El Levante y el Valencia protagonizarán mañana domingo la, para ellos crítica, vigésimo segunda edición de un derbi en el que, como dato, el equipo que ha marcado primero ha ganado casi el noventa por ciento de los partidos y nunca ha sido derrotado.

En el encuentro que ambos equipos disputaron en el estadio de Mestalla en la primera vuelta del campeonato se cumplió esta estadística y tras adelantar Paco Alcácer al Valencia en el marcador, los locales acabaron sumando los tres puntos al imponerse finalmente por 3-0.

Aquel partido dejó para el recuerdo el debut de Joan Francesc “Rubi”. El técnico catalán llegaba a Orriols para sustituir a Alcaraz y sacar del pozo a un Levante que necesitaba aire fresco para salir de una rutina que empezaba a ser peligrosa. Además, el entrenador fue elegido para dirigir a los granotas por su capacidad para sacar el máximo provecho de sus jugadores, lo que le llevó a ser el protagonista indispensable con objetivo de revertir la situación que vivía un conjunto que tenía como prueba transformar el bajo rendimiento que algunos jugadores, considerados clave en la plantilla, estaban demostrando por aquel inicio de competición doméstica.

De esta manera, 'Rubi' llegaba a Primera División tras una corta andadura en el Barcelona donde fue reclutado por el malogrado Tito Villanova para elaborar y dirigir las jugadas de estrategia. Como precedente de aquella época se consideró para su llegada al club catalán la gran temporada que realizó en el Girona; aquel año convierte al equipo gerundense en la revelación de la temporada y lo conduce a la final de los puestos de promoción de la máxima competición liguera, cayendo finalmente contra el Almería.

Un debut amargo

Sin embargo, la situación que tenía que vivir el técnico ahora no iba ser fácil. Acostumbrado a lidiar en plazas de sufrimiento y agonía, Rubi reconoció las ganas y la ilusión que nacían en él por asumir un reto de vital importancia para las aspiraciones del Levante, quien ya se había acostumbrado a vivir en la máxima categoría del fútbol español.

La competición quiso que fuese en un derbi contra el Valencia cuando el técnico estrenase banquillo y diera muestra de lo que estaba por venir en el conjunto de Orriols. Por aquel entonces el Valencia se veía en una situación extraña, los cánticos contra su técnico serían el preludio inesperado de lo que estaba por venir y posiblemente ahora muchos de aquellos artífices tienen que convivir con el arrepentimiento solo viendo, a toro pasado, el mal trago que está viviendo el equipo de Mestalla.

Asimismo, el encuentro dejó grandes sensaciones y muchas esperanzas para los levantinistas. El equipo, hasta el gol de Alcácer, fue mejor. Rubi, además de entrenador, daba muestras de tener algo más que fútbol en la cabeza. Solo así uno puede explicar que en tres días, literal, le cambiara la cara al Levante como se vio en la primera parte. Los granotas, con una defensa en la que Toño controló y maniató a aquel Valencia en Mestalla hasta los límites que puede hacerlo un equipo que, como ahora, se mantenía colista de la competición, una condición que le acabó pesando como una losa como se vio a raíz de que el Valencia se adelantará en el marcador. Aquel venirse abajo era algo que no había conseguido cambiar de la era Alcaraz en los pocos días que llevaba al mando del equipo.

En el recuerdo quedó aquel 4-1-4-1 con el que comenzaba a transmitir su idea de juego y olvidaba aquella defensa de cinco hombres empleada por Alcaraz y que levantó suspicacias entre los seguidores levantinistas.  Aquel planteamiento fue osado en su posicionamiento y solidario en cada acción. Simao, en su vuelta a la medular, y Camarasa eran los amos de su zona. Con Morales una y otra vez atreviéndose en el uno contra uno y con Toño sacando las limitaciones defensivas de Cancelo. Aquel Levante comenzaba a moverse.

Un nuevo reencuentro

Han pasado cinco meses de aquel inicio y la situación, sin embargo, no ha cambiado nada. El equipo sigue colista y cada vez transmite más sensaciones de equipo carne de Segunda División. El milagro es a lo largo de las semanas más complicado y los resultados para el técnico y el club no llegan como se había previsto inicialmente. Aquellas buenas sensaciones que dejó el equipo en Mestalla se mantuvieron durante las jornadas siguientes, siendo insuficiente para un equipo que debía vivir más de resultados y puntos que de aquello que prometía pero no llegaba nunca a concretar.

Los dos equipos llegan, como en la ida, en una situación crítica. Los locales además con un plus de necesidad mayor. Y el Valencia, sin poder relajarse, a la espera de encontrar la senda que dirija el camino de la próxima temporada.