La alegría en casa del pequeño

Se dice que las alegrías no suelen frecuentar la casa del humilde. No suele hacerlo en ocasiones realmente grandes tampoco. Sin embargo el Levante se está "malacostumbrando". Los azulgrana celebraron la permanencia con los suyos venciendo al finalista de la Liga de Campeones. Se dice que para ganar un campeonato hay que salir victorioso de campos complicados. No sólo de los grandes estadios. El Atlético sigue dependiendo de sí mismo pero se complica ligeramente la consecución del título.

La alegría en casa del pequeño
Foto: Carla Cortés.
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Por Xavi Heras

Valencia se acostó el sábado y amaneció el domingo con la noticia de la permancia matemática del Levante. El club lo celebró por megafonía en los prolegómenos del encuentro con los granotas reunidos en el Ciutat de València. Un estadio que recibió a una gran cantidad de aficionados colchoneros. La ocasión lo merecía. La liga estaba en juego. El Atlético de Madrid quería proseguir la senda que les acerca cada vez más a un año histórico. Ganar la liga con cierta solvencia pasaba por vencer a los de Caparrós. El técnico utrerano no iba a ponerlo fácil y propuso un 4-3-3 inédito hasta la fecha.

La fiesta del fútbol daba comienzo desde bien temprano en los alrededores del estadio de Orriols. Primero con la comida entre los voluntarios de ambos equipos, posteriormente con la felicitación a la sección de fútbol sala del Levante. También los aficionados atléticos desplazados hasta la ciudad del Turia hicieron suyos los aledaños del Ciutat de València antes de llenarlo de color junto a la afición local a lo largo del choque.

Sin miedo alguno, el Levante salió decidido a llevar el peso del partido. Controló el choque en los compases iniciales y se acercó con mayor peligrosidad a la meta de Courtois. Con el Atlético esperando atrás para cazar una contra y que Diego Costa o Villa mordiesen a su presa, el equipo granota logró adelantarse en el marcador. Un saque de esquina sacado por Pape Diop en el sexto minuto del partido rebotó en Filipe Luis sin que Courtois pudiese hacer nada por evitar el tanto.

Los nervios amordazan al Atlético

Los madrileños vieron que los valencianos querían celebrar la permanencia con una victoria. Dejaron de jugar con el resultado, no les quedó otra, y buscaron el gol de la igualada. Un empate que pudo llegar en el minuto 13 cuando Raúl García cazó un balón completamente sólo en el área granota. El potente chut del colchonero lo desbarató Keylor Navas. El costarricense volvía a hacer de las suyas. El rechace le cayó a Villa, pero el asturiano envió el balón a las nubes. Los minutos pasaban y al Atlético se le engarrotaron los músculos. El favoritismo inicial se difuminaba y cada contra levantinista no hacía más que afilar la guillotina que pendía sobre el cuello rojiblanco.

Corazón contra cabeza

Los cambios de Adrián por Villa y Arda Turan por Raúl García en el descanso fueron la respuesta de Simeone a esta situación. El técnico argentino ha dotado a su equipo del espíritu que le caracterizó en su etapa como jugador y que le acompaña hoy en día junto a la línea de cal. La pasión fue el recurso al que apeló el equipo madrileño a la vuelta del túnel de vestuarios. El Atlético tocó más y pisó durante más tiempo la parcela local. El peligro fue escaso y la zaga local supo controlar el escenario. La ausencia de miedo y la calma mostrada por los de Joaquín Caparrós mantuvo en vilo a los miles de atléticos desplazados a Valencia.

Con el correr del cronómetro, los madrileños intensificaron su presión sobre la meta de Keylor Navas. Los arreones aumentaron en número y en contundencia. La ventaja local parecía peligrar, sin embargo una contra conducida por Casadesús resultó siendo letal para el Atlético. El balear condujo por banda izquierda y centró un balón que Barral envío al fondo de las mallas para delirio de una afición necesitada de alegrías semejantes en las últimas semanas.

Potencia sin control

El Atlético aumento el nivel de intensidad. Llegó más pero no mejor. Villa envió un balón al poste, varios salieron fuera y al que se le ocurrió encontrar portería se encontró con Keylor Navas. Incluso Sérgio Pinto e Ivanschitz pudieron ampliar el resultado en los segundos finales. No importó. La fiesta ya estaba montada. La grada del Ciutat de València celebró la permanencia como celebran los equipos pequeños sus éxitos, en familia.

Momentos vergonzosos

La fiesta, sin embargo, se vio ensombrecida por una situación ocurridas tras el pitido final. El senegalés Pape Diop fue a la esquina en la que se situaron los aficionados atléticos a sacar un córner. Un córner que no se lanzó pues el colegiado señaló la fin del partido. Diop, que tuvo que soportar las increpancias y gritos racistas de un minúsculo grupo de rojiblancos celebró la victoria. Acto que fue el detonante de las imitaciones de simio de los aficionados colchoneros y que desembocó en una pequeña tangana entre jugadores de ambos equipos.