La senda del éxito

La temporada ha entrado en ese tramo en el que se definen los objetivos, se confirman las tendencias, y los equipos empiezan a dividirse entre los que van a luchar por la Liga, los que van a pelear por Europa, y los que van a intentar eludir los puestos de descenso. Después de su primera derrota, el Celta de Berizzo quiere posicionarse entre los de arriba, intención que se vio plasmada en San Mamés, más allá de una primera media hora en la que fue superado y exhibió algunos de sus peores vicios. Los cambios valientes y, sobre todo, una nueva genialidad de los extremos de moda confirman la tendencia alcista del Celta y, al mismo tiempo, que el Athletic tendrá que seguir mirando hacia abajo.

La senda del éxito
El Celta demostró en San Mamés que quiere luchar por estar arriba (Foto: Ricardo Larreina / UGS Vision)
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Por Miguel Gallego

Dos semanas para rumiar el primer tropezón liguero, en el que el Celta no dio tan mala imagen como reflejó el marcador final, era un plazo más que suficiente para acometer la visita a San Mamés con la misma ilusión que está impregnando al celtismo en este inicio de campeonato. Consciente de que allí esperaba un león herido, pero con valentía, el equipo de Berizzo salió sin complejos, dispuesto a continuar donde lo había dejado.

El chaparrón

Las previsiones se vieron ampliamente desbordadas por el hambre de un Athletic que estaba ante una de sus últimas oportunidades de remontar el vuelo, antes de que el ambiente se vuelva irrespirable. Utilizando sabiamente sus armas, los de Valverde percutieron una y otra vez por la banda derecha, aprovechando su superioridad con Iraola, Susaeta y De Marcos, que arrancó como mediapunta. De esta forma llegaron sus mejores ocasiones, y también la jugada del gol, cuando los cerca de mil aficionados vigueses aún no habían tenido tiempo de hacerse el obligado selfie en tan imponente marco.

El Celta muestra un carácter competitivo a la altura de los mejores

Pero el Celta ha madurado de forma tremenda desde que volvió entre los grandes hace ya más de dos años. El paso de cuatro entrenadores y de innumerables sufrimientos y penurias ha ido curtiendo una plantilla que, con fichajes importantes, ahora muestra un carácter competitivo a la altura de los mejores. En Bilbao, el equipo adoptó el papel inverso al de las primeras jornadas, consciente de que la intensidad de los locales no iba a durar eternamente, y esperó con paciencia que llegara su momento.

La isla de Gualeguay

Cierto es que la tromba vasca pudo llevarse al Celta por delante. Lo evitó el de siempre. Sergio Álvarez completó otro partidazo, con intervenciones de muchísimo mérito, y solo superado desde el punto de penalti.

Larrivey va bien por arriba, pero no hace milagros

Sus compañeros cerraban líneas intentando que la cosa no fuera a mayores pero, castigados por las bandas, y con el centro del campo en serios apuros, acabaron abandonando a su suerte a Larrivey y buscándolo a base de pelotazos. Es un recurso que ya se ha visto antes, y que obtiene un escaso rendimiento. El argentino va bien por arriba y se pega con todos. Pero de ahí a pensar que pueda convertir envíos kilométricos en goles, o incluso en ocasiones, hay un trecho.

El virus FIFA

Cuando un equipo crece, y también lo hacen sus futbolistas, es inevitable que estos empiecen a ser llamados por sus selecciones. Es algo bueno, y así lo reconocen sus compañeros, que se quedan huérfanos en desérticas sesiones de entrenamiento durante los parones. Los beneficios de esta situación se reflejan en la proyección de los internacionales y en la imagen del equipo. Pero, con un calendario tan cargado, es normal que la situación pase factura. El Celta la acusó, sobre todo en el centro del campo: Madinda ni siquiera viajó a Bilbao, mientras Krohn-Dehli y Radoja ofrecieron un rendimiento sensiblemente inferior al acostumbrado. Esta batalla fue la que desequilibró la contienda a favor del Athletic, y obligó a los célticos a remar contracorriente.

Hay dos jugadores inmunes al virus FIFA: Nolito y Orellana

Pero hay dos jugadores inmunes al virus FIFA. Sus antídotos se llaman Jorge Sampaoli y Vicente del Bosque. El primero, seleccionador chileno, prescindió de Fabián Orellana para el doble compromiso contra Perú y Bolivia. Incomprensiblemente, se decantó por otro céltico, Pablo Hernández, que atraviesa un estado de forma evidentemente inferior al del Histórico, y que solo disputó unos cuantos minutos. El segundo, Vicente del Bosque, sigue sin apreciar el buen hacer de Nolito, elegido mejor jugador de la Liga en el mes de septiembre. Así que, mientras la selección española acumulaba ocasiones desperdiciadas a una velocidad de vértigo, Nolito se reservaba para el choque de San Mamés. Allí volvió a asociarse con Orellana. Es un vicio en el que están insistiendo demasiado, como ya se ha dicho en estas líneas. En ocasiones, fuerzan pases demasiado largos cuando hay alguna opción mejor. Claro que, cuando consiguen que una acción les salga bien, son imparables. La defensa del Athlétic puede dar fe de ello en el gol.

Valentía

El problema es que los partidos no se resuelven con una jugada bonita. Mientras Nolito y Orellana buscaban su ocasión de seguir brillando, Berizzo se salía del guión. Ese de los cambios encorsetados que lo ha caracterizado desde su llegada. En busca de soluciones, arriesgó sin pensárselo con su anunciada delantera formada por Larrivey y Charles, destinada a desatascar partidos.

La apuesta salió bien, el Celta empató y fue capaz de recomponerse después con la entrada de Borja Fernández para no perder lo conseguido. Incluso pudo llevarse los tres puntos, que habrían sido la confirmación oficial de que este equipo va a luchar en la zona noble. En cualquier caso el planteamiento, la ejecución, la capacidad de reacción y, por último, esa pizca de fortuna que siempre se necesita, invitan a pensar que así va a ser.