El partido transcurrido en Roma deja a jugadores y aficionados culés con cierta cara de tontos. Un dominio abrumador ante un equipo agazabado en su cuarto de campo pero que finalizó con empate a uno. La única jugada de peligro romanista en la primera hora de juego acabó con el tanto del club italiano. Un gol que, más de una hora después, es díficil encontrarle explicación. Al final, y como viene siendo habitual esta temporada, el Barcelona no acaba de hilar fino en los metros finales y cede así sus primeros puntos en la lucha por volver a triunfar en Europa. La primera victoria en esta nueva edición de la UEFA Champions League tendrá que esperar.

El Barça frente a la muralla romana

Los primeros minutos del partido dejaron claro el guión de la película. Poco tardó el equipo de Rudi García en aprender de los errores de otros y, a pesar de debutar en casa, desde el primer minuto decidió no ceder espacio a su rival. Zaga metida ante su frontal de área con De Rossi y Nainggolan juntos para las ayudas y la bala de Salah como única oportunidad de llegar arriba. El ideario de juego bonito desplegado durante sus dos primeras temporadas en la capital romana no tuvo importancia. El resultadismo por encima de todo.

Rudi Garcia no dudó en encerrarse en su propio campo en el Coliseo

Ante esas, los hombres de Luís Enrique comenzaron a mover la pelota ante el ejéricito romano. Toque, toque, toque y más toque. Con Suárez peleando con los rivales y Neymar buscando los globos de Messi, los azulgranas sufrieron una mala tarde del pie zurdo de su estrella argentina. Precipitado en muchas entregas, el rosarino abusó de su globo al lado contrario, estudiado por sus rivales, y especialmente impreciso en la tarde noche de hoy. Con esas, el juego del Barça, que dominaba sin sufrir acometidas en campo propio, se estancaba en un partido sin mucho ritmo hasta que Suárez quiso poner la cabeza.

Un balon cruzado a la derecha donde apareció Rakitic que, tras un centro con fortuna al segundo palo permitió al charrúa inaugurar, como también hiciera en San Mamés, el casillero de goles culés en la competición continental. Con éstas, la película que había orquestado el ex técnico del Lille se encontraba ante otros focos. La necesidad de salir con el resultado en contra y jugando ante su público permitió a los chicos de la ciudad condal encontrarse en su salsa. Espacios entre líneas, balones a las espaldas. Los culés cuajaron sus mejores minutos hasta que la suerte decidió serle esquiva, algo que viene siendo habitual en el comienzo de campaña.

Florenzi y el número premiado

Cuando todo parecía indicar que el Barcelona incluso podría aumentar su ventaja antes de llegar al descanso, a la Roma le sonó la flauta. Un amago de contrataque, un control que se escapa y un pelotazo que nadie sabe lo que buscaba. Florenzi tiró la lotería y sacaron su boleto. Un golazo, el suyo, que a modo de flashback devolvió al Barcelona al inicio de la película. Un giro inesperado que se convirtio en bucle y, de ahí, en un callejón del que no encontró salida.

Y no la encontró porque los hombres del técnico asturiano no estuvieron finos. Ni Luis Suárez, ni Neymay, ni Messi ni siquiera Iniesta. Los azulgranas se mostraron débiles en la frontal del área contraria. La poca indecisión de las grandes estrellas acabaron por darle la razón a cuadro italiano. Al más puro catenaccio, la Roma de Rudi García volvió a los tiempos de Capello y, de haber tenido a un Batistuta en los últimos 15 minutos incluso podría haberse llevado la victoria.

La lesión de Rafinha trajo los peores minutos culés

La lesión de Rafinha nada más entrar y, con ello, la entrada de Mascherano en el centro del campo junto con Sergio Busquets trajo consigo la peor versión del Barcelona en los noventa minutos. Imprecisiones y descolocación. El truco de Busquets de interior hace años que no sale y, aunque se repita, el conejo no está en la chistera. No así como Sergi Roberto. Por tercer partido consecutivo grata sorpresa para el aficionado del Barcelona, veremos que ocurre con la llegada de Alves.

Y así con todo, el resultado final no es del todo negativo. Un empate fuera de casa ante uno de los rivales fuertes del grupo no deberían hacer rasgar las vestiduras pero, siendo el Barcelona, nunca se sabe.