En la campaña 2009/2010 el Levante lograba su cuarto y último ascenso a la Liga BBVA, dando inicio a un idilio inimaginable en aquel momento. Nadie hubiera sido capaz de presagiar los seis años que iba a vivir el Levante a partir de ese momento. Seis años que han estado marcados por el trabajo y el sufrimiento en Orriols. De hecho, su nueva andadura en Primera División recordaba la dificultad del reto.
En su vuelta a la élite, empezaría perdiendo consecutivamente los tres primeros partidos de la temporada. Sin embargo, el conjunto de Luis García Plaza reaccionó y comenzó a revertir su situación aprovechando el impulso anímico que supuso conseguir un empate en el Ciutat de València contra el Real Madrid de Mourinho, iniciando la maldición blanca en Orriols. Tras una temporada más que complicada, los granotas consiguieron sellar la permanencia en la penúltima jornada de Liga al empatar contra el Valencia.
Todo empezó de la peor manera posible, pero la remontada granota en la segunda vuelta les permitió cumplir el sueño de mantener la categoría una temporada más. Un año de ensueño y de récord. Con 45 puntos, hizo historia batiendo su récord personal en la máxima competición del fútbol español, una marca que consiguió gracias a Felipe Caicedo. El jugador ecuatoriano fue uno de los protagonistas de la permanencia, convirtiéndose en el jugador que más goles había marcado durante una temporada con la elástica del Levante.
La historia de una rana europea
La marcha de Luis García Plaza del banquillo granota y la salida de Caicedo hacía presagiar un año complicado para volver a mantener la categoría. Sin embargo, Juan Ignacio Martínez (JIM) tenía deparado un papel muy diferente para el Levante. El nuevo entrenador del conjunto granota inició la temporada empatando contra el Getafe y el Racing de Santander y ganando frente al Real Madrid en el Ciutat de València. Un punto de inflexión que les permitió iniciar la racha de siete victorias consecutivas.
El Levante, líder en solitario por primera vez
En la jornada 9, cosechó una victoria ante el Villarreal en uno de los derbis de la Comunidad Valenciana. Con un contundente 0-3 (dos de Juanlu y uno de Koné) sumó tres puntos que le permitieron convertirse en los líderes en solitario de Primera División, por primera vez en sus 102 años de historia en ese momento. Un liderato que mantuvo dos jornadas, ocupando las portadas de todos los diarios deportivos de España, un éxito con el que ni siquiera había soñado el levantinismo.
Sin embargo, mantener esas circunstancias en una liga tan complicada como la española era prácticamente imposible. El Levante comenzó a bajar el nivel, condicionado por lesiones importantes como las de Valdo, Barkero y Juanlu. A pesar de ello, consiguió sellar la mejor temporada de su historia, llegando a la última jornada con posibilidades de entrar en la UEFA Europa League. Y lo consiguió, gracias a un 3-0 que le endosó a todo un Athletic Club de Bilbao. Orriols entraba en la historia europea.
El Eurolevante
La temporada del Levante empezaba antes de lo normal, disputando la previa de la Europa League frente al Motherwell. Una fase clasificatoria en la que consiguió pasar por encima del conjunto escocés para disputar por primera vez en su historia la competición europea. Quedó segundo en la fase de grupos, en la que estuvo emparejado con el Hannover 96, el Twente y el Helsingborgs IF. Los granotas pasaban a dieciseisavos tras perder un único partido, contra el Hannover.
Su siguiente rival era un histórico como el Olympiakos, al que venció con un contundente 4-0 en el global de la eliminatoria, metiéndose de lleno en octavos de final contra un Rubin Kazan que venía de eliminar al Atlético de Madrid. Tras un 0-0 en la ida y otro empate sin goles en la vuelta, llegaron a la prórroga, en la que los rusos consiguieron anotar dos goles para despertar al Levante de su sueño europeo.
