El partido, a priori, más igualado y mediático de los octavos de final de la Champions League empezó con un tremendo respeto entre ambos conjuntos. Pellegrini alineó un equipo condicionado por el rival. La defensa era la más previsible, con Zabaleta y Clichy en los laterales y Kompany con Demichelis en el centro de la zaga. Por delante de ellos, la gran novedad, Fernandinho. El brasileño se recuperó a tiempo de sus problemas musculares y fue de la partida junto con Touré. En la banda derecha jugó Navas y en la izquierda salió Kolarov, haciendo un doble lateral para frenar las subidas de Alves. Silva se situó en la media punta con Negredo por delante. Los otros jugadores que podían ser titulares y se quedaron en el banquillo fueron Javi García, Nasri o Jovetic.

El Barcelona salió con el equipo que salía en todas las quinielas, con la única duda del jugador que iba a acompañar a Messi en el ataque. Los once elegidos fueron Valdés, Alves, Piqué, Mascherano, Alba, Busquets, Xavi, Iniesta, Cesc, Messi y Alexis. El equipo azulgrana juntó a muchos centrocampistas para poder tener el control del balón, una obsesión de los dos entrenadores en los días previos al partido. En contrapartida, el equipo perdía a uno de los dos extremos y parte de la profundidad que aporta. La única duda que había era el extremo y Alexis le ganó la partida a Pedro, que a la postre no disputó ni un sólo minuto.

Mucho respeto y tanteo inicial

El inicio fue una auténtica partida de ajedrez. Los dos equipos calculaban muy bien los movimientos que realizaban para no cometer errores en el inicio. No hubo salida en tromba, ni ocasiones ni prácticamente acercamientos. Los primeros 10 minutos de cortesía que se dan dos conjuntos señores antes de empezar el verdadero duelo. Se miraron a los ojos y los locales atacaron.

Mediante Negredo, el City tuvo la primera ocasión pero no consiguió aprovecharla. Su vaselina pasó por encima de Valdés pero la trayectoria no era la correcta. Pero el remate fallido sirvió de chispa para los citizens y empezaron a buscar el gol con más insistencia. Una falta lateral se convirtió en la más clara hasta el momento pero Valdés corrigió el error en la salida cogiendo el balón antes de que nadie pudiera rematarlo. Pero aún una más de Negredo probó a Valdés antes de la media parte, con una excelente respuesta del meta.

El Barcelona quiso dominar el partido aunque eso suponía no ser tan profundo y asumir pocos riesgos. El equipo mantenía posesiones largas en campo rival con cierta facilidad pero no llegaba a superar las dos líneas de presión que el City había planteado.

Segunda mitad más abierta

Tras el paso por los vestuarios, el Barcelona salió más agresivo en ataque y más profundo. Alves buscó profundizar por la banda izquierda y Alexis buscaba balones a la espalda de los centrales. Pero un error en la salida de balón de Navas combinado con un error de Demichelis por la entrada, provocó un penalti sobre Messi y la expulsión del central argentino. Messi marcó el 0-1 y el panorama cambió por completo.

Pero lo que parecía una situación idónea para el Barcelona resultó ser una situación de nervios para los visitantes y de motivación extra para los de Manchester. Silva tuvo la gran ocasión del City pero su disparo lo atajó Valdés. El portero azulgrana volvió a demostrar que en los partidos grandes siempre es decisivo.

Ya en los minutos finales y con la conformidad de los dos equipos con el resultado de 0-1, Alves y Neymar se inventaron una combinación por la banda derecha que el primero culminó con un tiro por debajo las piernas de Hart que suponía el 0-2.

Los laterales del Barcelona, claves

Tanto Alba como Alves fueron absolutamente claves. Jordi Alba midió muy bien todas las subidas que hizo ya que le tocó estar pendiente a uno de los extremos más rápidos y desequilibrantes de Europa, Jesús Navas. Con la amenaza del exsevillista, la banda izquierda fue menos protagonista en ataque, aunque en algunas acciones Alba llegó a la línea de fondo como acostumbra. 

