Gerard dista mucho de ser el futbolista, el ciudadano y el ser humano ejemplar, es más se parece demasiado a cada uno de nosotros, todos imperfectos. Piqué, como todos, se equivoca demasiado, pero por su naturaleza franca suele exponer en mayor medida que los demás. Y es que el futbolista azulgrana posee una cualidad que le convierte cuando menos en un personaje fuera de lo común. Y esa cualidad es la sinceridad, ya se sabe, manejarse con la verdad no es la forma habitual de relacionarse con las personas, la prensa, la sociedad. Lo políticamente correcto, es decir lo que la gente quiere escuchar, ser adulador y no molestar con la verdad.

Lamentablemente, cuando solemos ser demasiado sinceros a la gente no le gusta, pues nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. La sinceridad es una cualidad que se pierde con los años, es un valor indisolublemente ligado a la espontaneidad en el sentido más noble, por ello los seres más sinceros que existen en nuestro planeta son aquellos que no pasan del metro de altura y no sobrepasan de los diez años: los niños. En los procesos de educación, aprendizaje y maduración, acoplamos a nuestra personalidad, a nuestra forma de comunicarnos, de socializarnos con los demás, un número sinfín de filtros y tabúes con los que logramos dominar nuestra impulsividad perdiendo gran parte de nuestra espontaneidad y autenticidad. Gracias a este proceso llegamos a alcanzar nuestras metas sin demasiados sobresaltos, con mayor comodidad, pero por el camino en el que adquirimos una serie de valores positivos y negativos, se nos escapan muchos de carácter positivo.

En cualquier caso hay que saber diferenciar entre sinceridad, autenticidad e impulsividad, pues existen versiones humanas de personas que hacen la broma en el momento inoportuno, que quizás no saben gestionar la impulsividad. En cuanto a autenticidad y sinceridad, debemos cribar el grupo de personas que utilizan su supuesta sinceridad y autenticidad, como arma de un interés propio y oculto, de aquellos que simplemente son espontáneos, sinceros y auténticos con el valor añadido de la nobleza. Gerard Piqué, que pertenece a esta última categoría debe hacerse mirar aquello de la impulsividad, que va implícita en ese alto grado de imperfección que todos poseemos. Su franca naturalidad unida a su imperfección le suele situar en la diana y convertirle en el centro de todo tipo de malentendidos, pues como personaje público le obliga a dar explicaciones sobre cada paso que da en su vida.

 Como dijo André Maurois la experiencia nos enseña que ser sincero no es decir todo lo que se piensa, sino no decir nunca lo contrario de lo que se piensa. Y Piqué es tan noble como niño, dice lo que piensa, habla sobre su pasión barcelonista y su antimadridismo sin tapujos, no es quizás lo políticamente correcto para un icono que debe resultar ejemplar, pero escenifica una realidad que está al cabo de la calle. El aficionado del Madrid quiere que pierda el Barça y viceversa, el del Betis y el Sevilla, el de River y Boca, es simplemente la salsa del fútbol, que nada tiene que ver con la deportividad. La deportividad es darse la mano al final de un partido, emplearse de forma competitiva pero noble en un partido, saber perder y ganar. Como dijo Rousseau las pasiones son buenas mientras somos dueños de ellas, y son malas cuando nos esclavizan. Todos tenemos que aprender en este aspecto (incluido Piqué), pero no debemos dejar pasar esta oportunidad de aprender también del central catalán, de recordar aquello que olvidamos desde que éramos niños. El camino más corto hacia la verdad es la sinceridad, la autenticidad y el mostrarnos como realmente somos.

Sencillamente Piqué no ha hecho otra cosa que mostrarse tal como es, responder a todo sin esquivar una sola pregunta. La pura espontaneidad pertenece a la niñez, pero la valentía es uno de los valores que más se pueden apreciar en un ser adulto. Piqué ha sido siempre tan niño como valiente, su sinceridad es interior, es un tipo sin máscaras que no precisa del fingimiento, la mentira, la manipulación, la instrumentalización. Estos últimos cuatro conceptos son los que utilizan todos aquellos que se sirven del central internacional para montar una campaña que solo tiene un camino y que Gerard Piqué Bernabéu acaba de desmontar con el arma noble de la sinceridad.