La visita del Barcelona llegaba en el mejor momento: con el Celta reconciliado con su afición tras un primer tiempo memorable contra el Sevilla; con Berizzo aprendiendo sobre la marcha, y caminando firme hacia el once que le ofrezca su máximo rendimiento; y con casi todos sus efectivos disponibles después de algunos problemas físicos y el perdón, ya con la jornada empezada, a Jonny, pieza clave de la defensa. Así que el Celta se plantó ante el campeón de todo con su once tipo, con Sergi Gómez en lugar del renqueante Fontàs, y con la entrada como titular de Radoja por el Tucu Hernández, un movimiento por el que muchos suspiraban y que, tras el partido de Sevilla, se antojaba necesario.

Mal acostumbrados

El Celta está malcriando a su público, que espera con toda naturalidad que los suyos salgan a los partidos con un par de narices, con un ritmo endiablado y la portería rival entre ceja y ceja, sin importarles a quién tengan enfrente. No es un mal plan cuando, semana tras semana, ven su deseo plasmado sobre el césped.

Quiso el destino que el arma homicida fuese el objeto de deseo del barcelonismo, Nolito

El partido contra el Barcelona no fue una excepción. Desde el minuto uno el Celta se adueñó totalmente del balón, consiguiendo un porcentaje de posesión de otra galaxia en la primera parte y, no contento con eso, se empeñó en hacer daño al campeón hasta conseguirlo, mientras las huestes de Luis Enrique asistían atónitas al vendaval de juego vigués. El plan, como en las anteriores jornadas, funcionó a la perfección. Quiso el destino, además, que el arma homicida fuese el objeto de deseo del barcelonismo durante el verano, un Nolito que sigue maravillando. Su obra de arte quedará para la historia, y contribuirá a que vuelvan a correr ríos de tinta en los siguientes periodos de mercado. Para redondear una faena perfecta, Iago Aspas pudo sacudirse por fin la presión que lo atenazaba en Balaídos, marcando ante los suyos.

Lección táctica

Tras el partido los culés tuvieron que reconocer que habían sido superados en todos los frentes y en todos los duelos. También en la pizarra Berizzo se impuso a Luis Enrique. El Celta empezó a ganar el partido antes de empezar, cuando se supo que podría contar con Jonny, el hombre que secó a Messi el año pasado. Con el de Matamá en el campo, Berizzo pudo tejer su tela de araña, una defensa al hombre en la que confió plenamente en los suyos, y en la que Jonny y Hugo Mallo volvieron a anular a Messi y Neymar, mientras Cabral y Sergi Gómez secaban a Luis Suárez. El poderío defensivo céltico se extendió al centro del campo con Augusto, Radoja y Wass, que desactivaron la sala de máquinas blaugrana compuesta por Iniesta, Busquets y Sergi Roberto.

Se ha comentado en más de una ocasión en estas líneas que la defensa es el talón de aquiles del Celta. En un equipo que ataca con tantos futbolistas, y tan plagado de talento del centro del campo hacia arriba, es lo normal. Por eso hay que valorarla en su justa medida. No es nada extraño ver a los centrales, Cabral y Fontàs (o Sergi Gómez, cuando juega), en campo abierto persiguiendo a algún delantero rival. Justo el lugar donde más sufre un central. Hay partidos en que cada fallo cuesta un gol, y va minando la confianza de la línea. En otros, todo marcha a la perfección, la delantera rival termina desquiciada por completo y el grupo sale reforzado. Es el precio de vivir en el alambre. El premio, estar en boca de media España como el equipo revelación de esta temporada.

Berizzo se impuso en la pizarra porque todos y cada uno de sus jugadores cumplió con creces su cometido

Berizzo se impuso en la pizarra porque todos y cada uno de sus jugadores cumple con creces su cometido. Porque cuando hay que arrimar el hombro no hay estrellas en el equipo. Porque hombres como Augusto exhiben un derroche físico impresionante en cada partido. Porque no es extraño ver a Orellana incrustado como lateral, e incluso desbaratando contraataques cuando toca defender la renta. Y porque alguno, como Guidetti, asume su difícil papel sin rechistar. Después de llegar como estrella, ha jugado en todos los partidos, pero solo un puñado de minutos, lo que no impide que se deje el alma en cada balón para deleite de la grada y, seguramente, de su técnico.

La contra letal

Cuando se habla del contraataque, y se relaciona esta suerte con el Celta, suele ser de modo negativo. Tradicionalmente el equipo vigués ha sido un equipo que ha intentado jugar al fútbol, incluso en los peores momentos. Por eso solía ser cogido a la contra de manera dolorosa, perdiendo muchos encuentros. Esta temporada, con el juego de presión y dominio que intenta, este defecto debería ser más acusado. Pero solo apareció en el fatídico encuentro contra Las Palmas.

En el resto de los partidos está siendo el Celta el que está aprovechando esta suerte del juego a su favor, sin duda ayudado por la velocidad y compenetración de sus delanteros, y por haber jugado gran parte de los minutos con ventaja en el marcador. Contra el Barcelona, el equipo vigués consiguió adelantarse otra vez, y después percutió a la contra sin compasión, incluso aprovechando saques de esquina que el equipo culé no ejecutaba nada bien. Claro que, con Luis Enrique en el banquillo, el equipo vigués tuvo que padecer más de una jugada semejante.

El contraataque es un arma esencial cuando el equipo experimenta ese lógico bajón físico después de una presión tan brutal, y le permite pertrecharse bien sin dejar de buscar la portería contraria. Contra el Barcelona, los de Berizzo no dejaron de pensar en marcar en ningún momento y, mientras el rival se volcaba sobre su área, encontrándose una y otra vez con Sergio Álvarez, dispuso de varias ocasiones para matar el partido, algo que consiguieron justo después de encajar el gol de Neymar.

¿Y ahora, qué?

El Celta goleó al Barcelona, llenó portadas a nivel internacional, y se colocó como colíder de la Liga junto a Real Madrid y Villarreal. ¿Es el momento de dejar de pensar en la permanencia para asumir que el equipo va a luchar en otro frente y se va a empezar a encontrar rivales que le van a dejar jugar, y que lo van a esperar atrás?

El futuro del Celta depende en gran medida de que continúe marcando, ganando y maravillando. Y esto solo se consigue desde la parte alta

Por las palabras de Iago Aspas tras el partido, no lo parece. Tampoco por las de Berizzo y el resto de protagonistas. El discurso es el mismo, sin fisuras. El club afronta cada partido como si fuese el último sin mirar estadísticas ni clasificaciones. Y, viendo el desempeño de los protagonistas, parece que entienden a la perfección ese mensaje. Sin embargo, el Celta se contradice a sí mismo desde la misma salida de los vestuarios. Porque con su mera idea de juego está asumiendo que puede ganarle a cualquiera, es decir, se ve superior a sus rivales. Por eso la apuesta funciona. Y por eso está ligada, en gran parte, a los resultados. Porque, si estos empiezan a fallar, pueden llegar las dudas, como sucedió durante el complicado otoño de la temporada pasada.

Por todo esto, el futuro del Celta depende en gran medida de que continúe marcando, ganando y maravillando. Y esto solo se consigue desde la parte alta de la tabla.