Hace un año la empresa Stochos Sports Entertainment realizó un estudio en el que se reveló que el Barça era el club extranjero con más simpatizantes en Brasil. Uno de cada cuatro brasileños sentía simpatías por el Barça, sin duda forjadas por el recuerdo dejado por estrellas del fútbol brasileño como Romario, Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho, el caso es que la dilatada vinculación del conjunto azulgrana con Brasil se remonta a más de ochenta años atrás.

El maranhense Fausto dos Santos fue pionero de la histórica vinculación futbolística entre Brasil y Barcelona. De figura estilizada y piel aceitunada, era un medio que distribuía el juego con asombrosa maestría. El Barcelona le descubrió en una gira que hizo Vasco de Gama por Europa. En Vasco era conocido como la “Maravilla negra” y aquel gran equipo liderado por Fausto que partió de Río a bordo del navío Arlanza en 1931, asombró en los estadios europeos. Madrid, Vigo y Barcelona se deleitaron con el medio maranhense. En Portugal y tras un partido de los remeros vascaínos ante un combinado de jugadores de Sporting y Benfica, el periodista luso Alberto de Freitas, quiso resumir su calidad con un comentario ciertamente desafortunado: "O centromédio faz verdadeiras maravilhas, passeando a vontade pelo campo. Com tanta categoria até se pode não ser branco". Fausto no suele figurar en el selecto grupo de fundadores del fútbol brasileño, pero en su época pocos futbolistas tenían tanto talento como él. Es más, muchos le apuntan como mejor medio de su generación; Leónidas y Domingos, (cracks de su época) quedaron en la memoria, pero al no existir registros visuales del juego de Fausto, su genialidad solo es constatable mediante la memoria hablada y la hemeroteca. Una de las razones por las que su leyenda no llegó a consolidarse en Barcelona, fue por su tremenda afición a la bohemia, a la noche, a los clubes nocturnos y a la música. Fausto fue por tanto uno de aquellos cracks que se nos fueron prematuramente, perdido en la madrugada y una salud delicada que se fue deteriorando progresivamente.

La efímera etapa del medio brasileño con la camiseta azulgrana no impidió que llegara a recibir por parte de France Football una crítica altamente positiva: "Fausto hace con espantosa facilidad lo que otros harían con un esfuerzo sobre-humano. Con su fútbol maravilloso vino a enseñar a Europa como debe un jugar un medio centro". Pero la enfermedad, una extraña gripe que padeció durante años (que en realidad era tuberculosis), condicionó buena parte de su carrera y muy especialmente su experiencia en Barcelona. El jugador brasileño tuvo varios desencuentros con los directivos blaugranas, que pretendían que jugase enfermo. Si a ello sumamos que todo el dinero que ganaba lo pulía en la bohemia madrugada barcelonesa, se comprende su fugaz estancia en Barcelona, donde jugó treinta partidos no oficiales en los que anotó 3 goles.

La tuberculosis le mató en 1939 a la edad de 35 años, junto a él llegó su compañero Jaguaré Bezerra de Vasconcelos, portero de Vasco que solo jugó con la camiseta azulgrana dieciséis partidos amistosos. El guardameta, como Fausto, fue ídolo de Vasco y uno de los primeros en probar suerte en el fútbol europeo. Cuando firmó por el Barça tuvo que regresar a Brasil, para arreglar los papeles y no ser sorteado para el servicio militar. Precisamente de aquella época conservó la apariencia de los porteros europeos, siendo el primero en portar guantes y gorro blanco en el fútbol brasileño. Jugó en el Olimpique de Marsella, conjunto en el que pasó a la historia al convertirse en el primer portero en anotar un gol desde el punto de penalti en partido oficial, en la final de la Copa francesa de 1938, vencida por el conjunto marsellés, 2 a 1 ante el Metz.

En derredor de este par de futbolistas brasileños, que pasaron fugazmente por Barcelona, existe otra curiosa historia que podría haber cambiado la historia del club blaugrana, pues investigando en la hemeroteca descubrimos que el 6 de enero de 1932 El Mundo Deportivo abría su edición con el siguiente titular: “Ayer debieron embarcar en Río de Janeiro rumbo a Barcelona Jaguaré y el fenómeno Leónidas Da Silva”.