Al mismo tiempo, el Levante seguía luchando en la Liga BBVA por volver a meterse en Europa gracias a una espléndida planificación deportiva. El estrellato de Caicedo y Koné había sido reemplazado por otro delantero convertido en oro por Manolo Salvador: Obafemi Martins. El astro nigeriano había recalado en las filas granotas para liderar el proyecto europeo, y cumplió con creces. Sin embargo, una llamada recibida desde el otro lado del charco acabó con el delantero fuera del Levante en febrero, provocando un bajón considerable en el nivel del equipo.
El conjunto granota tuvo que esperar hasta la jornada 35 para sellar su salvación en Primera División al empatar en casa frente al Zaragoza. Una temporada que empezó de manera idílica con el sueño europeo y que acabó de la peor forma posible. Tras caer derrotado en el Ciutat de València por 0-4 contra un Deportivo de La Coruña colista, Barkero acusó a sus compañeros Munúa, Ballesteros, Juanlu y Juanfran de haber protagonizado un rendimiento deplorable. Se inició así una investigación anticorrupción que hoy en día sigue sin tener una resolución.
Sufrimiento como estilo de vida
Sin Juanlu, Ballesteros, Munúa, Christian Lell, Valdo, Iborra, Míchel… El Levante se vio inmerso en un momento de renovación de plantilla bastante importante en la 2013/2014. Sin embargo, las incorporaciones de David Barral, Ivanschitz, Baba Diawara, Momo Sissoko y Pedro Ríos, entre otros, permitieron que Joaquín Caparrós estuviera luchando durante un tramo de la temporada por entrar en posiciones europeas. Finalmente, tuvo que abandonar sus pretensiones y conformarse con lograr la permanencia en la jornada 35 frente a un Atlético de Madrid que se convertiría en campeón de Liga.
El técnico sevillano no renovó al final de temporada, y fue José Luis Mendilíbar el encargado de comandar la nave granota durante la 2014/2015. Tras un arranque nefasto en la Liga BBVA, el entrenador vasco fue destituido y Lucas Alcaraz se encargó de tomar las riendas del vestuario para lograr una permanencia que se había complicado durante el primer tramo de campaña. La primera vuelta del Levante dejó mucho que desear, hasta que se enchufó el equipo y David Barral. El técnico granadino tiró de resultadismo y consiguió sellar la permanencia gracias a un 5-3-2 que le dio más puntos que buenas sensaciones.
Una dura despedida
Un esquema táctico y un estilo de juego que quiso mantener para la recién terminada temporada. Lucas Alcaraz diseñó una plantilla siendo consciente de que su intención era mantener el 5-3-2 sobre el césped. Sin embargo, la confección de la plantilla no estuvo acorde con su estilo de juego y acabó jugando con Simao Mate de central, Morales de lateral y con una medular a la que le faltaba destrucción y creación a partes iguales.
Con este panorama, el futuro no podía ser otro que la destitución del técnico granadino. Para sorpresa de todos, el elegido para revertir el vuelo del Levante fue Rubi, un entrenador sin experiencia previa dirigiendo un vestuario en Primera División, pero que había mamado el estilo de juego del Barcelona. Aterrizó en Manises y le cambió la cara al equipo de Orriols, haciendo que jugara muy bien al fútbol. Pero los resultados no llegaban. Actuaciones completamente diferentes en casa y fuera que tenían el mismo resultado: escasez de puntos.
De esta manera, el Levante consumó su descenso en La Rosaleda tras caer derrotado frente al Málaga en un partido en el que Vicandi Garrido le arrebataba sus escasas opciones al anularle un gol legal a Morales que se hubiera convertido en el 1-2. Los granotas tenían la salvación muy complicada, pero al menos se merecían el derecho de luchar por ella hasta el último minuto. Sin embargo, el asistente Huerga Cermeño decidió que la trayectoria en Primera del Levante tenía que zanjarse en el feudo andaluz.