Celta 2014: el refuerzo de una idea

Los celestes han vivido el año más plácido en lo deportivo en mucho tiempo. Una fantástica gran segunda vuelta de la temporada 2013/2014 del equipo de Luis Enrique y un excelente inicio de la 2014/2015 del de Berizzo, han mantenido al Celta lejos de los puestos de descenso y con la atención de muchas miradas atraídas por su juego. Solo un par de baches (en abril y en la actualidad desde noviembre) han frenado el ritmo de un Celta que ha cosechado buenos resultados gracias a al juego combinativo propuesto por el técnico asturiano y continuado por el argentino.

Celta 2014: el refuerzo de una idea
Fotomontaje: Jaime Del Campo / Adrián Simón (VAVEL.com)
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Por José Luis Rodríguez Sánchez | Borja Refojos

El Celta comenzaba el año con el más complicado de los retos. Conseguir puntuar en el Bernabéu se antojaba harto complicado, con el agravante de que una derrota podía situar al equipo en los puestos de descenso. Los Reyes Magos no trajeron sorpresas pese a que el equipo aguantó sin encajar hasta la segunda mitad. Un gol de Benzema y un doblete de Cristiano dejaban al Celta en la zona roja de la tabla, con apenas 16 puntos en 18 jornadas.

Finalizaba la primera vuelta con la visita del Valencia a Balaídos. No parecía el mejor rival para sumar pero los de Luis Enrique dieron en esta ocasión la de cal. Jonny Castro sentaba las bases para adueñarse de la banda izquierda mientras que Rafinha y Charles cuajaban un gran encuentro, remontando el gol inicial de Parejo. Los tres puntos se quedaban en Balaídos y el futuro se contemplaba con otros ojos.

El inicio de la segunda vuelta en Cornellá dejó un regusto profundamente amargo. Un gol de Sergio García tras una falta de entendimiento entre los zagueros celestes en el tiempo extra supuso una dolorosa derrota, que rápidamente iba a encontrar bálsamo. El Betis, colista, se llevó cuatro goles del coliseo vigués en un encuentro que sirvió para iniciar la racha que iba a alejar definitivamente al Celta de la zona peligrosa. Fabián Orellana, tras el ostracismo a que se vio condenado en la primera vuelta, comenzaba a mostrarse como un puntal básico para la escuadra de Luis Enrique mientras que Charles volvía a anotar.

El equipo vigués, reforzado en su moral, afrontaba un choque clave en Los Cármenes ante un rival directo. Allí, con un Rafinha estelar y un Augusto providencial en los últimos minutos, arrancó un triunfo básico para iniciar una escalada impensable hacía solo un par de semanas. La victoria tuvo continuidad en un magnífico partido ante el Athletic en Balaídos, en el que únicamente faltó el gol. Luis Enrique, con sus constantes novedades tácticas, volvía a probar con Krohn-Dehli por delante de la línea defensiva. Era el principio del fin para Borja Oubiña, quien con el paso de las semanas fue perdiendo protagonismo hasta ceder definitivamente su puesto al danés y a Andreu Fontàs. Precisamente el gerundense ocuparía la demarcación de mediocentro en la siguiente jornada contra el Villarreal en El Madrigal. Con un Yoel que salvó al equipo en varias ocasiones, el Celta aprovechó los últimos minutos para marcar dos tantos que suponían tres puntos de oro. Nolito anotaba de libre directo y tomaba impulso para la recta final, en la que disfrutaría de un papel destacado. También Santi Mina aprovechó su oportunidad cuajando un buen partido, pese a no marcar. Pero de aquel partido, lo que permanece en la memoria con mayor intensidad fue el lanzamiento de una bomba de gas lacrimógeno que obligó a desalojar el estadio con diez minutos por disputarse todavía.

Luis Enrique dio con la tecla

El ascenso del equipo parecía imparable aunque la racha se iba a romper. Frente al Getafe en Balaídos se debió ganar, pero no bastó ni la fluidez que aportó Krohn-Dehli desde la zona de pivote, ni el gran estado de forma de Rafinha y Orellana. Los madrileños se llevaban un empate que en Vigo supo a poco. Llegaba acto seguido la visita a Elche, donde el Celta se conformó con controlar un encuentro que se le escapaba en los minutos finales. La ubicación de Rafinha como falso nueve durante la primera mitad y los cuatro minutos que disputó Welliton con la camiseta celeste constituyeron las noticias más destacables del encuentro.

