El Lugo cayó derrotado en la tarde de hoy por 1-2 ante el Sporting de Gijón. El equipo dirigido por Quique Setién mostró dos caras totalmente distintas en el partido, dejando escapar la primera parte, donde siempre estuvo a merced de un Sporting muy superior, y cambiando su actitud tras la reanudación, estando cerca de lograr el empate aunque la losa heredada de la primera mitad era difícil de levantar.

Vendaval sportinguista

El Sporting arrolló al Lugo en la primera mitad, incluido en las grada. El colorido rojiblanco que se ve habitualmente en el Anxo Carro pertenecía esta vez a la hinchada sportinguista, que congregó a cerca de 4.000 aficionados que dieron el primer golpe en el partido. El equipo se contagió de la superioridad de su afición y la extrapoló al césped, donde no opción al Lugo en los primeros cuarenta y cinco minutos. La defensa lucense sufrió el peligro llevado por los hombres más ofensivos del conjunto asturiano, que estuvo a punto de adelantarse a los ocho minutos tras un robo de balón de Luís Hernández a José Juan y que acabó con un remate a la media vuelta de Isma López. Fue la antesala al primer gol del Sporting, obra de Guerrero tan solo un minuto después. El delantero solo tuvo que empujar desde el área pequeña el balón servido por Jony desde la derecha tras jugada personal del extremo, quien se internó en el área ante la pasividad defensiva local.

Sin ejercer una presión agobiante el Sporting, al Lugo le costaba sacar el balón de su campo, intentándolo siempre jugado y perdiéndolo en muchas ocasiones, además de tener problemas para conectar con Seoane y Pita, los dos centrocampistas. Precisamente, este último, ante la falta de profundidad, intentó sorprender a Cuéllar con una vaselina desde el centro del campo. Fue lo más peligroso en ataque por parte del equipo gallego, entregado a un Sporting que le superaba en el juego y que abría brecha pasado el ecuador del primer tiempo, con el segundo tanto de Guerrero, quien remató otra vez a placer dentro del área tras asistencia de Bernardo. Una oleada constante era el Sporting, mostrando claro lo que se jugaba frente a un equipo sin presión en cuanto a objetivos en esta final de temporada y que ni las individualidades de sus jugadores más virtuosos como Iriome o Toni Rodríguez conseguían reactivarlo.

Reacción tardía y sin premio

Pero como viene siendo de costumbre en los últimos partidos, la cara del equipo tras el descanso fue totalmente contraria. De la relajación del primer tiempo se pasó a un equipo que se fue volcando paulatinamente sobre la portería sportinguista. Nada más salir de vestuarios, el delantero argentino Caballero tuvo dos ocasiones de cabeza, ambas idénticas recibiendo el balón desde la derecha, en las que mandó el esférico por encima de la portería. Más clara iba a ser la oportunidad para Manu Rodríguez, quien se hizo cargo de tirar el penalti cometido por Luís Hernández sobre Caballero, pero el lateral izquierdo disparó demasiado flojo, atrapando sin problemas Cuéllar.

La versión mejorada del Lugo iba a verse beneficiada con los cambios efectuados por Quique Setién, que introdujo todo su arsenal ofensivo dando entrada a David López, David Ferreiro y Luís Fernández. El control pasó a ser del equipo lucense y las continuas llegadas por banda de los extremos fueron abriendo huecos en la defensa visitante, teniendo el extremo Toni Rodríguez dos ocasiones para recortar distancias, pero sus disparos salieron desviados cerca de las escuadras.

Quien sí encontraría el camino del gol fue Caballero, aprovechando un rechace de Menéndez para empalmar el balón dentro del área y dando emoción al partido a falta de diez minutos para el final, en los que el Lugo apretó y metió en su área al Sporting, que acusó quizás la inexperiencia de sus jóvenes jugadores dejando el partido abierto. Con más corazón que cabeza, el conjunto gallego intentó el empate pero no acertó a la hora de finalizar, siendo la reacción tardía e insuficiente para arreglar el partido, una dinámica habitual en las últimas jornadas y que debe de cambiar para que la temporada no se le haga tan larga.