Messi. Siempre, él, en cada uno de los partidos que disputa, más todavía en esta parte final, hasta que el argentino quiso el Athletic fue superior pero apenas un cuarto de hora después de la mayor pitada al himno de España que se recuerda cogió el cuero y gambeteó, ordenó, jugó y goleó y, sobre todo, disfrutó. Y es que cuando Leo sonríe, el Barça es feliz y, en este caso, el conjunto vasco fue le danmificado.

99.000 espectadores se dieron cita en la gran final siendo mayoría absoluta los rojiblancos, que llenaron aproximadamente el 70% del Camp Nou que, por vez primera en la historia, acogió como visitante al Barça.

Valverde sorprendió a propios y extraños con un once en el que poblaba el centro y con Balenziaga haciendo un marcaje al hombre a Leo Messi por todo el ataque azulgrana. Luis Enrique, por su parte, alineaba lo esperado con ter Stegen en el marco y Mascherano e Iniesta de titulares por delante de Mathieu y Xavi.

Un dominador asustado

Los primeros compases del partido fueron claramente del bando local, el Athletic. Espoleado por su afición, entregada a la causa, creaba más sensación de peligro que ocasiones como tales. La presión alta que ejercían Aduriz y Williams, en ocasiones demasiado revolucionados, ponía en ciertos aprietos a los azulgranas, que veían en Piqué la única vía de salida clara desde atrás.

Poco a poco el Barça se fue quitando la presión de encima centrándose en la figura de Messi. Nunca antes un futbolista tan menudo como el '10' culé atesoró tanta magia en sus botas.

Apenas corría el cuarto de hora inicial y ya avisó de que estaba listo para la historia. Un pase medido desde el costado derecho habilitó a Neymar para golear a Herrerín. El colegiado, tras levantar la bandera su asistente, invalidó el gol ante las dudas de muchos de los presentes en el estadio. El partido había cambiado.

Un cuarto de hora, quince minutos. Eso es lo que duró la inercia positiva a los de Valverde, que vieron que, en apenas dos pases coherentes, Leo les había desmontado el entramado defensivo.

Cuatro minutos más tarde el tiempo se paró. O al menos esa sensación se vivió en el Camp Nou. Lionel, siempre él, encaró a Balenziaga, que ya había mostrado sus ganas de frenar al argentino. Él, Leo, se deshizo del lateral, también de Rico y de todo aquel que le hacía frente o al menos lo intentaba. Tras entrar al área recortó hacia dentro a Laporte y fusiló escorado a Herrerín.

Inconscientemente, la final había terminado. El Athletic lo siguió intentando hasta el final, sin nada que perder, pero con más corazón que fútbol y el Barça, este Barça, con espacios es imparable. Primero Neymar, también Luis Suárez y hasta Lionel de nuevo pusieron contra las cuerdas al conjunto vasco, que a los 35' vio como el Barça se gustaba en el segundo tanto del choque.

La jugada, como siempre, nació en las botas del '10' argentino, omnipresente por todo el ataque y siempre con Balenziaga por detrás. El cuero llegó a Rakitic que aceleró a Suárez, todavía con molestias, le regaló el tanto a Neymar. El brasileño, que empataba con Aspas como máximo goleador de esta edición, seguía de dulce en las grandes citas de la temporada.

Homenajes a leyendas

El segundo tiempo tuvo, sobre todo, momentos de emoción. Apenas había rodado unos siete minutos el cuero tras el descanso que Xavi Hernández entró por última vez a la que ha sido su casa para jugar un partido de fútbol. Iniesta, sustituido por el egarense, le entregó el brazalete del club que ha defendido durante 17 largos y gloriosos años.

Tras la ovación cerrada de todo el Camp Nou al '6' culé llegó una para el capitán rojiblanco. Iraola se despedía de los suyos entre cánticos en su honor pero con las prisas del que va perdiendo y le falta tiempo.

El partido, mientras tanto, moría con el dominio azulgrana y las llegadas, controladas todas ellas, del Athletic. Messi y Suárez iban avisando a un Herrerín que, pese el resultado, mantenía la vida al equipo de Valverde.

Sentenciados con honores

Quedaban apenas quince minutos cuando Leo dijo basta. El '10', siempre él, recogío un balón colocado por Dani Alves en el corazón del área vasca para ajusticiar a Herrerín.

Era el 0-3 y el partido moría de tal forma que ambos entrenadores terminaban sus cambios. Iturraspe e Ibai por parte local y Mathieu y Pedro por los visitantes pudieron sentirse partícipes de la final, de la gran final.

Tras los cambios, Williams puso el honor en los suyos y entonces llegó lo peor. Un recurso innecesario para algunos de Neymar desencadenó una trifulca en la que todos quería agredir al brasileño, que después vio la amarilla. El broche triste a una final ganada por el Barça de él, de Messi. Quién sino, el argentino, el próximo Balón de Oro, que cuando quiso ajustició a un voluntarioso pero poco incisivo Athletic al que le vino grande defender a Messi.