Era la 'cenicienta' del triatlón. La tercera y última prueba a la que se tenía que medir el Celta de Vigo en solo seis días resultó ser la más correosa, y la única capaz de impedir que los celestes saliesen a flote de esta frenética semana y mantuviesen el coliderato con el Villarreal. Los de Eduardo Berizzo emprenden viaje de vuelta desde Eibar con un punto extraño, el premio a un partido marcado por los cambios de planes, el respeto ganado tras vapulear a los campeones de Europa League y Champions, y el sobreesfuerzo de tan maratoniana planificación liguera.
Dos imprevistos
El partido no iba a ser habitual, empezando por que el 'Toto' llegaba a tierras eibarresas con una idea que no había pasado por su mente en los cinco partidos anteriores: rotar. No cabía duda que el espectacular triunfo vigués frente al Barcelona había tenido su peaje en el fondo físico de los futbolistas, y entre las opciones de refresco brillaba John Guidetti, exultante tras el gol balsámico con el que se cerró la goleada a los campeones de Liga. Es por ello que el guion de los celestes trabajó pensando en un hombre objetivo, un perfil totalmente distinto al que habitualmente ofrece Iago Aspas.
Guidetti fue baja de última hora por un proceso gripalPero cualquier plan que Berizzo tuviera en su mente se llevó un doble revés. El primero de ellos se produjo antes del pitido inicial, cuando el delantero sueco causó baja de ultimísima hora por un proceso gripal. Aunque la lógica apuntaba hacia un retorno de Aspas al once, el 'Toto' siguió una vez más firme en su idea y colocó como referencia a su jugador de ataque más alto, Pablo Hernández, dispuesto a a actuar a modo de frontón en beneficio de una línea de tres cuartos con velocidad y técnica. De jugar con un ariete, a jugar sin delanteros.
El segundo fiasco, esta vez sí, en el partido, fue una ruptura con los esquemas tradicionales de los partidos del Celta. A los dos minutos de juego, un córner a favor de los locales, el primero del partido, es convertido en una rápida jugada de estrategia donde Sergi Enrich peinó en el primer palo y Borja Bastón, su compañero de fiesta en este sábado noche, empujó con el pecho tras haberse anticipado a Jonny en el área pequeña. Esta vez no habría una presión sofocante de inicio, el marcador no indicaba unos números favorables para los vigueses.
La primera parte se olvida del fútbol
Espoleados por este arranque optimista, los locales son los que asumen el rol protagonista, rompiendo la lógica que se presuponía al comienzo del choque. Pronto empieza a ser palpable que el 'Tucu' no era la solución para el ataque que preveía Berizzo. Fieles a lo preparado durante el escaso margen desde la anterior jornada, los pases largos buscando la cabeza del internacional chileno fueron muchos y estériles. Pedro Pablo no es un hombre dado a reconvertirse, se le vio sufrir el año pasado como mediocentro y le volvió a pasar en Ipurua como delantero. Tampoco Bongonda mostró el despliegue de algunos buenos momentos de la pretemporada; su papel en el partido se limitó a dos buenos remates, uno por parte, que rozaron los palos, y después, desapareció. El joven belga ha malgastado una gran oportunidad para reivindicarse.
Una vez calmados los ánimos, el partido mostró un regusto apático, huidizo de las ocasiones. En el momento en que el Celta optó por posar el balón el césped, los de Mendilibar pensaron que sería mejor idea controlar a base de presión intensa la sala de máquinas celeste, muy mermada ante la ausencia inicial de Wass, y si en el empeño eran necesarias las faltas, se cometían. En unos grises primeros 45 minutos, comenzó a brillar la figura de Fabián Orellana, ubicado como solución de urgencia en la mediapunta, dinámico a la hora de recibir y totalmente liberado de otras responsabilidades, pero la desconexión con Pablo Hernández y un Nolito irregular esterilizó cualquier amago de ataque visitante.
La solución es Aspas
Finalizado el tedio de los primeros 45 minutos y con victoria momentánea para el Eibar, la vuelta al césped se produjo con un futbolista esperando al juez de línea para entrar al partido y dinamitar el cerrojo que los vascos habían montado a base de juego duro. No fue la noche de Iago Aspas, como no la fue de prácticamente toda la alineación celeste, pero su entrada al césped por el 'Tucu', sin ser premonitoria de lo que vendría después, auguraba un escenario distinto.
Sin embargo, los locales salieron al campo con la idea de repetir lo sucedido en la primera mitad. Nada más producido el saque de centro, Sergio detuvo un peligroso remate de Saúl Berjón que bien pudo haber puesto el partido en completa cuesta arriba para los visitantes. Pero la historia quería ser diferente. Orellana volvió a ser el jugador diferencial en la maraña de entradas, choques y tarjetas amarillas en que se estaba convirtiendo el partido. De las botas del chileno salió un potentísimo remate desde la frontal que se marchó fuera cerca del poste. Corría el minuto 50 y la presión del Eibar comenzaba a pesar en las piernas locales.
