La férrea austeridad que impera en los despachos de la inmensa mayoría de equipos de Primera División ha cambiado el concepto del mercado de invierno. Tradicionalmente, el mes de enero suponía el desembarco en la Liga de un completo lote de desconocidos, buena parte de ellos procedentes de torneos extranjeros de menor prestigio, que solían ser empleados como parches para completar plantillas cortas, recambios de lesionados o la más clara representación del azar tras un ojeo y desembolso arriesgado. Seguramente, en la enorme lista de fichajes fracasados de los últimos años tienen un gran protagonismo los refuerzos invernales, aquejados de graves problemas de adaptación a mitad de la competición. En Vigo saben mucho de esto.
En Liga, solo había jugado cuatro minutos en GetafeBasta con echar un vistazo a equipos como el Deportivo de La Coruña, el Granada, el Levante o el Córdoba, que terminaron 2014 mostrando una alarmante falta de calidad individual entre sus componentes, para comprender por qué el mercado de invierno ha cobrado una importancia capital. Y es que sus refuerzos no vienen para ocupar un lugar en el espacio; son muchos los jugadores recién aterrizados que juegan un papel fundamental en sus equipos y que ya se puede ver sobre el césped. Incluso lejos de la sombra del descenso, futbolistas como Fernando Torres o Enzo Pérez están demostrando que enero es uno de los meses más importantes del año.
Refuerzo sin presencia
Pero en Casa Celta la cosa parecía ir al revés. El inusualmente tranquilo mercado de fichajes invernal de los vigueses, que abrieron 2015 en plena racha de resultados adversos y que apostaron por no modificar demasiado sus recursos, tuvo en Theo Bongonda al único protagonista. Con 19 años y pocos minutos de fútbol profesional en su corta carrera, el pequeño belga de Charleroi presuponía -y acabó confirmando- que iría asomando la cabeza muy lentamente en la realidad de la Liga española. Su corta edad y su condición física invitaba a ser aprovechados para dosificar sus minutos y hacer que esta exigencia fuese lo menos complicada posible. Claramente, era un fichaje de futuro.
Engañó a la defensa colocando el cuerpo como si fuese a irse hacia el fondo, pero tiró un pase horizontal impensableY con esta vitola, el internacional sub21 apenas tiene presencia en el Celta. Con ficha en el primer equipo, a Theo solo se le había podido ver durante parte del segundo tiempo de la vuelta de octavos de Copa en San Mamés y en los minutos residuales del esperpéntico partido liguero en Getafe. Así salía al césped de Anoeta el belga a los 65 minutos de juego, conformando uno de los esquemas más ofensivos que puede dar de sí la plantilla viguesa para tratar de remontar el gol en contra.
El pase impensable
Muy móvil y atento en el principio, Bongonda pronto se contagió de esa ansiedad que lastra al equipo durante las últimas semanas, pero suyo fue el pase para Nolito que dio lugar al empate en la gélida noche de San Sebastián. El belga conducía en la frontal del área, un poco escorado hacia la derecha del marco de Rulli, bien marcado y rodeado de jugadores rayados que parecían mucho más altos que los verdes. Unas décimas de segundo de suspense en las que la posición del cuerpo del 18 parecía indicar que se terminaría abriendo a la banda para buscar un pase de la muerte sin ángulo, pero Theo se mostró más frío que el propio ambiente del estadio. Un pase raso, inesperado, impensable, casi desde el pico del área, para que el internacional gaditano pusiese sus polvitos mágicos y volviese a ser decisivo para su equipo.
Theo Bongonda ha dejado un mensaje. Para los momentos de duda e impotencia, ahí está él. Su presencia en el equipo debe seguir el lento ritmo previsto, pero entre el ostracismo y la confianza están los pequeños detalles. Ayer, fue un pase decisivo, veremos qué puede venir después. Quién sabe si finalmente el belga también forma parte de esta revolución del mercado de invierno y termina sorprendiendo a más de uno.