Comenzaba marzo con la visita del Atlético de Madrid. El entonces futuro campeón de liga disputó un encuentro muy en su línea, con disciplina espartana y esperando detectar alguna deficiencia en la zaga rival. Lucho fue valiente y ordenó una presión avanzada que salió bien hasta la jugada clave del partido, en la que Jonny cometió un error, al ceder un balón a destiempo y habilitar a David Villa, quien anotaba el gol que rompía el partido. A partir de ese momento el Celta no tuvo respuesta, completando su tercera jornada consecutiva sin ganar. Pero la sangre no llegó al río y los puntos perdidos frente al Atlético se compensaban en la jornada siguiente, en el Ciutat de Valencia. Allí Luis Enrique sorprendía con Levy Madinda en el once inicial para llevarse un partido en el que brillaron especialmente Augusto Fernández y Gustavo Cabral. El zaguero, tras las numerosas críticas recibidas en los meses anteriores, comenzaba a consolidarse y a mostrarse verdaderamente firme, llegando a convertirse en uno de los puntales del Celta de Luis Enrique. Augusto, por su parte, continuaba con su gran temporada, asistiendo en esta ocasión a Nolito para que marcase el único gol de un encuentro que se caracterizó por un ritmo frenético.

Bajón y nerviosismo

Llegarían a partir de aquí una serie de partidos en los que volvieron a aflorar las dudas. La visita del Málaga se afrontaba prácticamente como el choque en el que se podía finiquitar la permanencia. Nada más lejos de la realidad, en un pésimo partido de los de azul celeste los puntos volaron de Balaídos. Un fiasco que precedió a la lógica derrota en el Camp Nou por 3-0. Allí el técnico asturiano optó por iniciar el partido con una línea de cinco hombres atrás, incrustando a Jonny como central izquierdo. No funcionó y el encuentro se perdió sin paliativos. Tocaba entonces enfrentar al Sevilla, choque muy equilibrado en el que lo más justo hubiese sido un empate. Un penalti muy discutido a pocos minutos del final brindó una ocasión de oro a Nolito para rescatar los tres puntos. El gaditano no falló y aseguró una victoria fundamental para encarar el tramo final de la temporada.

Foto: Tomás Rodríguez | VAVEL.

Abril se iniciaba con la visita a Vallecas, en donde el Rayo pasó por encima del Celta. Un mal día de Yoel bastó para otorgar una ventaja a los locales, quienes ya no permitirían la reacción céltica. El equipo no se encontró cómodo en ningún momento y la pizarra de Lucho no funcionó en esta ocasión como resorte. El 3-0 final lo dice todo. Tocaba entonces encarar a la Real Sociedad, partido en el que el Celta supo luchar contra los elementos. La Real se adelantó en dos ocasiones y los locales se quedaron con un hombre menos. Pese a ello los de Lucho se pusieron el mono de trabajo y consiguieron rescatar un punto gracias al acierto de Santi Mina, quien logró el que hasta la fecha se puede considerar su gol más importante con la elástica del primer equipo.

Tocata y fuga

Llegaba la hora de la verdad, con tres enfrentamientos consecutivos contra claros candidatos al descenso. Era el momento de escapar definitivamente de la quema o de complicarse la vida y aguardar un final agónico como el de 2013. Afortunadamente el equipo ofreció su mejor versión en el momento decisivo derrotando con autoridad a Almería, Valladolid y Osasuna. En el estadio de los Juegos del Mediterráneo, Nolito y Orellana liquidaron a los andaluces. Levy Madinda volvió a revelarse como una pieza muy útil para cerrar el partido en la segunda mitad y ganar con holgura. Un triunfo al que se dio continuidad la semana siguiente en Balaídos goleando a un descompuesto Valladolid. Nuevamente el trío Orellana-Nolito-Madinda se agigantó en el terreno de juego certificando con comodidad la permanencia a tres jornadas del final. Una permanencia que se celebró en Pamplona con una nueva victoria que sirvió para que Nolito engordase sus estadísticas goleadoras. La segunda vuelta del gaditano se mereció un sobresaliente. Por su parte Lucho aprovechó para dar minutos a Sergio Álvarez bajo palos y dar entrada durante unos minutos al canterano David Goldar, quien por fin debutó con el primer equipo en la máxima categoría.