Se esperaba que Leónidas, la perla de 19 años, llegara a Barcelona tras jugar un partido de despedida ante Buonsucceso. Tanto Fausto como Jaguaré, ensalzaron vivamente las cualidades de Leónidas, (que como sabemos se convirtió en uno de los mejores jugadores de la historia de su país) pero Da Silva nunca llegó a Barcelona y acabó firmando por Peñarol de Montevideo.

El siguiente en llegar de tierras brasileñas fue Lucidio Batista da Silva, apodado el cabezón. Se desenvolvía en la posición de extremo derecho, y dejó la efímera huella de tan solo seis partidos disputados y un gol entre 1947 y 1949. A Lucidio corresponde el honor de ser el primer brasileño en debutar en partido oficial con la camiseta culé. Su paso por la historia azulgrana quizás se reduce tan solo a eso, aunque durante esa etapa el Barça ganara dos Ligas, una Copa Latina y una Copa Eva Duarte.

Evaristo, fuera de serie

Evaristo de Macedo (1957-62) fue sin duda la primera gran estrella brasileña que logró su completa adaptación a la ciudad Condal, al equipo azulgrana. Llegó procedente de Flamengo en 1957, el legendario Josep Samitier fue el encargado de cerrar su fichaje. De los 178 goles que anotó en 226 partidos en las cinco temporadas que jugó en el Barça, destaca de manera muy especial el que le hizo al Madrid en Copa de Europa. Un gran gol para la historia, que hizo tambalear la hegemonía del Real Madrid en Europa. Anotado un 23 de noviembre de 1960, fue un tanto de bella factura firmado de peixinho. Un instante, una imagen histórica, captada por la cámara de Pérez de Rozas, que se convirtió en emblema de una marca de relojes. Aquel gol supuso la primera eliminación europea del Real Madrid (campeón en las primeras cinco ediciones) en su historia. Evaristo fue una pesadilla para los seguidores madridistas, que vieron cómo en su primer clásico anotó un hat trick. Con la camiseta azulgrana compartió equipo junto a Ramallets, Suárez, Kubala; dirigido técnicamente por Helenio Herrera conquistó tres copas de la UEFA (1958/1959/1960), dos Copas del Rey (1959/1962) y dos ligas (1969/1961). Su vinculación al Barcelona comenzó a resquebrajarse en 1962, cuando no aceptó la condición del Barça de que debía nacionalizarse español para renovar su contrato, por lo que acabó firmando por el Real Madrid. Su marcha al eterno rival provocó la indignación de los socios blaugranas, que tardaron en encajar su salida, cargando duramente contra la directiva. Evaristo dejó un gran recuerdo en Barcelona y se le considera como uno de los brasileños que más rindieron e hicieron disfrutar a la afición blaugrana.

Walter Machado da Silva llegó a Barcelona en 1966, apodado Batuta, su paso por el conjunto azulgrana estuvo marcado por la infructuosa espera de que se reabriera el mercado de extranjeros en el fútbol español. Por la citada circunstancia pasó anecdóticamente a la historia con el apodo de ‘chófer de Llaudet'. El por entonces presidente Enric Llaudet Ponsa, presionó infructuosamente a la Delegación Nacional de Deportes con el objetivo de lograr la apertura de fronteras. Llaudet no lo consiguió y en unas declaraciones no muy afortunadas afirmó lo siguiente: "Será mi chofer; siempre me ha hecho ilusión tener un chofer negro". Este fue sin duda uno de los mayores fiascos de su gestión. Walter Machado, sólo jugó 14 amistosos.

