El runrún de Preferencia: bola extra

El Celta se jugaba más de tres puntos contra el Córdoba. Tres meses sin ganar dejan huella en cualquier equipo. Si a esto se suma una alarmante pérdida de competitividad en los últimos partidos, y algún mensaje de resignación en la previa, el horizonte se presentaba cargado de nubarrones, que solo una victoria podría alejar, aunque solo fuese una semana, hasta la siguiente final en Anoeta. Así está el panorama a día de hoy en la Plaza de España. El crédito de Berizzo es limitado, y se irá ampliando si continúan los buenos resultados. Partido a partido, bola a bola.

El runrún de Preferencia: bola extra
El gol de Nolito al Córdoba permite al celtismo y a Berizzo respirar tranquilos una semana (Foto: LFP)
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Por Miguel Gallego

Que el Celta-Córdoba era una auténtica reválida para Eduardo Berizzo era un hecho que no ofrecía demasiadas dudas ni en el entorno, ni en el propio club. Precisamente fue el hermetismo de la directiva uno de los mayores indicadores de que el técnico se balanceaba en la cuerda floja. Y quizá este hecho fue determinante a la hora de afrontar el partido.

La afición y Berizzo, lanzados

Consciente de todo esto, la hinchada celeste convocó una quedada para recibir al equipo y motivarlo de cara a la final que afrontaba. Este tipo de detalles siempre generan controversia: es un hecho innegable que al fútbol solo juegan once, y son los que deben meter la pelotita. Pero este tipo de gestos meten al equipo en el partido antes de que este comience, y suelen tener un pequeño efecto en la salida al campo.

El hermetismo de la directiva fue uno de los mayores indicadores de que Berizzo se balanceaba en la cuerda floja

Estos gestos y el planteamiento, claro está. Porque quien pensara que Berizzo estaba resignado por los malos resultados, y que podría haber bajado los brazos, se llevó una sorpresa con la alineación, una novedosa apuesta por el 1-4-2-3-1 con cuatro delanteros en busca del gol, sacrificando su ancla, Nemanja Radoja, y situando un doble pivote con dos de sus centrocampistas de mayor recorrido, Augusto Fernández y Krohn-Dehli. Dos hombres que cuando llegaron al Celta eran extremos. Con esta decoración, era inevitable que el equipo empezase dominando.

El Celta local ofrece garantías

En los últimos partidos se había producido un alarmante bajón de rendimiento, sobre todo en los dos encuentros que el Celta había disputado lejos de Vigo de manera consecutiva, en Cornellá y Getafe. Como local, el conjunto vigués no había llegado a descoserse de esa manera. De hecho, el empate contra el Valencia, único encuentro liguero disputado este año en Balaídos, había dejado grandes sensaciones. Fue el modelo evocado por Berizzo en la previa.

Salvando las distancias, el Celta que derrotó al Córdoba recordó al que estuvo cerca de tumbar al Valencia. Apoyado en sus mediapuntas, se hizo con los mandos en el primer tiempo. De las buenas noticias, puede que la mejor sea el estado de forma de Santi Mina. El canterano no se dejó llevar por su suplencia. Siguió trabajando, manteniéndose a punto. Y cuando ha llegado su oportunidad la ha aprovechado. Su calidad técnica y su superioridad física lo convierten en una pesadilla para las defensas. Y si, además, se puede compaginar su presencia con la de Orellana, mucho mejor.

El chileno sorprendió por el centro. Su presencia al borde del área asustó a la defensa, que no sabía cómo pararlo. Hasta el punto de resultar decisivo en el gol aún sin llegar a tocar el balón. Tras los cambios recuperó su rol en la banda, pero Berizzo parece haber encontrado otra buena solución para él, justo cuando el problema goleador copaba todos los titulares.

Nolito, otra vez decisivo

Manuel Agudo es el jugador franquicia de este equipo, aquel por el que la directiva estuvo dispuesta a saltar la banca en verano con tal de retenerlo. No es de extrañar, por tanto, que afición y técnico se aferren a él como a un clavo ardiendo en los malos momentos. El Celta vivirá o morirá en función de lo que consiga de Nolito, que estará sobre el campo siempre que esté en condiciones. Es la manera de repescarlo, de que recupere su confianza, la que lo hace ser imparable.

Cuando los grandes jugadores van a hacer lo que hacen, saber que lo harán no impide que lo consigan

Y si no tiene uno de sus mejores días, como contra el Córdoba, no pasa nada. Solo hay que esperar a que coja un balón en la frontal y lo clave al segundo palo, lejos del alcance del portero. Es lo que intenta siempre que tiene ocasión. Lo sabe la grada y, seguramente, también lo sabía Juan Carlos. Pero ahí radica el mérito de los grandes jugadores. Cuando van a hacer lo que hacen, saber que lo harán no impide que lo consigan. Y así hizo Nolito el gol del partido, el que reconciliaba al Celta con la victoria. Un gol que vale su peso en oro, que justifica una vez más el esfuerzo por retenerlo.

Histeria colectiva

Cuando hay tanto en juego, y se han recibido palos de todos los colores y desde todas las direcciones, es difícil recuperar la confianza, por más que se haya anulado al rival durante gran parte del partido. Así que, en cuanto el Celta se vio con ventaja, el paso atrás fue inevitable, y estuvo a punto de traer consecuencias dramáticas otra vez.

Es lógico que al equipo le temblaran un poco las piernas. Lo que ya no lo es tanto es que se metiera en su campo y renunciara totalmente a la posesión, lo que trajo aparejado un final del encuentro en el que el Córdoba intentó pescar lo que no había merecido antes.

Cuando hay tanto en juego, y se han recibido palos de todos los colores y desde todas las direcciones, es difícil recuperar la confianza

A punto estuvo de conseguirlo, en un balón dividido en el que Planas se mostró otra vez algo precipitado ante Rossi, justo al borde del área. Lo que ocurrió después es difícil de explicar, y no se ve habitualmente en un campo de fútbol. Minutos y minutos de discusiones, primero entre José Antonio Teixeira Vitienes y su asistente, Lamsfús Bartolomé. Después, entre ambos y los jugadores de los dos equipos. Después, entre todos ellos y los miembros de los dos banquillos, incluídos Vlado Gudelj y un vehemente Eduardo Berizzo, que se metió literalmente en el área para reclamar que la jugada no era penalti. Una imagen extraña, que sirve para despejar las dudas sobre su implicación en el proyecto, pero que le costó la expulsión. Por último, otra vez entre Teixeira y Lamsfús, que acabó por imponer su primera decisión, juego peligroso del delantero. Sin tanto rodeo se habría evitado todo este lío, que destrozó los nervios del celtismo y dañó un poquito más la imagen del arbitraje de la autoproclamada mejor liga del mundo.

El caso es que esta decisión le da una vida extra a Berizzo, aunque al técnico le va a suponer una nueva sanción. La comenzará en Anoeta, donde seguirá siendo el entrenador del Celta.