Nacido en Vigo en 1943, Zunzunegui se inició en el mundo del fútbol en un equipo de barrio, como tantos otros jóvenes de la época. En concreto lo hizo en el Chao, uno de los muchos equipos históricos de Vigo que no sobrevivió al inexorable paso del tiempo. Poco a poco comenzó a llamar la atención de los ojeadores del Celta, que decidieron incorporarle al club en 1962. Durante la temporada 1962/63 fue cedido al Club Turista aunque el Celta lo llamó a tiempo para disputar las tres últimas jornadas de aquel curso, en el que los de Vigo se mantuvieron en la zona media-alta de la Segunda División.
Fernando Zunzunegui destacaba, básicamente, por un sentido de la colocación y un poderío físico extraordinarios. Su corpulencia y dominio del juego aéreo le convertían en un baluarte en la retaguardia, donde resultaba muy complicado superarle. De hecho se movía como pez en el agua en la zona central de la zaga, mientras que sufría bastante más si debía ocupar uno de los laterales. Tampoco brillaba en cuanto a fundamentos técnicos, al igual que la inmensa mayoría de zagueros de la época.
Un central por encima de la media
En el Celta asumió pronto galones, lo que le permitió disputar más de 2.000 minutos en el curso 1963/64, así como lograr su primer tanto con la casaca azul cielo. El certero cabezazo que Zunzunegui enchufó aquel 9 de febrero de 1964 no fue un gol demasiado celebrado, pues no sirvió para puntuar en Balaídos ante el Sporting de Gijón, que se llevó el triunfo por 1-4. Pero la gran temporada del central vigués —por entonces a las órdenes de José Iglesias Joseíto— no pasó inadvertida para prensa y público, que comenzaron a fijarse en la contundencia de un chaval que apenas acababa de cumplir 20 años.
Las cifras no harían sino mejorar en la temporada siguiente, pese a que su equipo no conseguiría meterse en la lucha por el ascenso. Zunzunegui iba a ser el futbolista más utilizado por su técnico —a excepción del guardameta Ibarreche—, participando en 28 encuentros de liga y tres de copa. Dos nuevos tantos pusieron la guinda a una magnífica temporada en el apartado individual, si bien el equipo continuaba demostrando su incapacidad para abandonar la División de Plata.
Puntos para la tranquilidad
Del día 11 de abril de 1965 data un choque en el que el Celta visitó el viejo Atocha. El partido correspondía a la penúltima jornada de liga y los de Vigo, pese a encontrarse en la zona media de la tabla, veían por el retrovisor a un pelotón de equipos agrupados en apenas tres puntos —distancia a la que se encontraba el Badalona, penúltimo clasificado—. La Real Sociedad, cuarta clasificada pero lejos de los tres primeros, nada se jugaba en el envite.
La primera mitad resultó entretenida. Las hostilidades se iniciaron en el minuto 13, cuando Eceiza adelantó a los donostiarras. Poco duró la alegría de los de casa, pues en el 17 Carmelo Núñez colocaba las tablas en el marcador tras beneficiarse de un rebote. Los visitantes gozaron de una clarísima oportunidad pocos minutos después en las botas de Hermindo Pintos, quien desperdició un mano a mano con el arquero Arriaga. Al descanso se llegaba con empate a un tanto tras 45 minutos de equilibrio.
El defensor gallego seperdió la temporada 1965/66 debido a sus obligaciones militares
La segunda mitad se inició con un gol logrado al alimón entre el delantero céltico Miguel Téllez y el zaguero realista Maiztegui. A partir de ahí se vivió un verdadero cúmulo de despropósitos, con un equipo local que no daba una a derechas y un Celta que perdonaba la sentencia, de manera especial por parte de Pintos. Fernando Zunzunegui jugó justo por delante de la línea de tres zagueros, con la misión de reforzar el carácter defensivo de la zona medular. El vigués cumplió el expediente y completó un buen partido dentro de su perfil. No se produjeron más variaciones en el marcador, que registró un 1-2 final que despejaba cualquier duda acerca de la permanencia de los de Vigo. Finalmente el Celta de Joseíto iba a finalizar el curso en una engañosa quinta plaza, que servía de maquillaje para una temporada verdaderamente discreta.