Mario Marinho Pérez fue firmado por el Barça en 1974 en condición de oriundo, como uno de aquellos extranjeros con ascendientes familiares en territorio español. Marinho se convirtió en el primer defensa brasileño en jugar en el Barcelona, llegó procedente del Santos y tras completar un gran campeonato del Mundo con Brasil en 1974. Precisamente en torno a su figura y el Mundial de Alemania, se generó una anécdota recordada en el Camp Nou. Marinho se enfrentó a Holanda con la camiseta canarinha y en el transcurso del partido propinó un codazo a Neeskens, que le dejó un ojo morado. Cuando se incorporó a los entrenamientos del Barça, el medio holandés aún conservaba visibles los efectos del encontronazo con Marinho, que cohibido fue finalmente acogido con toda normalidad por ‘Johan Segundo’, puesto que lo que se produce en el campo queda dentro de él. Como petición expresa de Rinus Michels, el técnico holandés lo utilizó con asiduidad durante la primera temporada, en la que rindió a un nivel aceptable. Pero la marcha de Michels y la llegada de Hennes Weisweiler, con un nuevo sistema de juego le perjudicaron, aunque la verdadera razón que le obligó a marcharse, fue el requerimiento del Gobierno franquista de su incorporación a filas para cumplir el servicio militar obligatorio. En los dos años que permaneció en el club jugó 37 partidos y anotó dos goles.

Silvio Bio Modesto se encargó de engrosar la conexión brasileña y lo hizo porque Cruyff y Michels le vieron jugar en Terrasa, decidiendo incorporarle al Barça en 1978. Bio jugó 25 partidos y anotó 7 goles, siendo especialmente significativo el anotado en la tanda de penaltis contra el Anderlecht que clasificó al equipo a la final de la Recopa contra el Fortuna Düsseldorf. Su relación con los compañeros fue especial, el brasileño fue querido en el vestuario, por ello durante muchos años y siendo conocedores de su delicada situación personal, recibió por parte de la Asociación de veteranos del Barça, una asignación de 400 euros mensuales. Desgraciadamente poco más se pudo hacer por él, pues murió en su tierra natal tras pasar años mendigando por las calles brasileñas.

Roberto 'Dinamita', leyenda vascaína llegó al Barcelona en el invierno de 1980, los técnicos culés habían sido testigos de sus habilidades goleadoras y el delantero que estuvo a punto de firmar por el Manchester United acabó recalando en el Camp Nou. Con vitola de estrella, Roberto se fotografió incluso con cartuchos de dinamita, haciendo presagiar la volatilidad de un remate que presuntamente firmaría muchos goles con la camiseta azulgrana. La misión era complicada, pues Roberto tenía que hacer olvidar a un tremendo goleador como Hansi Krankl, pero el brasileño llegó con la pólvora mojada. Roberto solo anotó tres goles con la camiseta del Barça y el pulso que mantuvo con Helenio Herrera acabó por rubricar el estrepitoso fracaso de su pasaje por Can Barça, abandonando el equipo tan solo unos meses después de su llegada y por la mitad de lo que el club catalán había pagado por él.

Cleo que llegó en 1982, avivó el fuego de la leyenda negra de los brasileños con la camiseta del Barça. Solo jugó un amistoso y se formó un revuelo de considerables dimensiones respecto a su presunta homosexualidad, algo que negó su novia desde Brasil. Evidentemente e independientemente de si fuera o no cierta la noticia, la sociedad de la época aún no estaba preparada para ello. Recaló en el Barça con el objeto de sustituir a Schuster hasta final de temporada, pero antes de sellar su contrato debía pasar una prueba técnica en la que no convenció a los profesionales técnicos del Barça. El medio de Internacional de Porto Alegre se había encargado de cubrir el vacío dejado por Roberto Falcao tras su marcha. De origen germano-brasileño, evidentemente nada tenía en común con aquel legendario germano-brasileño llamado Arthur Friedenreich, primera gran leyenda del fútbol brasileño. El caso es que Cleo solo jugó un partido, y se suele recordar con sesgadas intenciones que se casó.

Aloisio Pires se convirtió en 1988 en el primer extranjero contratado por Johan Cruyff, procedente del Internacional de Porto Alegre y tras ganar la medalla en los JJOO de Seúl, se incorporó al primer proyecto de Johan. Aloisio cumplió y jugó asiduamente durante dos años, hasta 1990, conquistando una Recopa y una Copa del Rey.