El tramo final de Liga fue sobresaliente

El fin de fiesta en Balaídos llegaba de la mejor manera posible, con una victoria sobre el Real Madrid. Los blancos se despedían del título liguero en Balaídos ante un rival enchufado y que ganó con solvencia. Sergio Álvarez dejó ver las cualidades que este año viene mostrando con asiduidad, mientras que Charles vivió su gran día, batiendo por dos veces la portería merengue. El punto final a la temporada se ponía en Mestalla, en un encuentro sin tensión en el que el Valencia remontó el gol inicial de Íñigo López para terminar ganando por 2-1. Fue el último partido bajo el mando del técnico asturiano, quien emprendía viaje rumbo a la Ciudad Condal para dirigir al Barcelona.

Nuevo timonel, nuevas esperanzas

La controvertida salida de Luis Enrique quedó atrás y el club se puso manos a la obra para encontrar un sustituto: el elegido fue Eduardo Berizzo. Conocedor de la casa, pujante y con una propuesta similar a la del asturiano sobre el papel. Su fichaje generó una gran ilusión y más después de las primeras ruedas de prensa en las que demostró una conexión con el aficionado a años luz de su predecesor.

Pero a un entrenador no se le mide por su carisma o por lo que es capaz de transmitir en la sala de prensa. Al menos no solo por eso. El proyecto de Berizzo empezó a caminar antes que cualquier equipo de Primera. El 8 de agosto fue el primer día de cole para la plantilla celeste, conformada por el grueso del bloque del curso anterior y con un puñado de fichajes prometedores. Planas, Sergi Gómez, Pablo Hernández y Joaquín Larrivey fueron las caras nuevas de un equipo que tenía a Rafinha como baja más destacada y que perdió a Yoel y a Jota en el transcurso de la pretemporada. Nemanja Radoja llegó casi sobre la bocina para completar un plantel muy competitivo.

Inicio fulgurante

El equipo de Berizzo presionaba todavía más que el de Luis Enrique

Las sensaciones de la pretemporada fueron extraordinarias. Inmejorables. Un Celta que presionaba todavía más que el de Luis Enrique, que jugaba a un ritmo mayor que el de Luis Enrique y que tenía las ideas mucho más claras de lo que las tuvo el asturiano en su arranque. Si bien es cierto que Berizzo se aprovechó mucho del trabajo del asturiano, su Celta dejaba entrever sus propias directrices. Tras una gira inglesa imbatidos y una victoria ante el Deportivo en el derbi amistoso de Pasarón, la competición oficial empezaba para el Toto y los suyos.

Y a pesar de la fantástica etapa de preparación, siempre hay dudas cuando empieza a haber puntos en juego. El Getafe fue el rival del Celta en el estreno liguero en Balaídos y pronto se vio que la competición seguía el mismo guion que la pretemporada. Un equipo dominador, protagonista y muy superior se presentó en sociedad ante su público y barrió al equipo azulón. Un 3-1 inapelable con goles de la terna atacante, absoluta protagonista en el inicio de curso celeste.

Las brillantes sensaciones ofrecidas en el debut continuaron una semana después. Bajo un sol de justicia, el Celta avasalló al Córdoba en su campo, generando infinidad de ocasiones, jugando a toda velocidad, bordando el fútbol. Pero ese partido dejó ver el único problema del equipo celeste en el inicio del campeonato: los bajones finales. Orellana abrió el marcador, pero el equipo perdió empaque y el Córdoba empató un choque en el que fue tremendamente inferior. Los celestes repitieron modus operandi a la semana siguiente: dominio abrumador durante la primera hora ante la Real Sociedad que se saldó con un claro 2-0. Sin embargo, los de Berizzo volvieron a caerse en el tramo final y los vascos consiguieron empatar.

