Pudo ser de muchos pero fue de Vermaelen. Con Messi, Neymar o Suárez el gol parece una tarea sencilla, pero tuvo que ser el belga, que renace este curso, quien dio los tres puntos a Luis Enrique, que siguió siendo inferior a su homólogo, como ya le ocurrió con Valverde. Con Lionel y Andrés como líderes, los azulgranas dominaron tras un primer tiempo gris, oscuro, como pocas ideas y menos fútbol.

Se presentó en el Camp Nou Javi Gracia con el Málaga tras ser el único equipo que la pasada campaña dejó a cero al Barcelona, al campeón de Liga, Copa y Champions y cuyo tridente atacante anotó la friolera de 122 goles en el curso, récord histórico, y lo hizo como siempre, con las ideas claras, la libreta preparada y una fortaleza mental inigualable. Con Weligton, que duró poco más que lo que tardó el colegiado en dar inicio al encuentro, como líder defensivo y Recio llevando el timón, los malacitanos se encomendaban al acierto Amrabat más la inspiración de Juankar para hacer saltar la banca en el templo azulgrana.

Enfrente, el supercampeón de Europa con Leo Messi como principal referencia tras ser coronado como el 'Rey del continente' tras su mayúscula campaña, que finalizó con todos los títulos posibles en la vitrina azulgrana. Luis Enrique, que se medía por tercera vez a su homólogo navarro, tampoco pudo superar desde su puesto el trabajo de un invitado con tendencia a rebelarse ante las adversidades.

Javi Gracia humaniza al tridente

El Barça en San Mamés, en la primera jornada, sumó tres puntos, perdió a un lateral como Dani Alves pero, a su vez, también ganó a un central. Thomas Vermaelen, de nuevo titular por tercera vez esta campaña, demostró a los más reticentes que está preparado para competir con Mascherano, Mathieu, Bartra y Gerard Piqué por ser el mariscal de la zaga culé.

El primer tiempo del Barcelona ante su particular bestia negra fue apático, obsoleto de fútbol controlado. Los de Luis Enrique tenían el balón pero el Málaga no sufría sin él. Los culés llevaban el peligro, las ocasiones, pero el equipo sureño controlaba en todo momento el tempo del choque. Un excelso Andrés Iniesta, al cual el brazalete de capitán le está llevando al fútbol que deleitaba no hace mucho tiempo, era la mejor noticia en clave ofensiva del cuadro local, que espoleado por un público caliente con las decisiones del colegiado, no conseguía trenzar ocasiones relativamente claras ante el marco de un Carlos Kameni que cada vez que pisa el templo azulgrana se crece como pocos son capaces.

En la parcela ofensiva malacitana pasó poco. Tantos futbolistas y esfuerzos para la tarea defensiva dejaba el otro área para llegar en ocasiones contadas, siempre en contras rápidas o con el oportunismo que cerca estuvo de aprovechar Juankar desde su campo tras un error de Mascherano, que rozó a su vez el que hubiese sido su primer tanto como culé sino se hubiera encontrado con el larguero de la portería visitante.

Dos penas máximas no señaladas por Jaime Latre encendieron al público de un Camp Nou que anhelaba la conexión entre Messi, Neymar y Suárez, ya que solo el argentino conseguía conectar con sus compañeros y en contadas ocasiones, ninguna de ellas en superioridad.

Y Vermaelen se consagró

La segunda mitad, como la primera, comenzó con un Barça entregado a la causa con Messi como estandarte principal. El argentino e Iniesta, indispensable para poner cordura al juego culé, combinaban y, por primera vez en el choque, encontraban con suma facilidad a un Neymar ligero en el uno contra uno pero desconfiado en su remate final. Las ocasiones se sucedían una tras otra en la que era la primera vez que Javi Gracia se veía superado por el ritmo, mucho más endiablado, que proponían los culés. 

Impacientado por el acierto en la parada de Kameni y el de Angeleri y Albentosa, que entró en el primer tiempo por el lesionado Weligton, Luis Enrique tiró de Rafinha, quien entró por un estéril Rakitic. El croata, que había sido de lo mejor en el comienzo de temporada, pasó inadvertido por el campo mientras que Rafinha, más fresco, aportaba un fútbol más vertical, necesario para el minuto en el que se jugaba.

El partido vislumbraba cada vez más cerca su final y el aficionado culé se mostraba sorprendido: pocas veces antes un equipo había fallado tanto en tan poco espacio de tiempo. El empate a nada comenzaba a ser algo más que una quimera hasta que Thomas Vermaelen apareció. El central belga, que ya había tenido una ocasión tras una jugada de estrategia, recogió un balón muerto en el corazón del área malacitana para fusilar a Kameni y a las aspiraciones de los que estaban llegando a ser un pésimo invitado para los intereses locales.

Tras el gol, que resultó ser decisivo, ocasiones y más ocasiones protagonizadas, casi siempre, por Leo Messi, que ejerció de líder y puso el partido al ritmo que más le convenía al Barça en todo momento. Aceleró y frenó, asistió y definió, pero no goleó. El Barça sumó tres puntos más y consolidó a Vermaelen, al que ya ganó en San Mamés. La definición, el tema a solucionar de cara a septiembre.