la permanencia. Genialidad. En un encuentro en el que un equipo fue claramente superior al otro, una individualidad equilibró las diferencias colectivas. Eso también es fútbol. Por eso Iago es insustituible para el cuadro gallego.
Además de las soluciones individuales que en cualquier momento puede aportar, el Agitador mejora al Celta es el aspecto colectivo. En ataque posicional siempre es una solución. Ideal para el juego asociativo, ya sea ofreciéndose viniendo al apoyo o generando espacios para su compañeros en desmarques de ruptura. Movilidad. Su presencia en el campo hace al cuadro celeste menos previsible. Aspas es capaz de aglutinar mucho juego a su alrededor y también muchas vigilancias de los rivales, lo que libera a sus compañeros.
Sin duda, Iago Aspas tiene dos caras. Una, la futbolística, es la que maravilló a todo el mundo en la primera vuelta. La de un jugador eléctrico, imaginativo, distinto. Otra, la que nadie quiere ver, la de un chico inestable, díscolo e inmaduro. Incapaz de mantener los pies en el suelo ante los halagos y los cantos de sirena de un traspaso. Capaz de cometer una acción infantil que deja a su equipo en inferioridad numérica en un partido clave y sin su mejor jugador cuatro encuentros más. Toda esa controversia ha pasado y el Aspas futbolista ha vuelto a aparecer. Cuatro partidos son los que restan. Cuatro tarjetas amarillas son las que acumula y las que pondrán a prueba su autocontrol. Su gol ante el Athletic puede ser el punto de inflexión que marque el final de su penitencia y le lleve a la redención en forma de permanencia de Real Club Celta en la máxima categoría del fútbol español.
Gol de Aspas contra el Athletic
Foto del cuerpo del artículo: Jorge Landín | Marca