Inui y Borja pudieron sentenciar el partidoUna de las decepciones de la noche fue el nipón Inui. Su participación adoleció de la regularidad que se espera de un futbolista llamado a ser decisivo. El culmen a una mala noche fue un fallo a puerta vacía tras un remate de Borja Bastón que terminó convertido en un centro-chut. Con las manos en la cara, el asiático no se imaginaba que ese error costaría dos puntos a su equipo.
A la hora de juego, Sergio tuvo su momento estelar. Las contadas ocasiones del partido tuvieron más protagonismo local, pero el Eibar se mostró caritativo en demasía. De nuevo Borja Bastón, mucho más amenazador que Luis Suárez el miércoles, enviaba un zapatazo desde la frontal que sacó todo lo felino del 'Gato', que rozó en vuelo el esférico para evitar un gol que ya cantaba la hinchada local.
Superioridad, de la teoría a la práctica
La inmediata respuesta desde el banquillo del Celta fue la entrada de Wass por Radoja. El equipo mutaba a su perfil atacante en un momento clave del partido, con un rival que empezaba a ralentizar jugadas y a tenderse sobre el césped por problemas físicos con relativa frecuencia. Prácticamente toda la parcela defensiva del Eibar estaba amonestada, por lo que tocaba ser más comedidos a la hora de defender, y en este escenario de miedo el danés podía ser un arma mortífera.
Convertido el choque en un correcalles atropellado, el árbitro Pérez Montero desestimó un posible penalti por mano de Capa tras un centro de Nolito. El lateral local, auténtica sombra del sanluqueño durante toda la noche, desvió el esférico con el brazo despegado del cuerpo, pero ni las protestas hicieron cambiar de parecer al colegiado. Protestas, por cierto, que costaron una tarjeta a Orellana tras quejarse con aspavientos de una falta señalada en contra; el 'Poeta' sigue sin templar su temperamento. La gasolina del '14' duró 70 minutos, suficientes para un jugador que cargó con el peso ofensivo del equipo casi hasta el final.
Gran parte de la defensa del Eibar vio la amarillaEl segundo y último disparo de Bongonda, en el 71, un remate que rozó la escuadra tras haber realizado un gran desmarque en vertical, fue la confirmación de la amenaza. Gran parte del fracaso del belga esta noche se debió al peso que Berizzo dio al carril zurdo, donde la sociedad Nolito-Orellana tejió gran parte de su juego y donde se pudo ver a un Planas muy desacertado en los centros al área. Es por ello que fue paradójico que en un partido donde se jugó fundamentalmente en la banda izquierda y donde los laterales no subieron en demasía a servir centros, el gol viniese desde el carril diestro y de las botas de Jonny. El reloj marcaba el minuto 76, el de Matamá subió con potencia la banda, se fue de Juncà y centró al corazón del área, donde Iago Aspas clavó el interior de su pie izquierdo para alojar el esférico lejos del meta Riesgo. Dedo índice señalando el escudo y un peso que se iba.
Invictos una semana más
El gol visitante fue un claro ejercicio de sobreesfuerzo, de aprovechar al máximo el fondo físico, de emplear el combustible de reserva. El Eibar así lo pensó también, y con todos sus delanteros en nómina sobre el césped –Borja, Enrich, Eddy Silvestre y Verdi– se mostró incapaz de generar esa tensión ofensiva capaz de hacer eternos los minutos finales. Solo hubo lugar para que Pérez Montero devolviese al Celta el favor del penalti no señalado. Un balón que el debutante Dražić no fue capaz de despejar terminó en una internada en el área de Juncà, que fue derribado por Augusto Fernández. Con el beneficio de la duda sobre si el ex del Girona ya estaba en el aire cuando el capitán celeste se lanzó a por el esférico, el colegiado ordenó seguir.
Pérez Montero no señaló penalti en sendas jugadas polémicas en las áreasEste empate ha permitido al Celta reecontrarse con el sufrimiento. Dos de los equipos más poderosos de la competición no demostraron ser rivales a la altura, pero este Eibar, el equipo que sobrevivió en los despachos, ha recordado a los vigueses que cada partido tiene sus exigencias. Los de Berizzo, invictos tras seis jornadas, continúan alojados en la zona noble de la clasificación, cumpliendo por el momento con esa exigencia europea. Solo se han perdido cuatro de dieciocho puntos en juego, un bagaje para seguir avanzando con la cabeza alta y los pies en la tierra. La Liga continúa.
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