Hace tiempo que el Getafe no era favorito en un partido de Liga. O al menos, no tenía la sensación de que puede batir a su rival sin ningún tipo de problemas. Jugarle de tú a tú. Sin miedo. Mirándoles a los ojos y retándoles. Jugando con blancas, moviendo primero en la partida de ajedrez de Riazor. No es momento de titubeos, ni siquiera de mínimas dudas. Esas de las que están repletos los locales, esas que pueden representar uno de los pilares en los que sustentar la segunda victoria seguida lejos del Coliseum. El Deportivo llega mucho más exigido, con la presión de no poder fallar. Y eso, en muchas ocasiones, es contraproducente.

No es que el Getafe no tenga presión ni ganas de vencer. Nada de eso. Posiblemente, tras el mal sabor de boca que dejo el choque frente al Atlético de Madrid sea todo lo contrario. Pero los azulones, visto ahora con perspectiva, han generado una grandiosa ventaja respecto a los rivales de su misma talla durante los titubeos del inicio liguero: el Getafe ha aprendido a jugar en el alambre. Y parece que ahora mismo, disfruta de ello y acaba por llevarse a su terreno a quienes se enfrentan a él. Y en el alambre, es muy complicado jugar. Ahí las virtudes técnicas sirven de poco. O te manchas en el barro y superas en intensidad a tu rival, o estás perdido.

Cosmin Contra era un especialista en esto. Se fajaba como pocos en este tipo de escenarios. Y parece que, poco a poco, va inculcando a su equipo ese haber en la metamorfosis que ha sufrido el Getafe en las últimas fechas. Es maravillosamente curioso ver como en cuatro jornadas puede cambiar tanto un equipo en una competición de treinta y ocho fechas donde reina la regularidad. Pero es una de las cosas por las que, como diría Vujadin Boskov, fútbol es fútbol. Y el Getafe lo ha sabido entender a la perfección.

Lo que funciona no se toca

Es un hecho que durante las buenas rachas de los equipos poco o nada debe variar en un equipo. Si algo te ha llevado al triunfo, o simplemente a la sensación de poder competir a cualquier rival con tus armas, no hay que pensar mucho más de lo que ya se ha hecho. El equipo ya no sufre defensivamente, porque compacto y Getafe son ahora sinónimos. Al Getafe ya no le cuesta pisar área rival, porque verticalidad tras pérdida y Getafe son ahora sinónimos. Al Getafe ya no le cuesta ganar, porque confianza y decisión son ahora sinónimos de Getafe.

Se espera un escenario idílico para el Getafe. A Victor Fernández le gusta que sus equipos dominen los partidos balón mediante. Los gallegos lo intentan, pero no tienen ni el ritmo, ni los jugadores para hacerlo con garantías. Justo lo que mejor le viene a este Getafe que tiene en las bandas a dos misiles teledirigidos al área rival. La clave, que los pasadores estén acertados y jueguen limpio y en profundidad a una defensa a la que cuesta horrores correr hacía detrás. Sobre todo, a sus dos centrales. Contundentes al choque, limitados a su espalda.

El paso de los minutos será un aliado de los azulones. Una losa para el Depotivo a la que se sumará el peso de una afición que ve como su equipo se ha instalado peligrosamente en el abismo constante. Si el Getafe tiene la pausa, sabe madurar el choque y no se deja avasallar por el ímpetu local inicial, tendrá mucho ganado. Si logra ponerse por delante, estará muy cerca de su segunda victoria a domicilio de la temporada.

Sin embargo, esta semana va a haber que tocar cosas. Sobre todo en la parcela defensiva. Alexis, sancionado cuatro partidos, dejará su puesto a Naldo mientras que Valera, que se retiró ante el Atlético de Madrid por lesión, tampoco estará entre los citados. Su puesto lo ocupará casi con total seguridad Arroyo, aunque la falta de ritmo del lateral, que vuelve tras lesión, puede darle la oportunidad a Carlos Vigaray. La otra duda es si Juan Rodríguez seguirá siendo de la partida o Michel volverá al centro de la medular junto a Lacen. Arriba, quien parece claro que tendrá de nuevo su lugar en el once será Sarabia, por lo que, Lafita o Sammir, empezarán desde el banquillo.

Sin identidad definitiva

El Deportivo de Victor Fernández no ha terminado de aclimatarse a su retorno a la élite del fútbol nacional. Son muchas las caras nuevas que presenta el equipo, y aunar y encajar todas estas piezas es complejo. Más si cabe en el particular puzzle en que se convierte A Coruña verano tras verano. Su triunfo ante el Eibar le dio aire al equipo, su goleada al Valencia, la senda que seguir, el camino directo a la permanencia. No era un rival cualquiera, y el equipo respondió. Como se espera responda en un partido de obligado triunfo para los gallegos en los alrededores de Riazor.

Los blanquiazules juegan en casa. Y tienen armas suficientes para desarbolar al Getafe. Sobre todo por fuera, con gente tremendamente veloz que tendrá el apoyo de su lateral correspondiente, posiblemente Juanfran y Luisinho. Apoyo, que no suelen tener los laterales azulones de Yoda e Hinestroza. Dos para uno y superioridad generada. A partir de ahí, la toma de decisiones de los Cuenca, Fariña, Cavaleiro y compañía harán el resto. Especial mención para el argentino. Se le cae la clase mientras trota. Pero con eso no es suficiente. Y es hora de empezar a demostrar lo que sus virtudes y detalles intuyen. Otro de sus nombres propios, Lucas Pérez, es seria duda hasta última hora.

Pese a empatar frente al Espanyol en un partido que mereció perder, las sensaciones no son malas. Los de Victor Fernández han conseguido cuatro de los últimos seis puntos y querrán reafirmar su buena racha ante el Getafe y, ante todo, dejar por fin de lado esa constante montaña rusa en la que se ha convertido el Deportivo de la Coruña. Partido tras partido y temporada tras temporada. Con todo esto visitará el Getafe en la tarde-noche del viernes al conjunto gallego. Buscando refrendar su buen momento y alejar al Deportivo. A las 20:45 horas en Riazor. Impartirá justicia el colegiado Hernández Hernández, del colegio canario.

Posibles onces