El mensaje desde el vestuario vigués no se ha alterado lo más mínimo desde el comienzo de la temporada, a pesar de la buena racha de resultados. En A Madroa seguía reinando la calma cuando el Celta sumaba puntos a velocidad de vértigo y firmaba registros históricos. Así que ahora, por lógica, tampoco debe cundir el desánimo. Eso no quita, sin embargo, que el equipo deba recapacitar tras lo sucedido en los tres últimos partidos. Así lo reconoció Eduardo Berizzo tras perder con el Eibar un partido en que sus hombres dominaron de manera abrumadora, pero en el que volvieron a desperdiciar ocasiones a ritmo de récord.

El gol de Larrivey

Fue una verdadera obra de arte, un taconazo mágico de Nolito que le catapultó a la selección española, y una definición eléctrica de Larrivey que lo consagró como goleador dentro y fuera de Balaídos. El gol que se traducía en una victoria histórica en el Camp Nou y que auguraba tiempos de bonanza en la ciudad olívica.

Sin embargo, lo que trajo ese gol durante todo el mes de noviembre fue la constatación de que el estado de gracia de los delanteros vigueses no podía durar eternamente. A pesar de seguir siendo decisivo, Nolito ya venía experimentando un pequeño bajón en los últimos partidos, lógico teniendo en cuenta su rendimiento en el inicio. El ansiado debut con la selección ante su público fue el punto culminante pero, desde entonces, al gaditano le falta esa chispa, tan necesaria cuando el equipo rival se encierra.

El estado de gracia de los delanteros vigueses no podía durar eternamente

Larrivey es un nueve, vive del gol y de sus rachas. Ahora le toca un período de sequía tras un inicio demoledor, en el que entró en la historia celeste. De la recuperación de su olfato dependerá en gran medida la propia recuperación del equipo en el capítulo de los resultados, teniendo en cuenta que el dominio se mantiene, y que es solo el porcentaje de acierto el que se ha reducido drásticamente.

Con este panorama es Fabián Orellana, enterrada definitivamente su leyenda de jugador indolente y poco comprometido, el que se está echando el equipo a la espalda. Contra el Eibar porfió por la banda derecha, lo intentó con todas sus fuerzas, y acabó desfondado. Precisamente se enfrenta a dos problemas que le impiden sacar al Celta del arroyo. Uno es su vuelta a la selección chilena, que lo carga de partidos, minutos y, en consecuencia, cansancio. Le costó la titularidad en Vallecas, y contra el equipo armero llegó incluso a cederle a Krohn-Dehli el lanzamiento de algún córner para coger algo de aire. El otro problema es que no ha llegado a tener ese estado de gracia de cara al gol que sí consiguieron Nolito y Larrivey. Orellana suma tres goles, que consiguió en las tres primeras jornadas de Liga. Desde aquel Celta-Real Sociedad no ha vuelto a ver puerta, y esto frena las aspiraciones celestes. Porque el principal problema del Celta a día de hoy tiene que ver con el gol.

Seguridad defensiva

Con el gol en la portería contraria, pero también en la propia. El Celta está teniendo muchos problemas para marcar, como quedó claro con los casi 30 remates, y más de una decena entre los tres palos, que convirtieron a Irureta en el héroe del partido contra el Eibar. Pero todo esto vino, sin duda, favorecido por el gol de Manu del Moral, un golpe a la línea de flotación viguesa a la media hora de juego, que provocó que el Celta tuviera que remar contra corriente el resto del encuentro, y le facilitó la tarea a los vascos.

El Celta había cimentado su mejora en los últimos tiempos en un aumento de las prestaciones defensivas, que llevaron a Sergio a una racha de 372 minutos sin encajar un gol. Su imbatibilidad saltó por los aires en Vallecas, en otro partido en el que los celestes perdieron tras desperdiciar un buen puñado de ocasiones. A Manu del Moral le bastaron dos, casi consecutivas, para deshacer el entramado defensivo celeste y sembrar la grada de Balaídos de dudas acerca de las posibilidades del equipo vigués en el campeonato. Dudas que se resolverán si, tal y como reconocía Berizzo en sala de prensa, el equipo analiza con calma los últimos traspiés y recupera la senda que había seguido en las primeras jornadas. La de la fortaleza defensiva y la efectividad en el remate.

Sensación de peligro

Tal es el atasco ofensivo del Celta, o al menos lo fue contra el Eibar, que por momentos parece que la posibilidad del gol es una quimera. Los ataques por banda mueren en estériles centros al área que no encuentran rematador. El rival no tiene ningún problema en ceder incontables corners, hasta 14 el equipo armero, sabedor de que el Celta no sabrá sacarles partido.

Urge mejorar a balón parado, auténtico talón de aquiles del equipo en ataque...

Cuando llega esta fase de los partidos, con prisas y en desventaja, es cuando se necesitan alternativas. Contra el Eibar, Eduardo Berizzo fue, una vez más, valiente. Llegó a prescindir incluso de uno de sus laterales, y a jugar con dos puntas, en busca del remate salvador. A pesar del buen rendimiento de Larrivey, Charles no ha dejado de ser añorado en Balaídos, y su entrada al campo siempre se celebra como un pequeño triunfo. Quien quizá se echó en falta, en un momento tan desesperado, fue el último gran argumento ofensivo que había en el banquillo: Santi Mina. En lugar del canterano, el técnico optó por un relevo en el lateral izquierdo, esperando alguna buena incorporación de Planas por una banda que no gozó con Nolito del protagonismo de partidos anteriores. El resultado no fue el esperado, y el Celta siguió estrellándose en el ordenado entramado defensivo de Garitano, sin que parecieran necesarias las constantes interrupciones del juego por parte de algún delantero visitante. Y es que, al margen del postrero remate a la escuadra de Krohn-Dehli, también negado de cara al gol, las ocasiones claras no fueron tan constantes como los estériles centros al área.

Moral y rachas

Así las cosas, el Celta acumula tres jornadas sin ganar y sin marcar contra rivales directos, pero la situación no es preocupante, porque la renta acumulada es lo suficientemente importante para que el equipo siga instalado en la zona noble de la tabla. Al igual que al inicio de la temporada, los partidos se siguen caracterizando por el dominio vigués, por la sensación de que el equipo siempre tiene opciones de ganar. Sin embargo, la falta de contundencia en las dos áreas vuelve a traer problemas, como ya sucedía en anteriores temporadas.

...pero también esperar que el fútbol le devuelva al Celta lo que derrocha en cada partido

Desde la tranquilidad que dan los 20 puntos acumulados, queda seguir trabajando, quizá en alguna alternativa al juego machacón por banda cuando el partido se atasca y, desde luego, en las acciones a balón parado, auténtico talón de aquiles del equipo en ataque. Pero también confiar en que el fútbol, deporte de rachas donde los haya, le devuelva al cuadro de Berizzo lo que derrocha en cada cita. Solo así volverá un Celta reconocido por todos como una de las revelaciones del inicio liguero.