Oficio de nuevo cuño

Se habían disputado cuatro partidos y el Celta maravillaba por su propuesta futbolística, aunque no tanto por su empaque físico. Imbatidos, los de Berizzo se presentaron en el Calderón, donde ofrecieron nuevamente, una gran imagen. En un guion distinto al habitual, los celestes se vieron atosigados por el campeón de Liga en muchas fases del partido. No obstante, una obra de arte de Pablo Hernández y un penalti de Nolito, les dieron un punto que cualquiera habría firmado antes del encuentro. No solo eso. El Celta exhibió una solvencia defensiva y una seguridad que llevaban muchos años sin asociarse al celeste. Una grandiosa actuación de Sergio Álvarez hizo el resto.

El Celta ha exhibido una solvencia que llevaba muchos años sin asociarse al celeste

Esa madurez volvió a exhibirla el Celta en su siguiente salida. En el Martínez Valero, el equipo de Berizzo no terminó de sentirse cómodo. El Elche incomodó mucho su juego, con constantes interrupciones en forma de faltas tácticas. Pero el paso de los minutos hizo mella en los locales y, si bien contra Córdoba y Real Sociedad los celestes fueron de más a menos, en la ciudad de las palmeras fueron a la inversa. El paso del partido mostró a un cuadro vigués cada vez más superior, pero el gol no terminaba de llegar. El desequilibrio no llegaba por lo colectivo, así que tuvo que hacerlo por lo individual: Krohn-Dehli se sacó de la chistera un pase fabuloso para dejar solo a Nolito ante el portero ilicitano, al que batió a placer. Era el último suspiro y tres puntos para el Celta más competitivo.

Despegue

Se suele decir que el Celta tiene dos objetivos en una temporada: el propio que se le pida a la plantilla (oficialmente la permanencia) y quedar por encima del Deportivo en la tabla, así como ganarle los dos partidos. Hasta el momento, los de Berizzo están cumpliendo. Y es que, a pesar de que o noso derbi se celebró un martes a las 22:00, Balaídos registró un lleno a reventar para recibir al eterno rival.

Los locales partían como claros favoritos y así lo atestiguaron cuando, a los pocos minutos de empezar, Nolito inauguraba el marcador. Pero un derbi siempre es un derbi y a pesar de la enorme diferencia entre ambos equipos, los celestes no terminaron de matar el encuentro. En una de las pocas aproximaciones del Dépor a la portería de Sergio, Cuenca empató el choque. Fue entonces cuando los vigueses tiraron de casta y se llevaron el partido gracias a un gol de cabeza de Larrivey, que remató con todo a la salida de un córner. Hasta hoy sigue siendo el único gol a balón parado del Celta en lo que va de temporada. La fe mueve montañas.Así lo debió sentir Sergio, cuando detuvo un penalti a Medunjanin en el último suspiro, para meter los tres puntos en el saco.

La victoria contra el Deportivo fue refrendada en Elche, solo dos días después, con lo que el Celta completó siete puntos en tres partidos en seis días. Grandes números. Pero la semana siguiente tenía guardado el primer tropiezo: fue el Villarreal en Balaídos el que derrotó a los de Berizzo por primera vez en el curso. Paradójicamente, los vigueses jugaron un partidazo, pero fueron penalizados por dos errores defensivos consecutivos que se convirtieron en sendos goles.

La derrota contra los amarillos no minó la moral de un Celta seguro de lo que hacía. Su siguiente salida, a uno de los campos más complicados de Primera, volvió a saldarse con un registro positivo. Los celestes tiraron de oficio nuevamente para sobreponerse al gol inicial de Aduriz que dio alas a un San Mamés ávido de victorias. Los gallegos aguantaron el arreón del Athletic y se aprovecharon de su bajón físico para empatar el partido con un golazo de Nolito.

Reforzados por la dinámica positiva en la que estaban inmersos, los hombres de Berizzo barrieron a un Levante inofensivo en Balaídos (3-0), con un doblete de Larrivey que prolongaba su idilio con el Municipal.

