Perbet inutiliza la estrategia granota

El francés colocó el gol de la victoria justo cuando expiraba el tiempo reglamentario. Fue suficiente para deshacer el empate a cero inicial y lograr que el trabajo que realizaron los granotas durante un encuentro insípido se desmoronase y los tres puntos se quedaran en casa. | FOTO: Carla Cortés

Perbet inutiliza la estrategia granota
Simao Mate pelea por un balón con Perbet.
rubengarcia
Por Rubén García González

Se enfrentaban dos conjuntos con rachas y necesidades totalmente opuestas. El conjunto local, el Villarreal CF, necesitaba la victoria para dar una alegría a su afición tras dos meses sin vencer en su propio feudo. No sólo por eso, también debía seguir sumando para mantenerse en la pugna por la clasificación a la UEFA Europa League. El Levante UD, por su parte, venía cosechando una sucesión de óptimos resultados lejos de Orriols y quería cerrar lo antes posible su permanencia en la máxima categoría. Por si fuera poco, un buen número de seguidores granotas se acercaron hasta el estadio groguet -que tan buenos recuerdos trae a la parroquia azulgrana- para presenciar el encuentro, aprovechando la cercanía, en una multitudinaria expedición.

Ideas claras en ambos bandos

Los dos equipos comenzaron a jugar a lo que más saben desde el momento justo en que el colegiado, Hernández Hernández, hizo sonar su silbato en el instante inicial del choque. Los de Marcelino tocaban y presionaban, buscando los huecos e intentando desestabilizar y lograr que la defensa granota bajase la guardia en alguna ocasión. Sin embargo, el cuadro entrenado por Joaquín Caparrós permanecía tranquilo en su sitio; achicando cuando era necesario los balones sin desesperar. Aguardando también su oportunidad para armar un poderoso contraataque y sorprender al rival. Lo cierto es que a lo largo de casi toda la primera parte, como ya es habitual en ambos bloques, los amarillos tenían la pelota y la aprovechaban para poner el buen juego, mientras el Levante -sin hacer necesariamente un juego feo ni poco vistoso- incomodaba a los castellonenses con jugadas más directas y con la solidez en retaguardia que caracteriza a los levantinistas.

Tanto los unos como los otros se sentían cómodos con la situación. El conjunto azulgrana creía tener al Villarreal justo donde pretendía, y viceversa. Fueron 45 minutos en los que el esférico se paseaba de un lado a otro pero apenas llegaba a pasar de los tres cuartos de campo. Los porteros, en la línea del guión, fueron espectadores de lujo, puesto que no tuvieron demasiado trabajo; tan sólo una ocasión clara de gol para cada equipo se había dado hasta que el árbitro canario señaló el camino a la caseta.

Más vistosidad tras el descanso

Marcelino decidió insuflar un nuevo aire a su escuadra y para ello realizó un doble cambio en el descanso. No se trataba de cambiar la táctica, sino de aportar frescura y ofensividad al juego. Así salieron Pina y Oliver y saltaron al césped juntos Manu Trigueros y Aquino. Juventud, descaro, profundidad, incisión y verticalidad. Todo eso aportó la pareja. Y vaya si se notó. El encuentro tomó otros derroteros, ganó en intensidad; pero por ambas partes. El Levante también espabiló, seguramente alentado por las palabras que muy probablemente recitó el técnico de Utrera a sus pupilos en los vestuarios. Así, los dos cuadros empezaron a disputarse más el balón, sin que el encuentro llegara a ser un toma y daca realmente trepidante. Simplemente el conjunto valenciano logró algo más de posesión y los dos equipos se acercaron más a las metas rivales.

En este segundo tiempo ya avisó bien temprano el conjunto local en una jugada en la que Aquino entró por banda derecha centrando para Mario, quien de primeras remataba para que la pelota pasara bien cerca de la escuadra izquierda de Keylor Navas. Pero no entraba por poco. Más tarde, en el minuto 76, el costarricense tendría que desviar un chut de Manu Trigueros que iba directo dentro de la red. El Levante dio la réplica en varias ocasiones, más veces incluso que el Villarreal. Sin embargo no fueron tan claras.

Sube la intensidad

Durante los últimos veinte minutos del tiempo reglamentario sí se empezó a ver un partido más vibrante, que alcanzó sus máximas cotas a lo largo de los diez finales. En este período aumentó el número de contraataques y se produjo por momentos una disputa de posesión que no se había visto hasta el momento. Pero este duelo lo acabó ganando el Villarreal. La marcha de Pape Diop, que se había hecho daño, y el cambio táctico entre Pedro López y Héctor Rodas, que entró para dar más solidez a la defensa, cortaron la progresión del bloque levantinista. A partir de este momento fueron los amarillos quienes dominaron el encuentro en su totalidad; atacando desde todos los ángulos posibles, buscando los huecos y la jugada, presionando arriba y monopolizando el balón. Mientras tanto, los de Orriols aguantaban bien el empate, ya casi inminente, que les dotaría de un nuevo punto que anotar en su casillero.

Sin embargo, los de Caparrós tendrían una última oportunidad de llevarse el premio completo a casa. Justo en el minuto 90 el trencilla sacaba amarilla a Pantic -que había jugado muy duro durante todo el choque- por una fuerte entrada a Ángel en el mismísimo borde del área defendida por Asenjo. Casadesús y Rubén García no se entendieron a la hora de botar la falta y le arrearon patada a la pelota los dos a la vez, en una de las jugadas más bizarras que se habrán visto probablemente en el transcurso, como mínimo, de esta temporada. Lógicamente, el balón salió tremendamente desviado y se paseó por el área sin apenas fuerza y sin mayor peligro, sin que nadie rematase. Y así se desaprovechó el último cartucho.

Un jarro de agua fría

Para colmo de males, el Levante tendría que aguantar los envites de los de Marcelino durante casi cuatro minutos más. Y ahí siguieron los dos conjuntos, embestida tras embestida, unos buscando dañar y los otros rechazando ataques. Hasta que en el 93 (casi ya el 94), a punto de concluir el enfrentamiento, Nikos no pudo hacer otra cosa que una falta para evitar que Aquino entrase hasta la cocina por la banda derecha. Era inevitable cortar así esa jugada. El griego vio sin rechistar la correspondiente tarjeta amarilla. Trigueros botó desde el lateral el saque y Perbet, con picardía, la metió de cabeza dentro. La pelota entró cruzada, allí donde Keylor Navas no llegaba y no podía hacer absolutamente nada. Acto seguido, el pitido final. Los tres puntos se quedaban en casa y el trabajo realizado por los orriolenses durante la más de hora y media que había durado el evento se fue al traste. El Villarreal sigue soñando con Europa y el Levante deberá esperar para festejar la permanencia alguna que otra semana más.