Miedo escénico

¿Puede un equipo transformarse para mal cuando se enfrenta a su propio público?¿Puede caer en la precipitación, en las imprecisiones y pecar de falta de concentración?¿Puede incluso llegar a atenazarle el miedo? Con todas esas preguntas en la cabeza y la sensación de que la respuesta puede ser "sí", salió la preocupada afición del Estadio Municipal de Balaídos después de que el Celta perdiese con justicia contra el colista y tirase por la borda las buenas sensaciones de la semana anterior.

Miedo escénico
Nolito se lamenta durante el partido contra el Rayo, en el que el Celta sumó otra derrota. (Foto: Xoán Carlos Gil)
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Por Miguel Gallego

El Celta tiene un problema en casa. A estas alturas ya no es un secreto para nadie. El hecho de que se haya convertido en el único equipo que aún no sabe lo que es ganar ante su público ya es una prueba de peso, pero es que ahora, además, se ha metido en una dinámica en la que nada le sale como debería. Ni siquiera en el partido contra el colista, un equipo que busca el control del balón y el ataque. Un Rayo Vallecano que, sobre el papel, permitiría al Celta comportarse como mejor sabe, como lo hace lejos de Balaídos. Pero no fue así.

Once condicionado

Las cosas ya se torcieron a la hora de cerrar el equipo titular. Luis Enrique no pudo contar con Aurtenetxe ni Cabral, claves en una semana de éxitos, y devolvió al once a El Celta no consigue marcar en Balaídos, independientemente de los cromos o de su disposición en el campoCostas y a Toni. Los canteranos sufrieron en sus carnes los rigores de un partido complicado. El vigués acabó lesionado, y el coruñés abucheado por una afición que empieza a dar síntomas de nerviosismo.

Para colmo de males, el técnico no tuvo mucho margen de maniobra. El único cambio que pudo hacer libremente fue la entrada de Rafinha por Santi Mina, que fue su elegido para un once titular calcado al de Sevilla, con la única excepción de Cabral. Las otras dos sustituciones, Krohn-Dehli por Oubiña y Jonny por David Costas, fueron obligadas por problemas físicos, navegando ya contracorriente.

Versatilidad

Luis Enrique ha encontrado su once en las últimas semanas, condicionado por las lesiones. Pero también está demostrando que, en su búsqueda de soluciones, no va a encorsetar a sus futbolistas. Contra el Rayo volvió a utilizar a Augusto por el centro, donde está rindiendo a un buen nivel, y a Santi Mina en la banda derecha. Cuando sustituyó al canterano por Rafinha, el hispano-brasileño se pegó a la banda. Se dió la circunstancia de que Krohn-Dehli tuvo que sustituír a Oubiña, y también acabó el partido por el centro. Así que la medular terminó formada por los dos futbolistas que ocuparon las bandas durante gran parte de la temporada pasada.

Pero nada de esto tuvo un resultado palpable en el marcador. El Celta no consigue hacer un gol en Balaídos, independientemente de los cromos o de su disposición en el campo. De hecho, apenas fue capaz de crear un puñado de ocasiones de peligro, a pesar de que el Rayo pudo limitarse a esperar durante una buena parte del partido gracias al resultado favorable.

Facilidades defensivas

Los cambios obligados en la defensa devolvieron al equipo a los hombres que más minutos acumulan esta temporada, pero también reavivaron la sensación de debilidad Urge una reflexión para evitar que el problema se enquisteen acciones puntuales, especialmente a la hora de posicionarse sobre el campo. El Rayo es un equipo que se mueve con velocidad arriba, y los vigueses sufrieron los resultados. Dos envíos milimétricos al área y dos certeros remates sin oposición fueron suficientes para tumbar a un equipo al que le crecen los enanos a pasos agigantados.

Un equipo sin fe

 
El propio Borja Oubiña reconoció tras el encuentro que quien se adelantara en el marcador tenía muchas posibilidades de llevarse el gato al agua. Y lo decía el capitán de un equipo que ya acumula más de 500 minutos sin anotar un gol en su campo. No era de extrañar que la balanza se inclinase hacia el lado visitante, y que ello resultase una losa imposible de levantar para los olívicos.
 
Con el marcador en contra llegaron la precipitación, la falta de confianza, los errores en el centro del campo y en defensa... Llegó todo lo que no necesita un equipo que intenta conjurar un maleficio.
 
Es difícil convencerse de que la victoria es posible cuando nada funciona según lo planeado, pero es un ejercicio que el Celta debe acometer de manera urgente si no quiere que el problema se enquiste. Por delante tiene un parón liguero que le puede venir bien para reflexionar, y para librarse de este peculiar miedo escénico.