El Celta ganó en el Camp Nou 73 años después

Esa victoria solo fue el preludio de lo que estaba por llegar: la gran machada. El Celta derrotó al FC Barcelona en el Camp Nou 73 años después. Un partido perfecto en el plano defensivo, con una presión intensa e inteligente y con un Nolito fabricando magia para que Larrivey enchufase de nuevo. El Celta estaba en una nube, todo parecía un sueño. Y así lo fue, porque el destino iba a despertar de golpe a los de Berizzo.

En barrena

El partido del Camp Nou fue el punto de inflexión. Se acostumbra a decir que cuando tocas fondo, solo te queda subir. Parece que el Celta está viviendo el camino inverso: tocó techo y ahora solo es capaz de bajar. Desde la victoria de Barcelona han pasado seis jornadas, en las cuales los celestes no han ganado ni han marcado; solo han sumado un punto más. Un punto que llegó a la jornada siguiente, fruto de un empate a cero contra el Granada en Balaídos. Se notó un Celta más espeso, más lento. En su momento solo parecía una anécdota.

A partir de ahí comenzó la debacle de resultados —no tanto de juego— en la que el equipo vigués continúa inmerso en la actualidad. Una derrota en Vallecas dio paso a otra en casa contra el Eibar. El Celta chutó 17 veces a portería, pero fueron los vascos los que se llevaron los tres puntos, gracias a un solitario gol de Manu Del Moral. La siguiente salida, al Bernabéu, tuvo historia hasta que Cristiano Ronaldo simuló un penalti que Undiano Mallenco decidió señalar. A partir de ahí, el Madrid y el portugués pasaron por encima de un Celta desquiciado que acabó perdiendo 3-0.

Las alarmas habían saltado. Más teniendo en cuenta que antes de ir al Bernabéu, los pupilos de Berizzo cayeron 2-1 en Las Palmas, en el partido de ida de la primera ronda de la Copa. La preocupación era evidente y el encuentro de La Rosaleda contra el Málaga era clave para mantener las aspiraciones europeas. De nuevo se vio un buen Celta en los primeros minutos que fue penalizado por un gol del rival. A partir de ahí, ansiedad, dudas, un juego atropellado que no encontró el camino hacia el gol. O sí. Charles anotó dos goles legales que el árbitro del partido anuló y el choque terminó 1-0.

Seis partidos sin ganar y sin marcar para acabar el año

En medio de esta sequía de puntos y de goles, volvía la Copa. Una alegría por fin para la parroquia celeste, que ya no recordaba lo que era ver marcar y ganar a su equipo. En un partido intenso, muy disputado de área a área, los celestes recuperaron su punch. Larrivey, Santi Mina y un providencial Orellana en el último suspiro, dieron la victoria y la clasificación a su equipo, inutilizando el gol de Nauzet. Esa inyección de moral parecía lo que el Celta necesitaba para reencontrarse con los goles y los puntos en Liga. No fue así. El Almería, último visitante del año, volvió a llevarse la victoria contra los gallegos con la misma receta: firmeza defensiva, primorosa actuación de su portero y eficacia en una de las pocas llegadas al área céltica. Los de Berizzo tuvieron un 78% de posesión y chutaron cuatro veces más que su rival. Un balón a la madera de Orellana, un penalti fallado por Nolito. Tampoco era el día.

El Celta no tuvo ni esa pizca de suerte necesaria cuando un partido se atasca. Los hombres de Berizzo han batido un récord negativo de la entidad: el de más minutos sin marcar en Liga. Habrá que ver si las vacaciones sirven para cargar pilas y afrontar 2015 con energías renovadas. El bajón físico está ahí, la sequía goleadora también. Pero no es menos cierto que las sensaciones y el juego del equipo no han sido del todo malos. El Celta se queda en tierra de nadie, octavo, a diez puntos de Europa y a siete del descenso. Sevilla y Valencia para empezar el año y para decidir definitivamente si se mira hacia arriba o hacia abajo. Pero siendo gallegos, nunca nadie podrá saber con exactitud si los celestes suben o si bajan.

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