El fútbol suele ser tan maravilloso como inexplicable, tan efímero en el éxito y el fracaso que lo que una semana es sensacional, a la siguiente es absolutamente deplorable. Suele suceder que la fina línea que separa uno del otro es el resultado, pero existen casos en los que además de los guarismos positivos, cobran importancia capital el juego y las sensaciones que se transmiten. Y evidentemente en la convulsa actualidad del Real Madrid han entrado en escena muchas de esas volátiles variantes que marcan el rumbo de una plantilla confeccionada fundamentalmente para ganar, pero también para entusiasmar.

De entusiasmo e ilusión no se vive, pero evidentemente poseyendo ambas cualidades es mucho más factible que la gente te siga, te escuche. En el fútbol el entusiasmo suele ser esférico y en la complejidad absoluta de un equipo profesional con las enormes exigencias del Real Madrid, el discurso que transmite el entrenador es recibido de un modo u otro por los componentes de la plantilla dependiendo del punto de partida del mensaje. Evidentemente Rafa Benítez es un entrenador con sobradas garantías para hacer a un equipo campeón, pero parece muy posible que su mensaje táctico, cuidado como siempre al milímetro en el reparto solidario de esfuerzos, la reiteración del estudio del rival y el estricto posicionamiento propio, no fuera recibido con agrado por parte de unos profesionales que aceptaron de mala gana la sustitución de Ancelottti y, que jamás creyeron en el método de trabajo del técnico madrileño. Por ello el reparto de culpas y responsabilidades en el cese de un entrenador siempre es injusto, mucho más en el caso del Real Madrid, en el que sus jugadores deben estar a la altura independientemente del entrenador que los dirija. Como suele suceder la cadena se rompió por el eslabón más débil y Rafa se encuentra en Liverpool preguntándose aún, quién le ha echado, si los resultados, el juego, sus jugadores, o ese lado oscuro con nombre y apellidos que ha neutralizado hasta once caballeros Jedi durante su presidencia.

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Partiendo de este punto se pueden explicar algunos de los motivos del cese de Benítez, que nunca llegó a encajar con su plantilla. Y en el nuevo punto de partida en el que se encuentra el Real Madrid se identifican numerosas y curiosas paradojas que suelen repetirse en la historia de los equipos de fútbol. Con la llegada de Zinedine Zidane, un entrenador desconocido pero un histórico futbolista descomunal con una ascendencia de admiración brutal sobre los jugadores y la afición, se han recuperado de repente una serie de valores que parecían inexplicablemente perdidos. Resulta curiosa cuando menos la diferencia de predisposición para el esfuerzo, ahora todos están dispuestos a sacrificarse, a defender para poder recuperar el balón y atacar. Algo que no deja en muy buen lugar a los profesionales y que quizás se pueda entender un poco mejor partiendo del mensaje. Zidane ha llegado desde la luz con un mensaje de ilusión fundamentado en el droide BB-8 como principal arma. Y resulta que los jugadores han identificado que el citado robot rueda por el césped y tiene forma de balón.

Por la citada razón muchos han intuido en la primera y holgada victoria del Real ante el Deportivo, el despertar de la fuerza. Zidane es un reconocido caballero Jedi, que en su momento fue la gran esperanza blanca para derrotar al lado oscuro, pero no le bastará solo con BB-8 y Rey para llevar a buen término su trabajo. Precisará del apoyo de toda la resistencia y fundamentalmente de la inteligencia personal para reconocer e identificar el lugar en el que se encuentran las fuerzas del lado oscuro, que a diferencia de lo que muchos puedan pensar no se encuentran en la Ciudad Condal, sino en su propio equipo tanto en el manejo de los egos, como en su capacidad para entusiasmar. Y fundamentalmente en la más alta esfera del club, en la que Snoke sigue moviendo los hilos.

Sin duda todo dependerá de la capacidad de Zidane para resistir a la atracción hacia el lado oscuro, pero el primer partido como entrenador de Zizou invita a soñar con un despertar de la fuerza. El francés parece encajar en el papel de un Luke, que vuelve de su retiro, pero el problema es que en los últimos años, como en Star Wars, se han repetido en demasiadas ocasiones los guiones y son muchas las Estrellas de la Muerte que se han destruido. El lado oscuro de la fuerza con Snoke al mando construye cada año una Estrella de la Muerte que parece absolutamente invencible, y el Madrid de unos años para acá se parece demasiado a la Estrella de la Muerte, cada vez más poderosa, pero con idénticos puntos débiles a sus predecesoras.

Por ello será un ejercicio de prudencia muy loable el hecho de reconocer que el éxito y el fracaso en la vida, en la actividad profesional, lo divide una línea muy fina. Y que en el caso especial del fútbol cambia de un partido a otro. Por tanto será muy sensato no dar pábulo a todo aquel que con un solo partido haya encontrado la luz, pues en el siguiente encuentro puede encontrarse sumido en la más absoluta penumbra. Y tras este ejercicio de análisis y reflexión, dejar que el tiempo se convierta en el mejor crítico y analista de lo acontecido. Siendo absolutamente necesario enmarcar entre signos de interrogación lo que muchos quisieron ver en el debut de Zinedine Zidane en el banquillo madridista, porque si Zidane siempre fue la solución, bien nos podríamos haber ahorrado siete meses. Y enmarcado entre interrogaciones concluye este artículo de opinión: ¿El despertar de la fuerza?