Romario, dibujos animados

En 1993 Johan Cruyff quiso matizar el fútbol del Dream Team con la naturaleza creativa de Walt Disney, pues un dibujo animado recaló en el Camp Nou. Romario era un ausente genial que cuando despertaba encendía el motor de explosión y detenía el tiempo delante de los porteros. En ese no tiempo enviaba sutilmente a dormir el balón al fondo de la red, y regresaba impávido de inmediato a su mundo de ausencia. En su primera temporada firmó un año apoteósico: prometió 30 goles en la Liga y los hizo. Pero en la segunda quedó enredado en la noche, Romario solía decir que si no salía por la noche no marcaba, pero el pequeño genio Jacarezinho quedó definitivamente enredado en la madrugada y sus sinuosas formas femeninas, dándolo todo en la vida nocturna. Su rendimiento bajó considerablemente y el dibujo animado se difuminó entre imborrables goles y recuerdos, marchándose a Flamengo en 1995.

En Vila Belmiro suele surgir un nuevo Pelé cada cinco años y no es nada fácil sobrellevar esa pesada carga. Giovanni Silva la llevó como pudo recalando en Barcelona con la vitola de futuro crack mundial, algo para lo que no estaba preparado un chico introvertido que con el tiempo demostró no ser Pelé, tampoco una figura mundial, pero sí un futbolista de muy bien nivel que fue clave la conquista de la Liga 1997-98 para el Barcelona. Se marchó un año después.

Ronaldo, el fenómeno

Foto: rtve.es

Con Ronaldo Nazario encontramos posiblemente la irrupción más estelar de un brasileño en la historia del Barcelona. Procedente del PSV, firmó un año imponente: 47 goles oficiales. “El Fenómeno” irrumpió en Barcelona como una estampida de bisontes, su arrancada imparable, su calidad y clarividencia en el instante supremo, precipitaron las comparaciones con los más grandes de la historia. La teoría de la reencarnación del talento volvió a tallarse de realidad en aquel Ronaldo, pero en su físico coexistía el binomio de dos mundos, en uno de ellos una bestia imparable que dejó a su sombra patadas al aire y utopías en movimiento, y en el otro la fragilidad de sus rodillas, que como tallos de eneldo e hinojo se quebraron, siendo incapaces de soportar la energía cinética de un tornado. Jugó una sola temporada en Barcelona, algo inolvidable e imperdonable, puesto que pasaron años hasta que la afición pudo perdonar a Nuñez y a Gaspart, la decisión de dejarle marchar al Inter por no llegar a un acuerdo económico. El caso es que ambos pusieron de su parte, Ronaldo y su representante pidieron el cielo, y Núñez no supo ver la dimensión del futbolista que tenía en sus manos. Solo una palabra puede definir aquel año de Ronaldo: inolvidable.

La espada de Damocles del recuerdo persiguió insistentemente a Sony Anderson, que fue comprado al Mónaco por 3.000 millones de pesetas para sustituir a Ronaldo. Y la inmensa estela de Ronaldo estaba tan reciente en las retinas de los socios azulgranas, que su intento por rendir y agradar a los aficionados en el conjunto dirigido entonces por Van Gaal, siempre perdió en las comparaciones. Aun así “El pistolero” demostró ser un buen delantero, un buen futbolista que jugó 55 partidos y anotó 21 goles.

Rivaldo, pata de pau

Foto: Mundo Deportivo.com

Rivaldo Vitor Barbosa fue la razón por la que el Barça dinamitó el mercado de fichajes en el verano de 1997, puesto que el conjunto azulgrana pagó su cláusula apurando al máximo el plazo, generando un profundo malestar en el Depor, su club de procedencia, donde había dejado muestras sobradas de su calidad. Rivaldo “Pata de pau”, jugó cinco temporadas en Can Barça y firmó 124 goles como culé. Desde su primera temporada demostró las enormes cualidades de aquel chico de piernas largas y arqueadas, mirada melancólica, zurda prodigiosa y zancada de gacela que asombró al mundo. Es por tanto otro de los grandes brasileños de la historia del Barça. Rivaldo ganó el Balón de oro, 2 Ligas, 1 Copa del Rey y una Supercopa de Europa vestido de azulgrana. Se marchó en 2002, cuando sus lesiones y sus discrepancias con Van Gaal precipitaron su marcha.

