Producto de la inagotable fábrica del Sporting Clube de Portugal, Luis Figo fue un emblema del fútbol mundial a finales de la década de los '90 y los primeros años de los 2000. Tras lucirse en el club que le dio la oportunidad dio el salto a la Liga de la mano del Barcelona, en el que estuvo cinco años y fue símbolo del cuadro culé e incluso capitán.

En verano de 2000, Florentino convenció al portugués para que jugara en el Real Madrid y la salida del club catalán fue considerada de alta traición. Tras otro lustro lleno de goles y títulos acabó en Italia, en el Inter de Milán para decir adiós a un futbolista que, más allá de polémicas, de traspasos difíciles y demás asuntos turbios, pasó a la historia como el, probablemente, mejor extremo de todos los tiempos.

La inspiración por la banda

Luis Figo, el orgullo portugués, la insipiración hecha futbolista, el recorte mágico, pura poesía, puro fútbol. Desde que comenzó su carrera en su Portugal natal, en el Sporting Clube hasta que la finalizó en el Inter de Milán y pasando por Barcelona, Madrid y la Selección Lusa, Figo maravilló gracias a unas cualidades que saltaban a la vista al verle jugar.

Rápido, técnico, habilidoso, con llegada y gol. Luis Figo vivía por y para el fútbol y eso el público lo disfrutaba, lo gozaba. Con apenas 11 años ingresó en la siempre productiva cantera del Sporting de Lisboa, ciudad donde nació en 1972. Ya con esa temprana edad destacaba por encima del resto, lo que le permitió despuntar y despertar el interés de los grandes del fútbol europeo. Con 17 años debutó con el primer equipo y en 1991, en el Mundial Sub-20 celebrado en su Portugal natal, se consagró junto con otro futbolista que llegaría a lo más alto del panorama futbolístico mundial, Rui Costa.

“Cuando Figo jugaba en el Barcelona era el más culé, cuando lo hizo en el Madrid, el más merengue. Esa profesionalidad le hizo grande”. Vicente del Bosque

Entre la elegancia de Rui Costa, el '10' de ese combinado y la precisión y el carácter del '7', el combinado luso se impuso y alzó su segundo título mundial, tras el conseguido en 1989. El paso de los años provocó que Portugal se le quedase pequeña y dio el salto al primer orden mundial, Figo llegó al FC Barcelona de Johan Cruyff.

El ídolo del Camp Nou

En 1995 a Luis Figo se lo rifaban los más grandes equipos del Mundo y el club catalán, dirigido por el “holandés volador” fue el afortunado de hacerse con sus servicios. En la Ciudad Condal, Figo maduró, tanto futbolística como personalmente, en el apartado más estrictamente deportivo, el luso creció en el aspecto táctico, quizá lo que le faltaba ya que técnicamente siempre fue un superdotado, un elegido.

“Elegí el Barcelona porque quería que Cruyff me entrenase, quería conocerle y trabajar para él”. Luis Figo

Johan Cruyff, maestro entre maestros, le dio al portugués la banda derecha y una consigna clara, encarar por la banda. Con la libertad de movimientos que el tulipán otorgaba al frente de ataque de su equipo y la habilidad del '7', Figo llegó a ser un ídolo en el Camp Nou, hasta el punto de ser uno de los capitanes del equipo.

La banda derecha del Estadi tenía dueño, el socio azulgrana llenaba el Camp Nou para ver al luso hacer las delicias por esa banda que era propiedad suya. Llegaron grandes jugadores durante esos años como Ronaldo o Rivaldo pero el carismático jugador portugués ya se había ganado el amor y la devoción de la afición y siempre fue el protegido, hasta el último día que defendió los intereses azulgranas.

Consagración en Europa y alta traición

El verano de 2000 marcó un antes y un después en la carrera del astro portugués. El '7' luso voló a la Eurocopa de Bélgica y Holanda como jugador azulgrana y estrella de su Selección y regresó tras un gran europeo como fichaje estrella del Real Madrid de Florentino Pérez.

A Portugal le tocó el grupo de la muerte, con Alemania y la Inglaterra de Owen y Beckham como rivales en la primera fase. El 12 de junio de 2000, en Eindhoven, los lusos debutaron contra la Selección Inglesa. Allí, Luis Figo demostró desde el comienzo que era su torneo. Sin embargo, no todo sería un camino de rosas, a los 18 minutos de partido Scholes y Owen habían dado una ventaja de dos goles a Inglaterra pero en ese momento Figo dio un paso al frente y frenó la euforia inglesa con uno de los goles más bellos que se le recuerdan.

"Técnicamente, Luis Figo, era perfecto. Un superdotado". Rui Costa

El '7' portugués, sacó a relucir su carácter y fútbol y recogió un balón en su propio campo. Tras conducir el cuero y sortear a varios rivales sacó un disparo con su bota derecha que se coló como un misil en la portería de Inglaterra. Ese gol sólo fue el comienzo de una gran actuación que se culminó con el gol de Nuno Gomes tras asistencia del genio luso.

Portugal caería en semifinales ante Francia, campeona del torneo, por un 'Gol de Oro' de Trezeguet cuando el partido se encaraba hacia la prórroga. Tras esa eliminación se produjo el fichaje del año y uno de los fichajes con más ruido del panorama futbolístico en la historia. Luis Figo cambiaba el FC Barcelona, el club que se lo había dado todo y que mejor había sacado sus cualidades por el Real Madrid, el mayor rival de los azulgranas.

Un sueño hecho realidad

El portugués en el Real Madrid se confirmó como el mejor jugador del Mundo y en diciembre del 2000 fue galardonado con el Balón de Oro como el mejor de ese año, en el que vistió la camiseta del Barcelona y la del Real Madrid, además de la de Portugal.

El portugués siguió maravillando a propios y extraños, le daba igual la camiseta que se enfundara que el siempre era el mejor. Le daba igual Barcelona que Madrid, por la izquierda o por la derecha, contra Espanyol o Atlético, Figo era el mejor y eso el lo sabía. Para el recuerdo quedará el recibimiento hostil del Camp Nou la primera vez que jugó con la camiseta blanca o el marcaje, soberbio, de Carles Puyol en la que secó por completo al astro portugués.

Con la camiseta del Real Madrid los títulos siguieron llegando, teniendo su punto máximo en mayo de 2002 cuando Figo cumplió por fin su sueño, ganar la UEFA Champions League. En Glasgow y gracias a los goles de Raúl y Zidane, Figo levantó la Champions al cielo de Escocia y consiguió su mayor propósito. Tras ese título llegaron más hasta que en 2005, tras ser relegado a la suplencia, aterrizó en Italia para acabar su carrera en el Inter de Milán.

En Lombardía Figo volvió a salirse, titular indiscutible en el conjunto italiano consiguió levantar cuatro Scudettos consecutivos siendo el mejor jugador del equipo nerazzurri. Tras ganar el último título decidió colgar las botas y ser el segundo entrenador del Inter de Milán de José Mourinho, con el que consiguió el triplete.

La estrella portuguesa se retiró, se apagó, pero sus incursiones por la banda, sus recortes, bicicletas, fintas, quedarán en la memoria del espectador que, colores al margen, pudo disfrutar de la magia del luso, quizá el mejor extremo que haya dado el fútbol en su historia.

Así era Luis Figo, un poeta en la banda.

Fotos interiores: UEFA - Mundo Deportivo y Sport