La Liga BBVA tiene nuevo líder. El Barcelona, con más pena que gloria, doblegó a un brillante Rayo, que no perdió la cara al partido en ningún momento y que durante los primeros 45 minutos estuvo más en campo rival que en el propio.

En el atípico horario en el cual se disputó el choque, Luis Enrique propuso un centro del campo que mezclaba la resistencia de Mascherano con la habilidad y la pausa de Xavi e Iniesta, que resultaron los mejores azulgranas sobre el verde. Con Pedro ocupando el lugar de Neymar y Mathieu siendo la pareja de Piqué en la zaga.

Preocupa, y mucho, el estado de Pedro Rodríguez en el Barcelona. Sabedor que es el primer cambio en cuanto a delanteros se refiere, tuvo su oportunidad de hacerse valer ante el Rayo, un equipo que deja un sinfín de espacios a la espalda de la defensa, pero se le vio pesado, falto tanto de forma como de confianza. 

El estado de Pedro debería preocupar al conjunto culé

El Rayo, por su parte, sí que fue fiel a su estilo y propuso un choque atractivo, con presión alta y marcajes férreos que impedían recibir en condiciones a los delanteros culés, que siempre tenían a alguien para impedir la recepción en carrera. Con Trashorras, el equipo de Jémez tenía personalidad con el cuero en su poder y Bueno, Kakuta y Licá daban ese criterio en la mediapunta que hacía de Mascherano, un jugador común, incluso vulgar en algunas fases del encuentro. 

Suárez desencadenado

Vertiginoso. Así fue el comienzo del choque para ambos equipos. Los más de 87000 espectadores - récord de la temporada - que se dieron cita en el Camp Nou disfrutaron con un Suárez que cada día que pasa se le ve más cómodo, más todavía si la zaga rival le cede 30 metros a la espalda y con el meta como único impedimento para hacer lo que mejor se le da. En una de esas, cuando apenas se habían disputado cinco minutos, Xavi le hizo un regalo precioso en forma de asistencia que el uruguayo, que lleva cuatro choque seguidos viendo portería, no perdonó.

Tras el gol, el Barcelona vivió sus mejores momentos sobre el verde en cuanto al primer acto se refiere. Abdoulaye, previo penalti que Gil Manzano no señaló, evitó el segundo del charrúa, que se desesperaba con el colegiado extremeño. Las reacciones del '9' culé solo podían ser comparables a la desesperación que sentía Messi cada vez que el ataque azulgrana lo lideraba Pedro. La apatía del canario, que no daba una a derechas, la iba aprovechando el equipo de Vallecas para sentirse más cómodo sobre el verde una vez había pasado lo peor para sus intereses. 

Baptistao, en continua pelea con Mathieu, lo probó desde lejos, como Trashorras, pero sin ver portería. Al descanso, la mayor y única diferencia que se vio en el partido es que los de Luis Enrique metieron las que generaron y los de Jémez no.

Messi lidera el vendaval

Durante la segunda mitad se abrió la veda. Tan pronto como abrió la lata Suárez en el primer acto, lo continuó Piqué en el segundo. Tras cabecear Alba al larguero en un córner, Gerard sacó el delantero que lleva dentro para firmar su cuarto gol en lo que llevamos de campaña. Tras el 2-0, el festival de Messi.

Es tan grande el argentino que solo se le exige la perfección e incluso cuando sucede, parece poco. En apenas 12 minutos el argentino marcó su enésimo hat-trick, incluso fallando un penalti que Gil Manzano mandó repetir y que supuso la expulsión de Tito, por doble amarilla. El segundo, de oportunista y el tercero, que le permitía igualar a Cristiano en la cabeza de la Bota de Oro, de lo que es él, de genio.

El Rayo, pese a jugar en inferioridad no entregó nunca la cuchara y como recompensa llegó el gol del honor, obra de Bueno y desde los once metros tras un penalti que cometió Alves y que le valió la expulsión. Las ocasiones azulgranas se sucedían mientras el reloj corría sin cesar. El nuevo líder goleó pero dejó dudas similares al anterior, pese al gol final de Suárez, que sorteó a Cristian previo regalo de Messi.