Ancelotti llegó al Madrid y desde su presentación dejó claras sus intenciones. Quería que ‘su’ Madrid jugara como la gente exige y ha exigido desde siempre, con un fútbol vistoso, ofensivo y valiente a la par que eficaz. Para ellos Carlo contó con una fantástica plantilla a la que decidió darle más variantes ofensivas con sus incorporaciones. Así llegó Isco, mediapunta que había cuajado dos grandes temporadas en el Málaga y se había salido en el Europeo sub 21. Un ‘jugón’ que derrocha calidad y fútbol por los cuatro costados. Más ofensiva que la apuesta por el malagueño fue la de Bale. Florentino fue a por él como guinda del pastel y el galés hizo el trayecto Londres-Madrid para aportar una gran cantidad de goles a la entidad de Concha Espina. Ante que el galés llegó Illarramendi, el fichaje menos ofensivo de los tres y que tenía la misión a corto plazo de ir integrándose en el equipo para a medio-largo plazo ser el sustituto de Xabi Alonso.

Además de los tres fichajes el Madrid incorporó a su primera plantilla a varios canteranos, que al igual que las tres altas han ofrecido rendimientos dispares. Por un lado Casemiro realizó una gran pretemporada, pero no logró tener minutos durante el año. Carvajal hizo el regreso más triunfal con permiso de un Jesé que derribó la puerta del primer equipo.

Illarramendi: nivel medio en su año de aclimatación

El exjugador de la Real Sociedad llegó al club blanco tras llevar varias temporadas en primera división. A pesar de no haber ‘explotado’ ni sobresalido especialmente, el Madrid lo fichó tras realizar, al igual que Isco, un gran Europeo sub21. Zidane y compañía vieron en Asier un jugador con características parecidas a las de Xabi y no dudaron en ir a por él, a sabiendas de que a Alonso no le queda mucha cuerda y necesita un relevo. Pese a tener 24 años, el fichaje de Illarra puede clasificarse como un fichaje a medio-largo plazo. Las intenciones del club blanco eran que el jugador se aclimatara a jugar en un club con una gran presión y muy exigente, para una vez asentado empezara a darle relevo a Xabi progresivamente hasta convertirse en su sustituto natural.

Su temporada puede clasificarse como suficiente raspado. El Madrid desembolsó más de 30 millones en un jugador que en su primera temporada ha dejado más sobras que luces. Ha jugado un total de 2480 minutos repartidos en 49 partidos, por lo que no se puede decir que Ancelotti no haya confiado en él. Illarra ha jugado en varias demarcaciones, aunque siempre en el centro del campo, su ‘hábitat’ natural. Dentro del 4-4-2 y 4-2-3-1 (sistemas con doble pivote) fue compañero en la medular de Modric y posteriormente de Xabi en algunos partidos. En el 4-3-3, sistema más usado por Carletto, ha jugado como pivote sustituyendo a Xabi y de interior, haciendo lo propio con Modric o Di María. En ninguna de esas posiciones ha brillado, aunque sí ha cuajado muy buenos partidos, manteniendo un nivel medio en casi todos los encuentros disputados.

Bale: poco constante y participativo pero goleador y decisivo

Era el fichaje estrella de la temporada, el sueño que Florentino persiguió hasta conseguirlo. El galés llegó con el mercado cercano a su cierre y tras no hacer pretemporada. Esa falta de pretemporada más el estrés sufrido por cerrar su fichaje por el Madrid hicieron que Bale llegara fuera de forma y con tendencia a lesionarse. Su primeros meses como jugador blanco estuvieron marcados por lesiones, molestias y bajo nivel de forma física. Pese a ello Ancelotti le dio toda su confianza, sacó a un inspiradísimo Di María y lo colocó a él en banda. Así, poco a poco, Bale fue cogiendo un tono físico adecuado y a mostrar algunas de sus características como jugador, algunas virtudes y también algunos defectos. El galés tenía un idilio permanente con el gol pero no conseguía integrarse en el modelo de juego de Ancelotti. Apenas participaba en el juego, pecaba de individualismo y no defendía.

Sin embargo, Bale continuó marcando y muchos de esos goles fueron decisivos, como el logrado en la prórroga de la Final Copa del Rey ante el Barça que dio el triunfo al cuadro blanco y el conseguido en el mismo momento en la Final de Champions ante el Atlético. Durante su primera temporada de blanco ha sido titular indiscutible, jugando un total de 44 partidos y más de 3300 minutos y marcando una gran cantidad de goles.

Su temporada puede considerarse como ‘suficiente’ o ‘bien’, pero Bale ‘ha tocado fondo’, un fondo con poca profundidad pues con numerosos factores en contra (nuevo estilo de juego, no hacer pretemporada, lesiones, nueva liga, nuevos compañeros…) ha sido capaz de ofrecer muchas cosas al equipo. Su proyección y progresión no parece tener techo y a buen seguro que en la temporada que acaba de comenzar se verá a un Bale más integrado, más constante a la par que igual de decisivo. Los 90-100 millones invertidos aún no han sido amortizados, pero Bale tiene tiempo y calidad en sus botas para hacer barata esa inversión, tal y como hizo Cristiano Ronaldo solo unos años antes.

