Fútbol Club Barcelona y Guangzhou Evergrande se jugarán mañana el pase a la final del domingo de este "Mundial de Clubes" en la que ya espera River Plate. Los blaugranas deberán jugar contra el favoritismo obvio debido a su vitola de campeón de Europa y contra las dificultades de adaptación al horario y la humedad de Japón. A pesar de todo, el equipo catalán no tiene ningún tipo de excusa y cualquier resultado diferente a hacerse con el trofeo supondría un golpe de efecto en una temporada en la que vuelven a aspirarse a grandes cosas.
Mucho que ganar frente a poco que perder
Llegados a estas lindes nadie se acuerda de los perdedores. El Barcelona llegó a Yokohama con la misión absoluta de volver con el escudo de campeón del mundo bordado sobre el pecho. Son los reyes de Europa. El rival a batir. El equipo de Messi, Neymar y compañía. Cualquier resultado diferente a la victoria no se concibe y, mañana jueves, empieza la lucha en unas semifinales que, a igual que en la final, el Barcelona lucha contra mucho más que un equipo chino: lo hace contra el mundo.
Llaménme loco, pero aquí no engaño a nadie. Las tres cuartas partes del mundo, "infieles" al color blaugrana, querrán ver a los de Luis Enrique caer. Lo desean, lo anhelan. El aficionado al fútbol siempre busca momentos que contar a sus nietos. Historias inesperadas e irrepetibles. La remontada "turca" del Liverpool de Gerrard , el triunfo red devil en el Camp Nou, el tango de Juan Román Riquelme ante "el hombre blanco". Situaciones que vinieron de la repentina sensación de lo improducible y que forman parte de la retina de este deporte. Mañana, caer ante los chinos, sería sumar un nuevo episodio.
Ninguna presión para los de Scolari en el partido de mañana
Por su parte, frente a la necesidad imperiosa de no hacer el ridículo, los chicos dirigidos por Scolari ya han hecho los deberes. Sin conocer la derrota desde hace varios meses, el Guangzhou Evergrande cumplió "contrapronóstico" eliminando al América de Oribe Peralta en los cuartos de final y ya nadie podrá despertarles de su sueño. El premio, una vez alcanzado el objetivo, es poder detener a Messi. Regatear a Piqué o robarle un balón a Iniesta. Todo lo que caiga del cielo, a modo de victoria, los convertirá en eternos sin siquiera necesidad de poner un pie en la final.
Scolari con los "suyos"
El equipo de la ciudad China de Cantón destaca por una masiva presencia en su once de futbolistas brasileños. Algunos de ellos, caso de Elkeson, ya saben lo que es disputar este Mundial de Clubes del que el Guangzhou ya formó parte hace dos ediciones, en la que quedaron eliminados ante el Bayern de Munich de Guardiola. Al entonces entrenador del cuadro chino, el italiano Marcello Lippi, le sustituye en esta ocasión otro técnico con una dilatada carrera internacional en el mundo del fútbol: Luiz Felipe Scolari.
La llegada del ex seleccionador brasileño y portugués ha traído consigo un nutrido grupo de jugadores brasileños que aportan a un fútbol sólido y directo la calidad necesaria para desequilibrar con la pelota. Sobre este aspecto destaca el que seguramente sea su gran figura actual: Ricardo Goulart. Llegado hace algo menos de un año procedente de Cruzeiro por 15 millones de euros, Goulart es un técnico mediocentro que ha sabido sacrificarse a las necesidades de su equipo y de su entrenador para ofrecer su mejor juego y llevar al equipo de Cantón a campeonar en la Champions de Asia, de la que fue escogido como el futbolista más valioso.
Además de Goulart y Elkeson, que sigue liderando a su equipo dos años después pero desde el puesto de delantero centro -clave su gol en la final de Champions ante el Al-Ahly que les ha permitido estar aquí-, este verano se le han unido otros dos brasileños viejos conocidos del aficionado al fútbol en España, aunque por matices bien diferentes.
Robson de Souza, conocido mundialmente como Robinho nos deleitó con fútbol de fantasía bajó la elástica blanca y ha decidido incorporarse al proyecto de Scolari para poner fin a una carrera que ha ido de menos a más y que, lamentablemente, nunca llegó a completar las expectativas generadas. El otro nombre es el del centrocampista Paulinho, héroe local tras su tanto ante el América de México. Tras una fenomenal Copa Confederaciones hace tres veranos, el que fuera objeto de deseo de media europa se ha enfrascado en la Superliga china tras su triste paso por Europa, concretamente por Londres, donde nunca pudo verse aquel todoterreno que acabó con la selección española en la final de Maracaná.
Sin Neymar se ofrece la cantera
Con la baja de Neymar Jr totalmente asegurada, todos los ojos estarán pendientes en cual es la decisión del entrenador asturiano para completar la delantera del Barcelona. No se preveen rotaciones en el resto de los puestos. Un título siempre es un título y, más si cabe, cuando se habla de la posibilidad de completar el segundo mejor año de la historia del club. Tras los pinchazos sufridos ante Valencia y Deportivo no hay nada mejor que reencontrarse con la victoria. Coger el billete para la final y, allí, firmar un choque histórico entre dos de los grandes clubes del mundo: Barcelona y River Plate.
Volviendo a la ausencia del "11" del Barcelona, las opciones de Luis Enrique son "sólo" dos: apostar por cuatro mediocentros incluyendo a Iniesta o al recuperado Sergi Roberto en la delantera -experimento que tan buen resultado le dio a los suyos en el Bernabéu-, o continuar con el 4-3-3 fijo con Sandro o Munir en lugar del lesionado Ney. Pase lo que pase la Masía manda. Pensando en el juego del rival, la segunda, se presupondría como la más lógica. Bandas abiertas que ofrezcan espacio en la zona de peligro del Barcelona ante un equipo que acumula jugadores detrás del balón. Por otra parte, el poco bagaje de Sandro y Munir -casi inéditos de cara a puerta- podría hacer pesar la decisión de Lucho hacia el lado el jugador de Reus. Mañana, aproximadamente a las 11 hora española, todos saldremos de dudas.