Vuelta a casa y a las buenas vibraciones. El Real Madrid regresó al Bernabéu con el 9-1 al Granada aún en la retina, pero con la sufrida victoria en Vallecas contra el Rayo como advertencia. El compromiso vital contra el Atlético de Madrid en Champions League asoma a la vuelta de la esquina, y Ancelotti optó por rotar; el experimento le salió a derechas ante un Eibar inofensivo y con más fe que juego. Ronaldo, Chicharito y Jesé fueron los autores de los tres goles que decantaron la contienda del lado local.

La calma que precede a la tempestad

La tarde en el Bernabéu comenzó con un once atípico por parte de Carlo Ancelotti. Arbeloa, Illarramendi, Jesé y Chicharito entraron en el equipo titular con la intención de dar descanso y suplir bajas con garantías, aunque soportando el siempre presente peso de la duda cuando los titulares no están sobre el verde. En el otro bando, el Eibar estuvo arropado por una fiel afición que ocupó animada y llena de fe su sector correspondiente en el fondo norte.

Haciendo valer sus galones de local, el Real Madrid dio el pistoletazo de salida marcando el tempo del choque. Los blancos rondaron el 80 % de posesión en los primeros compases y trataron de generar peligro en el área armera arrancando desde las bandas, pero Irureta no se vio obligado a intervenir. El Eibar, por su parte, optó por organizar una retaguardia disciplinada y solidaria con el objetivo de aprovechar contraataques con Del Moral y Capa como principales balas.

Fin de la tregua

La triple ocasión fue la antesala de la primera dentellada madridista. En el minuto 21, Ronaldo dispuso de un libre directo de esos que tienen un sabor dulce para el ariete luso: centrado, con una distancia suficiente para que el balón haga las diabluras que la bota le dicte y finalmente se introduzca en el marco rival. Cuando el '7' vikingo ejecutó la falta, el Bernabéu vio cómo un lanzamiento poco ortodoxo y a media altura se envenenó hasta enloquecer a Irureta, que no vislumbró la trayectoria del travieso balón y solo pudo hacer un inútil escorzo. El primer gol blanco llegó para alivio de Chamartín, y lo hizo con un arte que parecía haber olvidado su goleador por excelencia.

Ronaldo recordó el arte de los libres directos con un gol en el que el esférico desquició a IruretaAl igual que ocurrió contra el Granada, el calor del público y la liberación de las cadenas del 0-0 animó al Real Madrid y avivó el fuego de la escuadra de Ancelotti. Isco, Modric e Illarramendi manejaron a su equipo con comodidad y profundidad, encontrando huecos en una defensa armera que echaba de menos un mayor hermetismo. Así, Ronaldo rozó el doblete cuando recibió un pase desde la derecha de Chicharito al contraataque, pero a pesar de disparar a puerta vacía no logró conectar adecuadamente con un esférico al que llegó demasiado apurado.

Un regalo del cielo

El dominio vikingo se reforzó con el avance del reloj, sustentado en el control del centro del campo y el predominio del juego ofensivo, que ahogó al Eibar en su campo como una víctima fácil. La trama de la contienda cada vez era más adversa para los visitantes, hasta que en el minuto 31 Chicharito se reivindicó a ojos de Ancelotti con un testarazo matador tras un centro desde la derecha. La satisfacción de aprovechar las oportunidades que le son concedidas se reflejó en dos dedos agradeciendo al cielo el regalo en forma de gol y una afición coreando el nombre del menudo delantero mexicano. El '14', más creyente que nunca en lo divino y lo terrenal mientras vista el blanco madridista. Y con ello, el 2-0 iluminó el marcador del Bernabéu.

Chicharito se reivindicó con un preciso cabezazo, y miró a las nubes agradeciendo la ayuda divinaMurió la primera parte con una conclusión en la que el 3-0 fue más palpable que cualquier atisbo de reacción armera. Irureta consiguió blocar las balas de fogueo que siguieron acosando su portería, y un pobre Eibar sin respuestas redujo los daños en la medida de lo posible mientras el Real Madrid se desenvolvía con fluidez y confianza.

Jesé ruge contra la parsimonia

No cambió un ápice el guión de la historia de la batalla entre vikingos y armeros con la reanudación tras el descanso. El esférico siguió apreciando el tacto de las botas madridistas y se jugó a lo que los pupilos de Ancelotti quisieron. No hubo demasiados sobresaltos, pues jugar en estático con tranquilidad era un escenario ideal para el Real Madrid. Entre la calma, Modric tuvo en sus pies el tercer gol después de una buena jugada trazada por Marcelo y Jesé, pero su disparo demasiado centrado se topó con Irureta.

Ante la parsimonia reinante, ambos entrenadores realizaron cambios con distintas motivaciones. Ancelotti buscó premiar a tres jugadores insignia como Modric, Ramos y Marcelo con el aplauso del público, y les sustituyó por Lucas Silva, Pepe y Nacho respectivamente. Por su parte, Garitano buscó la garra en ataque de Piovaccari y la contundencia de Boateng para sostener su resquebrajado centro del campo, sacando del campo a Del Moral y Dani García.

La segunda mitad pasó a ser plana y más monótona que la primera, ofreciendo menos detalles que saborear para la afición madridista. El ataque del Eibar no existió y la sensación reinante era la de que el partido ya estaba decidido, lo que terminó de dormir las emociones.

La rabia con la que celebró el 3-0 Jesé reflejó la ambición de un jugador llamado a ser una pieza importanteEn el minuto 73, Chicharito dispuso de la oportunidad ideal para marcharse del Bernabéu con un par de tantos bajo el brazo. El delantero encontró un balón a placer en el corazón del área tras un nuevo bombardeo blanco, pero su disparo a puerta vacía rebotó en la afortunada defensa visitante. Sin embargo, la insistencia del Real Madrid tendría un último reconocimiento. Cuando corría el minuto 83, Jesé buscó su pedazo de gloria y con una jugada individual llena de potencia se escapó de la defensa para cruzar un disparo raso ante Irureta que transformó el 3-0. La rabia con la que celebró el tanto reflejó la ambición de un jugador llamado a ser una pieza importante en el equipo blanco tras recuperarse ya definitivamente de su lesión.

No quedó más fútbol que ofrecer en la recta final de encuentro. La victoria del Real Madrid fue, una vez más en el Bernabéu, contundente y con la autoridad del local que quiere hacer valer el poder de su feudo. El Eibar trató de contener la voracidad de su rival mientras pudo, pero cuando este se desató la escuadra armera pasó a ser endeble. Los goles de Ronaldo, Chicharito y Jesé redondearon una tarde en la que el Bernabéu, tras superar a una revelación como el Eibar, ya puede centrarse en la Champions League.

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