Isco: evolución y maduración

El malagueño aterrizó en el club blanco con apenas 21 años y como una de las mayores promesas del fútbol español. Pero Isco no solo tiene un gran futuro en sus pies. El ex del Málaga también tiene un presente encomiable. Tras ser desechado en el filial del Valencia, Isco aterrizó en el club de su tierra. En el Málaga tuvo la oportunidad de jugar en primera y con la confianza de Pellegrini el jugador creció a pasos agigantados. Dos temporadas a un gran nivel y una Eurocopa Sub 21 en la que brilló por encima del resto de jugadores le dieron crédito suficiente para que el Madrid pagara unos 30 millones por él. Abalado por Zidane, Isco comenzó su andadura como jugador del Madrid con buen pie. En sus primeros partidos dejó muchos detalles, marcó varios goles (algunos decisivos) e incluso fue comparado con Zizou. Pese a ello su nivel estaba muy lejano del mostrado con ‘La Rojita’ y con el Málaga. Isco no aparecía con regularidad, no era constante en su juego y los goles marcados no parecían ser crédito suficiente para que Ancelotti lo mantuviera en el 11. Carletto buscaba un equipo más equilibrado y cambió al 4-3-3, sistema que se cobró en el malagueño su primera víctima. Tras esto, Isco comenzó a pulir defectos, a mostrarse como un jugador más polivalente actuando como falso nueve, como interior o como extremo y a volver a ganarse la confianza de Carletto que lo tuvo en sus planes durante el resto de la temporada.

La evolución del malagueño queda perfectamente evidenciada en dos partidos, y ambos de capital importancia para los intereses del Madrid. En la final de Copa, ante el Barça y con la baja de Cristiano, Ancelotti cambió a un 4-4-2 con Bale y Benzema en punta. Isco, con la baja del crack portugués, tuvo su oportunidad partiendo desde la banda izquierda y mostró que también sabe sufrir y trabajar en defensa, además de seguir mostrando su calidad cuando el balón pasaba por sus pies. Isco cuajó un gran partido, tanto en defensa como ataque y se terminó de ganar la confianza de Ancelotti y su cuerpo técnico. Unas semanas después repitió titularidad en un gran escenario y volvió a ser muy importante para los intereses de su equipo. El Madrid volvía a jugar las semifinales de la Champions League y recibía en el Bernabéu al equipo más en forma y temido de Europa, el Bayern Múnich. Isco volvió a brillar y se consagró como un jugador tremendamente importante para el equipo. Unas semanas después volvió a jugar otro partido trascendental, la final de Champions. Su entrada al campo, junto con la de Marcelo, empujó a un Madrid que terminó de asediar el área de Courtois, empatar y rematar la hazaña ganando en la prórroga y consiguiendo su décima Champions League.

El Madrid invirtió unos 30 millones en un jugador con presente y gran futuro. Isco dio al conjunto blanco un punto de desequilibrio muy necesario en muchos partidos. En otras ocasiones no dudó en ponerse el mono de trabajo para defender los intereses de su equipo. El Madrid, por su parte, ha hecho del malagueño un jugador mucho más completo y maduro. Ancelotti ha confiado mucho en él (ha sido el jugador que más partidos ha jugado a lo largo de la temporada con 53 encuentros disputados) y el malagueño ha respondido a la confianza creciendo como jugador.

Carvajal, Casemiro y Jesé: blanco, negro y gris

Además de Isco, Bale e Illarramendi, el Madrid ha incorporado esta temporada a tres canteranos. El rendimiento de los tres ha sido muy dispar pero la apuesta de Ancelotti por jugadores jóvenes y de la casa ha salido muy bien. Carvajal volvió de Alemania maduro y asentado como un lateral de enorme proyección. Comenzó compitiendo con Arbeloa por un puesto, pero terminó siendo el dueño indiscutible del carril derecho. El Madrid tiene en Dani un lateral para la próxima década y su rendimiento en su primera temporada como miembro del primer equipo ha sido sobresaliente.

Si Carvajal ha sido la buena noticia, Casemiro ha sido la mala. El brasileño, tras brillar en pretemporada, apenas ha gozado de minutos y confianza. Tiene muchas papeletas para salir, pero el Madrid, consciente de su potencial, se asegurará poder volver a contar con él en el futuro. Su participación ha sido testimonial, aunque fue muy importante en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Champions ante el Borussia.

Entre el lateral y el mediocentro se encuentra Jesé. El canario, la perla de La Fábrica, comenzó viviendo sus primeros partidos como jugador del primer equipo desde la grada. Pese a ello el canterano no se rindió y comenzó a aprovechar las pocas oportunidades que le fue dando Ancelotti hasta ser un jugador muy útil en la plantilla. Llegó a disputarle el puesto a Bale, e incluso hubo momentos de la temporada en los que el canario estuvo mucho mejor que el galés. Jesé aportaba desequilibrio y mucho gol, ya fuera partiendo desde el banquillo o desde el 11 inicial. Jugador número 12 o 13 y primer recambio ofensivo del equipo vio truncada su proyección con una inoportuna lesión ante el Schalke 04.