Todo pintaba de maravilla para el Real Madrid en Alemania. El conjunto blanco había conseguido un fantástico 3-0 en la ida en el Bernabéu ante el Borussia Dortmund, lo que les ponía con pie y medio en la siguiente fase, la semifinal, de la UEFA Champions League en la temporada 2013/2014.

En el Signal Iduna Park, Ancelotti decidió darle descanso a un Cristiano Ronaldo que llegaba justísimo físicamente al encuentro, reforzando la medular con Asier Illarramendi, para que junto a Modric y Xabi Alonso, además de las ayudas de Di María, sostuvieran el centro del campo merengue ante las acometidas del conjunto germano.

Pesadilla en el Signal Iduna Park

Empezó bien el partido, aunque se torció rápido. Penalti señalado, pero errado por Di María en los primeros compases. A partir de ahí, desbarajustes constantes y una realidad: el centro del campo hacía aguas y las miradas apuntaban a Illarramendi. El 1-0 llegó al filo del ecuador de la primera mitad, obra de Reus tras un fallo garrafal de Pepe, y disparó ligeramente las alarmas.

Pero el 2-0 en la recta final del primer acto las hizo saltar del todo. Y de nuevo, las miras se dirigieron hacia el de Mutriku. Si el central luso había cedido el balón a Reus en el primero, el mediocentro donostiarra hizo lo propio en el segundo. Illarra, que no estaba cómodo y perdía la posición habitualmente, intentó conectar de primeras con su defensa pero terminó regalándole el balón al rival. El resultado, un nuevo gol de Reus y la prórroga a tan solo un tanto, después del excelente botín de la ida.

El ex de la Real estaba sobrepasado. Los acontecimientos pudieron con él, y en los restantes diez minutos de primer tiempo se le vio tembloroso sobre el verde. Reaccionó Ancelotti, palpando cómo se encontraba su jugador, retirándole en el descanso. Illarra le dejó su sitio a Isco en el campo, y cedía al mismo tiempo la confianza que el italiano había depositado en él en el primer tramo de la temporada.

Nada no volvió a ser igual para Illarra

No volvió a ser nada igual para el de Mutriku. Su entrada era lo más natural en la final de la Champions, que sin embargo no disputó para darle cabida en un lugar que no era el suyo Ancelotti a Khedira, recién recuperado de una lesión que le había apartado del terreno de juego los anteriores seis meses.

Illarramendi apenas contó con oportunidades en la segunda temporada cuando Ancelotti tenía a sus piezas disponibles

En su segunda temporada, también con el técnico italiano, Carlo no remontó en su confianza para con Illarra. No contó con oportunidades de manera habitual, y tan solo de forma esporádica dando recambios para dosificar, o cuando algún compañero caía lesionado entraba en la rotación del técnico de Reggiolo. El donostiarra enlazó una fase de partidos consecutivos entre diciembre y enero, ante la plaga de lesiones, pero en los momentos cumbre, de nuevo se echaba mano de paliativos.

En las semifinales de la Champions ante la Juventus, o el compromiso de cuartos previo con el Atlético, fue Sergio Ramos el que se recolocó como mediocentro en una ubicación nada familiar para el camero, ante la falta de confianza de Ancelotti en las posibilidades de Illarramendi, la pieza natural para el esquema del italiano.

Al final, se ha resuelto todo para que Illarra deje de ser un ex realista, y se enfunde de nuevo la elástica de los txuri-urdin, tras dos temporadas en las que si bien tuvo un comienzo prometedor, desde aquel 8 de abril de 2014 su futuro dejó de pintar en blanco, para irse tiñendo de gris.