Thiago Motta se incorporó como juvenil en el año 2000, completando su crecimiento en los escalafones inferiores del Barça, y demostrando nivel para jugar en el primer equipo, como así fue. Pero la personalidad de Motta y su estilo de juego, no acabaron de encajar en la medular del Barça, donde por entonces se buscaba otro perfil de futbolista. Permaneció en Barcelona hasta 2007

Geovanni Deiberson fue uno de los fichajes errados de la 'era Gaspart', con un contante de traspaso de 21 millones llegó en 2001 procedente de Cruzeiro, donde era estrella. Había destacado en las divisiones inferiores de la selección brasileña, siendo presentado como la mayor perla brasileña de futuro de la época. Pronto se pudo comprobar que en la operación se había vendido demasiado humo y su presunta genialidad no se ajustaba demasiado a la realidad. Geovanni no tenía el nivel exigido para jugar en un equipo como el Barça, por ello solo jugó 26 partidos en dos temporadas marcando un solo gol.

Fabio Rochemback llegó también en 2001, en el ‘pack’ de estrellas que le vendieron a Gaspart. Fábio costó 15 millones, aunque fue utilizado con mayor asiduidad y se entregó por completo a la causa azulgrana, lo cierto es que el chaval puso más empeño que talento para demostrar que podía jugar en el Barcelona.

Ronaldinho, la sonrisa mágica

Foto: www.sportskeeda.com

2003 fue un año decisivo en la historia del Barcelona, pues en aquel verano la nueva directiva de Laporta y gracias a las gestiones de Sandro Rosell, Ronaldinho Gaúcho firmó por el Barça por 27 millones pagados al PSG. Ronnie merece un apartado especial, pues en pocas ocasiones en el fútbol unos pies pueden albergar tanta magia y una sonrisa tanta positividad. Tras cinco años sin títulos, tras una etapa ciertamente gris, el sol volvió a salir en el Camp Nou y al primer Ronaldinho que se pudo disfrutar debe hacérsele justicia histórica, pues muy posiblemente sin su presencia no se habrían ganado dos Ligas y la Champions de 2006. La plantilla que se conformó fue extraordinaria, pero no podemos pasar por alto que con Ronaldinho comenzó todo, el Barça volvió a contar en Europa y Leo Messi encontró la fuente de inspiración definitiva para su futura explosión mundial. Son muchos los históricos blaugranas que merecen una estatua, Kubala ya es de bronce, Cruyff lo debería ser, Leo lo será, pero el Barça debería dedicar un stand exclusivamente a la magia en su museo con el busto del gaúcho. Ronnie era pura magia gaucha, la sonrisa de una nueva época para el Barça, todo el sambódromo en su carrera, regates que salían como conejos de la chistera de sus pies y su cintura de arena. La inmensa llama de su futbol nunca se apagará, pero la de su profesionalidad se extinguió prematuramente en 2008, cuando se marchó con el sonido de la batucada nocturna.

Juliano Belletti, el héroe de París

Fue también especialmente prolífico el año 2004, pues se incorporaron al club cuatro brasileños (uno de ellos de nacionalidad portuguesa), dos medios y dos laterales. En cuanto a los laterales, ambos dotados de gran calidad y mucha profesionalidad. Los defensores llegaron con la ventaja de no precisar de periodo de adaptación, pues habían demostrado sobradamente su talento en la Liga española. Juliano Haus Belletti, centrocampista reciclado al lateral diestro llegó procedente del Villarreal por 5,3 millones de euros y los derechos de Pepe Reina. El italo-brasileño siempre cumplió, pero solo anotó un gol con la camiseta azulgrana. Pero señores, qué gol: final de la Champions de 2006 disputada en París ante el Arsenal, Belletti ingresa al terreno de juego en el minuto 71 y diez minutos después inicia una jugada por la derecha en la que cede a Larsson, el sueco maniobra inteligentemente y tras ver la internada del lateral le filtra un pase con la zurda al área, donde irrumpe para batir a Almunia, entrar en la historia del Barcelona y convertirse en el héroe de París. Su imagen, arrodillado junto al palo con las manos en la cara, resume su paso por el Barça. En 2007 se marchó al Chelsea.

