Un Celta irreconocible

Como ya es tradición, la visita a Getafe acabó convirtiéndose en un nuevo calvario para el Celta, y no solo por el resultado. Al margen de rachas y números, la derrota con la que el equipo sumaba su décima jornada sin ganar vino cimentada por una imagen lamentable. El Celta se vio superado por un Getafe que sí fue capaz de sobreponerse a una racha negativa, sin ofrecer resistencia y sin encontrar soluciones. Ni siquiera la fortuna, tan esquiva en otras ocasiones, ayudó a evitar el desastre. La sensación de haber bajado los brazos con media temporada por delante es demasiado peligrosa para ignorarla.

Un Celta irreconocible
El Celta sigue sin encontrarse a sí mismo y fue superado por el Getafe (Foto: LFP)
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Por Miguel Gallego

La visita al Coliseum era una nueva oportunidad para reaccionar, coincidiendo con el inicio de la segunda vuelta de la Liga. Un nuevo comienzo, con todo por disputar, desde la parte media de la clasificación, y con la práctica totalidad de la plantilla disponible. Objetivamente eran buenos motivos para que el Celta renaciese de sus cenizas, y dejase atrás de una vez por todas la crisis de resultados en la que había pasado inmerso la mitad de la primera vuelta.

Pero los argumentos subjetivos, esos que tanto peso tienen en el mundo del fútbol, no auguraban nada bueno: la racha sin ganar iba ya camino de tres meses, ni siquiera el fin de la sequía goleadora había sido suficiente para truncarla y, lo que es aún peor, el buen juego se había esfumado en los últimos partidos. Para colmo de males, el campo del Getafe sigue siendo inexpugnable para el cuadro vigués.

Problemas con el balón

La pérdida de su identidad quedó patente en Cornellá, donde el equipo de Berizzo no ofreció el juego de presión y toque al que había acostumbrado a sus aficionados. En Getafe se vio una imagen similar, sin posesión, sin juego. Sin peligro y sin ocasiones. En definitiva, sin posibilidades de ganar. Todo pese a conseguir adelantarse en el marcador con el segundo gol en diez partidos.

Berizzo intentó fortalecer la defensa incrustando en ella a Radoja, pero esto ha aumentado los problemas a la hora de sacar el balón

Varios pueden ser los motivos de la pérdida de prestaciones del Celta, pero parecen asociados al bajón de forma de sus jugadores clave. En la defensa, Andreu Fontàs es la piedra angular en la creación del juego vigués. Es el zaguero con mejor toque. Su ausencia se nota siempre, pero en los últimos partidos ha estado fallón, impreciso e incluso nervioso. Berizzo intentó fortalecer la defensa incrustando a Radoja en ella, pero esto ha aumentado los problemas a la hora de sacar el balón, especialmente ante la ausencia de Fontàs, que no jugó en Getafe. El resultado es el juego en largo, que reduce drásticamente el tiempo de posesión, e impide al equipo dar dos pases seguidos.

Bajón defensivo

Si en el primer tramo de la temporada el Celta destacó en las dos áreas, ofreciendo una buena imagen defensiva que lo llevó a estar varias jornadas sin encajar un gol, la tendencia se ha invertido totalmente. Ni la nueva defensa de cinco a ayudado a frenar la sangría. El equipo ofrece facilidades impensables hace solo unos meses.

En Getafe, el Celta desperdició su ventaja con varios errores que solo el desacierto local impidió que se tradujeran en una goleada. Especialmente imprecisos estuvieron Sergi Gómez y Planas, dos futbolistas sin experiencia en Primera, que llegaron en verano para apuntalar la defensa, pero a los que las ausencias están otorgando un papel protagonista en la temporada. Los cambios de esquema y de filosofía, con marcajes individuales, no les están ayudando.

