No resulta fácil concretar cuáles son las claves tácticas del Celta de Luis Enrique en lo que va de 2014. De hecho el técnico sorprende semana a semana con sus alineaciones, que en poco o nada modifican el patrón general. Tres pivotes diferentes, dos suplencias en los tres últimos choques para Oubiña y Álex López –teóricos pilares–, permanentes cambios de posición de Rafinha, Krohn-Dehli bailando entre la demarcación de mediocentro, interior y el banquillo, son algunas de las variantes que ha utilizado Lucho durante este tramo. Ninguno de estos movimientos parece haber desempeñado un papel fundamental en la importante cosecha de puntos del último mes. Si lo que está buscando es frescura o motivación solo el asturiano lo sabe. Lo cierto es que los últimos resultados, casualidad o no, le dan la razón.

Nombres destacados

Pero su libreto sí que deja claras algunas cosas. La banda izquierda, tan inestable durante la primera vuelta, ha encontrado una base increíblemente sólida en dos hombres que hace poco apenas contaban. No se puede entender esta mejoría en los resultados sin hablar de Jonny. Futbolista limitado en lo técnico como el que más pero con un físico que ya quisieran para sí muchos de los laterales de la Primera División, Jonny se ha convertido en un muro infranqueable para todo aquel que merodea su zona. Y no contento con eso cada día intenta desplegarse en ataque dentro de sus posibilidades. Su crecimiento le está llevando a convertirse en un verdadero titán, con una fiabilidad defensiva al nivel de la que ofrece Hugo Mallo semana tras semana.

Y qué decir de Orellana. Será por el mundial, porque se ha centrado o porque algún maestro ninja le habrá aconsejado. Pero su actitud no tiene nada que ver con la del Orellana “de toda la vida”. Esa intensidad a la hora de ayudar en defensa complementa su fútbol de ataque, que no suele ofrecer un desborde por sí mismo pero que genera permanentemente situaciones de peligro cerca del área rival cuando está enchufado, como es el caso. Ni siquiera en el año del ascenso su actitud se parecía a la actual. Extraordinario su nivel.

Muy evidente también la progresión de Rafinha. Qué difícil resulta defender sus diagonales. Con la pelota pegada al pie y con una permanente creatividad, el hijo de Mazinho cada vez acumula más méritos para volver al Barcelona. Todavía debe mejorar a la hora de buscar el disparo a puerta pero en Vigo ya se empiezan a recoger los frutos de las intensas negociaciones del pasado verano.

Firmeza

La actitud defensiva del bloque también parece haber cambiado, especialmente en la última línea. Curiosamente el incremento en la firmeza de la zaga viene impulsado desde los laterales hacia el centro y no al revés. Todavía queda la sensación de que cuesta demasiado despejar balones en zonas comprometidas –Fontás, Cabral– pero ya no se aprecian tantos despistes en la marca a pelota parada y lo cierto es que las oportunidades de gol de los contrarios han disminuido considerablemente. Y teniendo en cuenta el momento de forma de Yoel, 3-4 ocasiones para un rival durante 90 minutos pueden no resultar suficientes para batir a este Celta. En realidad Espanyol y Betis han sido los últimos equipos que se han beneficiado de los anteriormente habituales regalos defensivos.

Bellísima la estampa de un equipo extenuado que nunca dejó de creer en la victoria contra el cuarto clasificado

El modelo colectivo a seguir debe ser, obviamente, la primera parte frente al Athletic. Que cada uno ejecute una lectura correcta de la jugada permite recuperar el balón rápidamente y evita esfuerzos físicos adicionales que se acaban pagando. Pura concentración y que el futbolista se encuentre metido en el partido al 100%. Pero se entiende que fuera de casa este planteamiento resulte excesivamente exigente, por lo que el evitar pérdidas de balón en zona de riesgo se convierte en un aspecto clave. Tema vital porque permite en ocasiones conseguir triunfos como los de Granada o Villarreal sin necesidad de acumular excesivos méritos en ataque. Y evita derrotas que hacen mucho daño como la de Cornellá.

El equipo parece por fin haber aprendido a manejarse sin balón. Antes para ganar era imprescindible demostrar una gran superioridad sobre el rival y ni siquiera con esa premisa se conseguían los tres puntos en muchas ocasiones. Ahora el saber sufrir se ha incorporado al repertorio, de manera que se mantienen las opciones de puntuar en un choque equilibrado por una simple cuestión de actitud. La endeblez que mostraba el equipo cada vez que un rival se ponía serio y presionante solía acabar con un Celta que perdía todas las confrontaciones individuales y le llevaba a arrugarse más de la cuenta. Derrota segura.

También la mencionada mejoría a balón parado, si bien este apartado hay que ponerlo en cuarentena y esperar varias jornadas más para asegurarse de que no sea un espejismo. Athletic y Villarreal apenas inquietaron en ese sentido y, por el contrario, los tres puntos de El Madrigal volaron a Vigo gracias a la estrategia. Ni los más viejos del lugar recuerdan tal cosa.

A por todas y sin maquillaje

Pero hay dos aspectos en los que Luis Enrique no ofrece dudas. El primero es el de la ambición. La idea inicial de que solo valen los 3 puntos queda clara en sus ruedas de prensa y los futbolistas parecen haberse empapado de ella. Si al final no se gana que no sea por no haberlo dejado todo en el campo, como sucedió contra el Athletic. Emotiva la secuencia del minuto 93 contra los de Bilbao con Jonny doblando por su banda para colocar un centro que Mario Bermejo no llevó a las redes por muy poco. Bellísima la estampa de un equipo extenuado que nunca dejó de creer en la victoria contra el cuarto clasificado.

El otro apartado en el que Lucho convence es el de la sinceridad. En Villarreal y Granada no le costó absolutamente nada reconocer que su rival había merecido cuando menos el empate. Eso sí, contra el Athletic se jugó muy bien y se merecieron los tres puntos, de lo que dejó constancia ante los periodistas. No existen ni el resultadismo ni las excusas. Si el equipo conoce día a día su realidad sin maquillaje será más fácil progresar.

Y por supuesto, el subidón de adrenalina que conllevan las victorias. Cuando se gana un partido parece más sencillo ganar el siguiente. De ahí la importancia enorme de los triunfos contra Valencia y Betis, algo inesperado el primero y un tanto atropellado el segundo, pero triunfos al fin y al cabo. Sin ellos las probabilidades de vencer en las dos últimas salidas hubiesen disminuido considerablemente.

En la jornada 24 de la temporada pasada el Celta tocaba fondo con su derrota en Getafe. Paco Herrera era destituido y llegaba Abel Resino para afrontar una recta final dramática. Un año después la situación se puede contemplar con mucha más tranquilidad. El Celta se sitúa 8 puntos por encima de la zona de descenso y con una sensación de empaque y recursos que transmite optimismo. Llegar a los partidos frente al malherido Getafe y al rocoso Elche en esta privilegiada posición ofrece una oportunidad única de dejar la permanencia prácticamente zanjada. Un equipo maduro no la dejaría pasar de largo. Pero que en el mes de febrero se pueda hablar de prueba de madurez y no sea necesario recurrir al agónico “quedan 14 finales” no revela otra cosa que este es un nuevo Celta.

Fotos del cuerpo: Marta Grande, LFP// moiceleste.com