Operación Zunzunegui
Durante el mes de junio de 1965 y tras no pocos cantos de sirena se concretó el traspaso de Zunzunegui al Real Madrid. El futbolista debía realizar el servicio militar en el Sahara, lo que no fue óbice para que fichase por un club que ya por entonces acumulaba cinco copas de Europa. El acuerdo, por complicado que pueda parecer, beneficiaba a todas las partes. El Celta recibía un millón y medio de pesetas además de tres futbolistas cedidos. Por su parte, el jugador firmaba un contrato que le iba a reportar un sueldo claramente superior al que venía percibiendo en Vigo aunque no tan jugoso como el que le había ofrecido el Real Zaragoza. Por su parte, el Real Madrid se llevaba a un central muy valorado por entonces y que, dada su juventud, apuntaba muy alto. El veterano Santamaría veía como sus días vestido de corto tocaban a su fin y Zunzunegui llegaba para pelear por un puesto en el centro de la zaga con Pedro de Felipe.
Lo cierto es que el defensor gallego se perdió la temporada 1965/66 debido a sus obligaciones militares, algo con lo que ya contaba el club merengue. Fue una verdadera pena, ya que el Real Madrid conquistaba a finales de aquel ejercicio su sexta Copa de Europa sin saber que habrían de pasar más de 30 años para volver a saborear las mieles de la Champions.
Vaivenes en la capital
Para cuando finalizó la 'mili' ya había comenzado el año 1967, en el cual Zunzunegui comenzó a ganarse un puesto en la zaga del club blanco. Pero iba a ser en la temporada 1967/68 cuando su aportación iba a alcanzar la máxima expresión en todas las competiciones en las que participaron los de la capital. 26 partidos en liga, nueve en la Copa del Generalísimo y siete en la Copa de Europa le permitieron totalizar más de 3.800 minutos. Lamentablemente en Madrid nunca podrán olvidar la final copera de aquel año, en la que el equipo merengue sucumbió ante el FC Barcelona tras una desgraciada acción del zaguero vigués, quien introdujo el cuero en su propia portería al intentar despejar un centro sin aparente peligro que llegaba desde la banda izquierda del ataque culé. Zunzunegui había tenido ocasión de jugar en Balaídos contra un Celta de Segunda en la ronda anterior, en una eliminatoria más complicada de lo esperado para el equipo blanco. Los de Vigo se impusieron 3-2 en el encuentro de ida, obligando a los de la capital a remontar en el Bernabéu para poder alcanzar la ansiada final. Aquel episodio fue el aviso de que al equipo celeste ya le quedaba poco que purgar en la División de Plata, lo que se confirmó al año siguiente con el retorno a Primera.
Fernando Zunzunegui todavía permanecería en las filas madridistas durante seis campañas más aunque su participación nunca alcanzó ni de lejos la de la temporada 1967/68. Solo durante el curso 1970/71 consiguió unas cifras aceptables, cuando superó los 1.700 minutos entre liga y Recopa. Sorprendentemente aquel año también fue capaz de marcar tres tantos, una suerte que no dominaba pero en la que fue especialmente cruel con el Celta. Y es que por desgracia para los de celeste, el por entonces central madridista les endosó dos de los cuatro goles que marcó a lo largo de su trayectoria liguera con la camiseta blanca.
Última aventura
Ya en la década de los 70 y con la llegada de Goyo Benito al equipo blanco Zunzunegui se fue quedando sin minutos. En la temporada 1973/74, con 30 años, decidió fichar por el Levante —por entonces en Segunda División— para poner el punto final a su trayectoria como futbolista. Habían sido 112 partidos oficiales con el Real Madrid, con cuatro títulos de liga y uno de copa. Pero el gallego quería recuperar sensaciones. Sobre todo quería jugar. Ya en Valencia recuperó el protagonismo aunque el equipo terminó por perder la categoría. Ni siquiera esa última aventura le salió del todo bien. El 26 de mayo de 1974 Fernando Zunzunegui disputaba sus últimos minutos oficiales en una derrota del equipo granota ante el Tenerife. Era el momento de colgar las botas y continuar con su vida. Una vida que se apagó el 28 de agosto de 2014, cuando el antiguo central céltico ya había cumplido los 70 años.
No fue demasiado tiempo el que el gallego de apellido vasco prestó sus servicios al club de Balaídos. Las expectativas que se generaron en torno a su figura le llevaron a fichar por el club más grande de Europa, si bien una vez allí no acaparó todo el protagonismo que se esperaba. Con todo, resulta muy llamativo que un defensor de un equipo tan humilde como el Celta de los 60 llegase hasta donde llegó. Lo que parece indiscutible es que Fernando Zunzunegui no tenía nada que envidiar en cuanto a físico y contundencia a los mejores centrales de la época.