Silvio Mendes 'Sylvinho' fue el otro lateral que se incorporó al Barça, muy experimentado y con vocación ofensiva siempre estuvo en disposición de ayudar al equipo durante los cinco años que vistió la camiseta del Barcelona, siendo titular en la histórica final de Champions de 2009. El medio que se incorporó al Barça en aquel año de 2004 fue José Edmilson Gomes, llegó procedente del Olympique de Lyon y jugó tanto de mediocentro como central. Edmilson era muy buen futbolista, pero las lesiones lastraron su rendimiento con la camiseta del Barcelona, muy especialmente una rotura de ligamentos a poco de llegar que le mantuvo alejado de los terrenos de juego por espacio de siete meses. Permaneció cuatro temporadas en el Barça y es muy recordada la anécdota suscitada con ocasión de unas declaraciones suyas sobre la existencia de ‘ovejas negras’ en el seno de la plantilla: “En el mundo hay buena gente y mala. En nuestro vestuario hay buena gente, pero otros que parece que no quieran nada. Nosotros, dentro de nuestro grupo de jugadores y entrenadores, formamos una familia. Y muchas veces tenemos en una familia una oveja negra. Tienes gente que piensa distinto, y gente que tiene gusto”.

Deco, fútbol de salón

En este periodo histórico converge la mayor concentración brasileña en el seno de la plantilla azulgrana, puesto que llegaron a coincidir hasta seis futbolistas brasileños en la plantilla. Belletti, Ronaldinho, Sylvinho, Deco (con nacionalidad, no obstante, portuguesa), Thiago Motta (de nacionalidad italiana) y Edmilson. Capítulo aparte merece Anderson Luis de Souza, más conocido como Deco, futbolista brasileño nacionalizado portugués. Fundamentalmente por su tremenda calidad y su trabajo en la parcela media del terreno de juego y al igual que Ronaldinho por la influencia futbolística que tuvo sobre Leo Messi. En Deco muchos quisieron ver y lastrar su calidad al ser un futbolista de pasos y carrera corta, pero solo bastaba verle jugar para percatarse de la enorme trascendencia que tenía en el juego defensivo y de ataque del equipo, su constante peligro, su constante trabajo y su evidente inteligencia posicional. Sin duda cuatro años para el recuerdo de un futbolista que nacionalizado portugués debe ser considerado igualmente brasileño, pues alumbró su fútbol en Bonfim, estado brasileño de Roraima.

El año 2008 fue un año desigual en la vinculación histórica de brasileños al Barcelona, pues por un lado fue absolutamente decisivo y por el otro supuso una pequeña decepción. Decepción porque se incorporaron con mentalidad de futuro a dos futbolistas que tuvieron un paso testimonial, casi burocrático, no en vano pisaron más las oficinas del Camp Nou, que las instalaciones deportivas del club. Son dos de esos fichajes difícilmente explicables en un club de tan elevada profesionalidad como el Barcelona, en el caso de Henrique Adriano Buss que firmó por 8 millones no era un mal central pero fundamentalmente inédito con la camiseta azulgrana, protagonista de cesión tras cesión. Jugó tan solo cinco amistosos de pretemporada vestido de azulgrana. El club catalán lo cedió al Bayer Leverkusen, luego dos campañas al Racing de Santander y lo devolvió al Palmeiras. Nunca convenció a Guardiola, junto a él recaló en el Barça, Keirrison de Souza Carneiro, delantero que dicen iba para crack costó 14 millones y lo único que pudo hacer es fotografiarse junto al escudo blaugrana con el pulgar en alto. Jamás se adaptó al fútbol europeo y tres años después, el Barça lo regalaba al Coritiba. Como vemos no solo Zubi comete errores, en plena época dorada de Pep, Txiqui Beguiristain emborronó su flamante libreta.