Por el otro lado estaba Alves. El lateral brasileño empezó muy eléctrico, con muchas ganas y haciendo de todo. Corrió mucho, fue poco preciso y se ganó una amarilla que le condicionó en defensa pero le hizo centrarse. Tras la tarjeta, Alves empezó a defender mucho mejor y anuló a Kolarov, quien hasta ese momento le había superado en todas las acciones. El lateral ex de la Lazio no pudo centrar como le gusta hacer y sufrió mucho conteniendo al portento físico brasileño. 

En la primera mitad Alves estuvo un poco más contenido en ataque, pero en la segunda se desbocó. Le dio amplitud al equipo por la banda derecha, buscó el desmarque a la espalda de Clichy y Kolarov y puso un par de centros muy peligrosos. Pasaban los minutos y Alves cada vez llegaba más, hasta que tuvo un uno contra uno contra Hart. Definió al palo largo y falló. Pero como si de un delantero estrella se tratara, Alves sabía por dónde debía finalizar la jugada si se encontraba en una situación similar. Y llegó. Tras el pase de Neymar, Alves buscó aquél espacio, sin titubear, que había visto antes: por debajo de las piernas. Y recordando a Belletti, Alves le dio al Barcelona una ventaja importantísima de cara a la vuelta.

El doble pivote no dio seguridad al City

Pellegrini incluyó a Fernandinho en el doble pivote junto a Touré, juntando a dos de sus mejores jugadores en el centro del campo. Un doble pivote muy físico pero con fútbol, capaz de defender con mucha intensidad y de atacar con criterio, a parte de finalizar cualquier jugada desde cualquier posición. Pero no todo salió como el entrenador del City quería: el doble pivote jugaba demasiado atrás y no era capaz de llegar al área rival. Fernandinho y Touré no consiguieron tener el balón cerca de Valdés ni pudieron romper líneas de presión mediante las conducciones que acostumbran a hacer.

En defensa, los dos se hundieron demasiado y dejaron jugar al Barcelona en campo rival con comodidad, aunque no dejaron espacios en la frontal del área. Con Kolarov abierto pendiente de Alves, Silva intentando incomodar la circulación y Negredo muy arriba, los centrocampistas del Barcelona gozaron de superioridad numérica para circular el balón en campo rival sin demasiados problemas.

La penalización del error

El sistema defensivo estaba dejando al Barcelona con el balón pero lejos de la portería. Aunque esperar tan atrás conlleva riesgos, algunos defensivos y otros a la hora de salir a atacar. Y estos últimos mataron al City: Navas perdió un balón cuando el equipo salía, ya que estaba metido atrás. La pérdida pilló a Zabaleta y Kompany mucho más adelantados que Demichelis y Clichy, lo que eliminó el fuera de juego. A partir de ahí, la historia conocida con el penalti, la expulsión y el gol de Messi. 

Otro error en el segundo del Barcelona, donde la defensa no cierra bien, dejando mucho espacio a Alves y Neymar en el dos contra dos. El esfuerzo físico empezaba a acusarse y, tras la pared, Alves quedó sólo ante Hart.

Pero no sólo el City cometió errores. En la primera gran ocasión de Negredo, el Barcelona demuestra una de sus debilidades: el espacio entre los medios y la defensa en ataque estático. Durante algunos minutos, el equipo de Martino dejó demasiados espacios entre líneas y el equipo estaba demasiado largo. Ante una circulación del City, la basculación no fue buena, Busquets llegó tarde y Silva pudo girarse con un gran control y poner un pase a placer. 

La diferencia entre un equipo y el otro es que el Barcelona aprovechó el primer error del City, mientras que Negredo estubo fantásticamente tapado por Piqué y no pudo acertar. Aún así, el madrileño buscó una definición de auténtico genio que por poco provoca el delirio en Manchester. 

La estrategia, anulada

El poderío físico de los jugadores del Manchester era toda una amenaza para los azulgrana, sobre todo en jugadas a balón parado. Pero Martino y el equipo acertaron con el antídoto: no dar opciones a balón parado. Tan sólo dos ocasiones del City fueron a causa de jugadas de estrategia, una falta lateral al inicio del partido y un córner en los instantes finales, con 0-1 aún en el marcador. Eso demuestra una gran concentración defensiva para no conceder ventajas al rival.