Aprendiendo a sufrir

Después de tres jornadas en las que el Celta se había puesto por delante, exhibiendo por momentos un nivel de juego espectacular, pero en las que había acabado recibiendo goles y perdiendo puntos, ha sido en una de las plazas más difíciles de la Liga, el estadio del campeón, donde ha borrado de un plumazo las dudas que podía arrojar el proyecto de Berizzo. Y no fue en un partido fácil, ya que incluso se sobrepuso a la remontada del Atlético. El empate final deja invicto al equipo vigués, lo lanza de cara al clásico, y aumenta el nivel de confianza de un grupo que parece no haber encontrado aún sus límites.

Aprendiendo a sufrir
El acierto de Sergio fue determinante para mantener el empate del Celta en el Calderón (Foto: Jaime del Campo / VAVEL).
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Por Miguel Gallego

Avisó Berizzo en la previa que el Celta se iba a presentar en la orilla del Manzanares sin complejos, fiel a su idea de juego, y dispuesto a llevarse la victoria. El feudo del campeón no suele ser el lugar más indicado para las bravuconadas, y solo hicieron falta unos minutos para comprobar que el Toto no iba de farol.

Sin Nolito

La misión no era sencilla, el Celta venía de dejarse dos puntos de la manera más cruel contra la Real Sociedad, y el faro que alumbra a este equipo carecía de ritmo tras haberse pasado la semana lesionado. Berizzo solucionó el problema de la ausencia de Nolito dándole galones a Pablo Hernández, su gran apuesta para esta temporada, y demostrando que, efectivamente, sí va a ser un jugador polivalente. Un mediapunta en un equipo que juega sin mediapunta, y que tendrá que adaptarse a otras posiciones.

El otro cambio en el once fue la entrada de Hugo Mallo por Jonny, desafortunado autor del autogol del empate de la Real. Un mensaje claro: en este Celta nadie puede dormirse, o perderá su puesto.

Una obra de arte

El partido del Manzanares será recordado durante mucho tiempo por el gol que abrió el marcador. Un remate inverosímil que se inventó Pablo Hernández para bajar un centro aparentemente sin peligro. Un taconazo que dejó boquiabierta a la grada del Calderón, y que demuestra que este equipo ha ganado olfato de gol, especialmente con la incorporación del internacional chileno y de Larrivey, y también que al Tucu, que se desenvolvió en el doble pivote en los dos partidos anteriores, será mejor tenerlo lo más cerca posible del área.

Al Tucu será mejor tenerlo lo más cerca posible del área

El gol premió a un Celta que, por otra parte, no había exhibido esos tramos de dominio absoluto sobre su rival (algo normal, teniendo en cuenta que el vigente campeón de Liga destaca por ser un equipo muy incómodo). De hecho, ni siquiera había tirado a portería. Las ocasiones las había tenido un Atlético que se encuentra como pez en el agua presionando y penalizando los errores del adversario saliendo con velocidad.

El balón parado

Claro que se encuentra aún más cómodo en la suerte que el año pasado le dio el título liguero: las jugadas a balón parado. Una disciplina en la que el Celta ha ido mejorando en los últimos años, pero que todavía aterroriza a sus aficionados. Y así, con una falta y un córner, el equipo local volteó el partido acallando los silbidos que empezaban a extenderse por el Calderón.

Fueron dos jugadas que desnudaron las carencias del equipo vigués en la marca y que, tal y como reconoció Berizzo a la conclusión, habrá que estudiar con detenimiento. Fueron quizá los únicos lunares de un equipo que, pese a no dominar como en otras ocasiones, compitió a buen nivel en la capital, y despejó algunas de las dudas que lo rodeaban.

El doctorado de Sergio

Una de ellas era el rendimiento en la portería tras la marcha de Yoel. Incluso se llegó a especular con el fichaje de un portero o con la vuelta de Javi Varas debido a la juventud de Rubén y a la falta de experiencia de Sergio. Tanto el de Catoira como Berizzo, que lo eligió como titular, siempre han mostrado una gran confianza.

Sergio sostuvo al equipo cuando el rival más apretaba

En el Calderón, el portero se la transmitió por fin a la afición con una de esas actuaciones que quedan para el recuerdo en los grandes escenarios. El Gato volvió a ser el Gato, realizó intervenciones de mucho mérito y sostuvo al equipo en algunos tramos del partido, especialmente cuando el rival más apretaba en busca de la victoria. Una gran actuación para echar algo de luz sobre la larga sombra de Yoel.

Y ahora, el Clásico

El Celta consiguió su tercer empate consecutivo, pero es un resultado muy diferente al de partidos anteriores por las sensaciones, por la capacidad de sufrimiento en un escenario exigente, por el nivel de aguante en los minutos finales, muy superior a lo visto previamente. Cierto que el equipo tuvo lagunas, como reconoció el propio Berizzo: no tuvo la profundidad de otras ocasiones, no hizo tanto daño al rival. Pero sacó un punto, que le  permite llegar invicto al derbi. Ni más ni menos.

En un derbi no hay favoritos. Pero jugar bien siempre ayuda, como quedó claro el 13 de agosto

Y la situación es muy similar a la de agosto, en vísperas del amistoso de Pasarón. Otra vez se presentan con rumbo de colisión un Deportivo con dudas, todavía sin engrasar totalmente, dañado por una goleada histórica contra el Real Madrid, y un Celta que sigue cotizando al alza. Un equipo que juega bien al fútbol, que marca con facilidad (promedia dos goles por partido, y eso no está nada mal), y que sigue invicto, algo que solo pueden decir otros cinco equipos, curiosamente los cinco que encabezan la tabla. Y un equipo que, por fin, parece que ha aprendido a sufrir.

Pero todo esto de nada sirve antes de un derbi. Ya se han preocupado de recordarlo desde las dos aceras. En un derbi no hay favoritos. Pero jugar bien siempre ayuda, como quedó claro aquel lejano 13 de agosto. O no tan lejano, según se mire.