Dani Alves, moto GP

Indudablemente la referencia decisiva de aquel año 2008 fue la incorporación procedente del Sevilla de Daniel Alves da Silva. El Barça firmaba sobre seguro, el lateral brasileño era uno de los defensas con mayor proyección del fútbol mundial y había demostrado sobradamente su capacidad en el fútbol europeo. Era una de las grandes perlas del mercado y Del Nido negoció bien, el Barça 35,5 millones de euros de su traspaso (29,5 millones fijos más seis en variables, por clasificación y títulos). Una cantidad sobradamente amortizada con el rendimiento del que es a juicio de muchos el mejor lateral diestro de la historia del Barça. Dani ha sido la moto GP de la banda diestra azulgrana en los mejores años de la historia del club. Nadie le ha podido discutir la titularidad, su calidad, personalidad y condiciones físicas han dejado huella junto a la línea de cal. Alves por ser defensa no gozará del peso del recuerdo que dejaron jugadores ofensivos como Evaristo, Romario, Rivaldo, Ronaldo o Ronaldinho, pero en las estadísticas del club pasará siempre por ser el futbolista brasileño que ha ofrecido mayor rendimiento o cuando menos más regular. Así lo constatan los más de trescientos partidos disputados con la camiseta del Barcelona por el correcaminos de Juazeiro.

En 2009 se incorporó al Barcelona Maxwell Scherrer Cabelino Andrade, el club pagó 4 millones al Inter por un futbolista en el que Guardiola valoró la calidad, polivalencia y amplia experiencia de un jugador que encajaba en la filosofía del técnico. Jugó fundamentalmente como lateral diestro y en ocasiones en la medular, cumpliendo aceptablemente tanto en labores defensivas como ofensivas. Se marchó en 2012 al PSG.

Adriano Correia en 2010, se convirtió en el primer fichaje de la era Rosell, los técnicos y de manera muy especial, el recordado Tito Vilanova valoraron en él su polivalencia, su capacidad por ambos perfiles y su profesionalidad. Tito llegó incluso a ubicarle como central, cumpliendo el brasileño en todas las posiciones para las que se le requería. Recientemente renovó hasta 2017.

Neymar Jr., la samba del futuro

En mayo de 2013 se produjo la llegada al Barcelona de la estrella más emergente del fútbol brasileño, Neymar da Silva Santos Júnior firmaba por el Barcelona por la supuesta cantidad de 57 millones de euros. Sandro Rosell daba su segundo golpe de efecto tras su histórica negociación por Ronaldinho años atrás, pero en esta ocasión la estratégica partida del por entonces presidente azulgrana, le saldría tan cara como para tener que abandonar la presidencia del club. Demasiados intereses ocultos, demasiados números bajo la alfombra, demasiados beneficiarios, demasiados vencedores y vencidos. Un contrato tremendamente complejo que sigue dando que hablar en los tribunales. Afortunadamente al otro lado está Neymar, el futbolista, un chico que ha necesitado su periodo de adaptación, al que siempre se le han identificado cualidades diferentes al resto, para el que el fútbol es un deporte que reta constantemente a la gravedad, pues sus veloces pies apenas tocan la hierba. Su intangible fragilidad, va acoplando su cuerpo al fútbol europeo y al juego del Barcelona, el Neymar de hoy parte desde la izquierda, su movilidad, sus rupturas, sus diagonales, su conexión con Luis Suárez, y muy especialmente con Messi, representan una de las asociaciones más letales del fútbol actual. Como sucedió con Ronaldinho y Messi, Neymar crece al abrigo genial de Leo y solo depende del brasileño ubicar el lugar exacto en el que quedará su techo futbolístico, pues calidad tiene a raudales.

Finaliza por el momento la histórica vinculación Brasil-Barcelona con Douglas Pereira Dos Santos, una incorporación difícilmente comprensible si lo que se pretendía era la adaptación del futbolista brasileño al fútbol europeo, y su supuesta posterior consolidación como sucesor de Dani Alves. Los números hablan por sí solos, 6 millones de euros de coste de traspaso, tres partidos jugados hasta ahora, ninguno completo, solamente uno como titular y el murmullo de la grada que siempre le acompañará. Sin duda la peor forma para lograr la adaptación al fútbol europeo de un futbolista que tan siquiera podemos valorar.

No así a la histórica conexión Brasil-Barcelona, fruto de la cual brotan inolvidables vivencias para un socio que jamás se cansará de disfrutar con la samba más azulgrana.