La anarquía de Krohn-Dehli

En la involución del Celta está teniendo una importancia capital el bajón de rendimiento de Krohn-Dehli. Quién sabe si por haber sido clave en la buena racha, acumulando más minutos y kilómetros que nadie, o por la incertidumbre sobre su futuro, con un pie fuera del Celta, pero el danés está lejos de ofrecer el mismo rendimiento que antes de las navidades.

En la involución del Celta está teniendo una importancia capital el bajón de Krohn-Dehli

De hecho, el Krohn-Dehli que acumuló conducciones suicidas y pérdidas de balón en Getafe se pareció mucho a aquel que Luis Enrique había reconvertido en pivote hace un año ante la falta de alternativas. De esta forma, el futbolista que más participaba en el juego céltico también ha visto menguar su índice de acierto en la canalización del ataque, lo que afecta a una delantera con sus propios problemas.

Un tridente romo

Tampoco atraviesan su mejor momento los puntas. Nolito es una sombra de sí mismo. El gaditano vive de rachas, las positivas lo llevan a marcar goles a pares, a ganar los partidos prácticamente solo. Pero las fases negativas le afectan, y de qué forma. No solo pierde su capacidad de desborde, incluso falla en la colocación y en las ayudas, contribuyendo al caos defensivo. Consciente de que es su mejor baza, Berizzo insiste con él y lo mantiene en el campo. Pero ni siquiera el parón por su lesión y el descanso copero dieron resultado. Sigue sin manifestarse el auténtico Nolito, con resultados catastróficos para el equipo.

Ante esta situación, Orellana intenta volcar el campo hacia la banda derecha, pero el chileno también está acusando el exceso de protagonismo y, además no es un jugador que haya destacado nunca en Primera por su aportación goleadora. El inquilino del área, sea Charles o Larrivey, depende de todos estos factores para marcar.

La mejor noticia fue el reencuentro goleador de Charles en Getafe que, en cualquier caso, no fue suficiente para puntuar.

Los imponderables

Durante esta larga caída sin paracaídas ha dado tiempo de hablar de todo. Hubo varios partidos en los que eran agentes externos los que se acumulaban para dejar al Celta sin premio. Postes inoportunos, penaltis dudosos, goles anulados, expulsiones... se acumulaban en el colmo del infortunio.

Con 2-1 en contra, y tiempo todavía por delante, el Celta fue absolutamente incapaz de encerrar al Getafe en su área

Pero esta vez ni siquiera se puede alegar nada de esto. Cierto es que hubo un posible penalti en un centro de Charles que se fue al limbo. Pero, poco después, la mano de Radoja no ofrecía dudas. El balcánico no vio la roja y, además, Diego Castro falló el máximo castigo, que se fue al larguero. Pero, cuando ya parecía que lo peor había pasado, llegó el enésimo regalo defensivo, que esta vez sí aprovechó el Getafe para condenar a los de Berizzo.

Morir matando

Quizá uno de los defectos más preocupantes de este Celta es su falta de intensidad, que contrasta con la presión de principio de temporada, y que se hace más patente justo cuando hace falta un golpe en la mesa. Con 2-1 en contra, y tiempo todavía por delante, el Celta fue absolutamente incapaz de encerrar al Getafe en su área, no consiguió crear ninguna ocasión más, e incluso pudo haber encajado el tercero. Y lo peor de todo es que este final lleno de impotencia calcó al de Cornellá, e incluso al de San Mamés, cuando los de Berizzo se pusieron 0-2, pero quedaron lejos, a muchos metros de culminar la remontada.

Por todos estos motivos, este Celta no se parece en nada al que se ganó la etiqueta de equipo revelación a principios de temporada, aquel que sorprendió por su solidez e intensidad. Más allá de los malos resultados, el trabajo más importante y urgente de Berizzo es intentar recuperar aquella imagen, aquella identidad con la que consiguió imponerse en las plazas más difíciles. Después, tal y como repitió hasta la saciedad antes de caer en este pozo sin fondo, los resultados volverán a llegar. Todo esto si le dejan, claro.