El orgullo y la trascendencia de vestir la camiseta txuriurdin

Ser jugador de la Real Sociedad, llevar el escudo y los colores blanco y azul, es mucho más que estar en la nómina de la Real Sociedad; es mucho más que haber nacido en Gipuzkoa y pensar que llegar hasta el primer equipo es mérito suficiente para perpetuarse en él hasta su retirada. Ser de la Real es defender unos colores con orgullo, dar lo máximo en cada partido y, una de las cosas más importantes, hacer que los aficionados y, principalmente los más niños, se sientan orgullosos de su equipo.

El orgullo y la trascendencia de vestir la camiseta txuriurdin
La soledad de ser delantero en la Real Sociedad
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Por Iker Estala

En el propio patio del colegio, en los partidos que se jugaban en esos campos de fútbol improvisados, en donde las porterías eran dos jerseys apilados y cada uno elegíamos el nombre de nuestro ídolo, era habitual ver a los niños pelearse por ser Arconada, Satrustegui o López Ufarte. Un portero, un extremo izquierdo (como se llamaba por aquel entonces) y un delantero centro eran la referencia de toda una Real Sociedad histórica y campeona.

Habitualmente eran pocos quienes ante la oportunidad de ser delantero centro y marcar goles, lo que más gustaba a la mayoría, elegían ser porteros y recibir la mayoría de balonazos de los contrarios, pero la tentación de emular los vuelos de uno de los grandes porteros que ha dado la historia, era demasiado grande como para no probarlo alguna vez. Los puestos de extremo izquierdo y delantero centro, no obstante, estaban muy solicitados y era habitual ver discutir a tantos candidatos, por ser el único Satrustegui o López Ufarte.

Arconada y Satrustegui en Atotxa (Imagen: Mi Real Sociedad)

Sacar faltas, ser el referente en ataque, tener que pasarles el balón... eran los códigos internos y no escritos que regían estos "partidos" y que todos, completamente todos respetaban. Eran las estrellas del equipo, de la misma forma que los personajes en cuestión lo eran en el suyo, en la Real Sociedad.

33 años más tarde

Más de tres décadas después, la evolución que ha tenido el fútbol ha sido tan grande como mínima. Su globalización, el descubrimiento de estrellas mundiales, a los que se puede seguir desde todas las plataformas posibles, hace que podamos ver una camiseta del FC Barcelona o del Real Madrid en África o China pero, a su vez, la necesidad de los niños de querer emular a su ídolo sigue siendo la misma. La diferencia estriba solo en que ahora, su nombre, lo llevan escrito en la camiseta.

(Imagen: dredarmy.blogspot.com)

Y esos nombres ya no son ni Satrustegui, ni Lopez Ufarte, ni Arconada. Por suerte, la Real Sociedad ha contado con jugadores de referencia como Kovacevic, Nihat, Xabi Alonso, Bakero, Begiristain o De Pedro y han evolucionado al igual que lo han hecho los modelos de camisetas.

Cuando la Real bajó a Segunda División los más pequeños buscaron referencias fuera de Anoeta

Es verdad que hubo un tiempo en el que, con una Real Sociedad, sin alma y coqueteando con la Segunda División donde al final cayó, muchos chavales buscaron referencias lejos de tierras guipuzcoanas, principalmente en el Barcelona, y eran pocos quienes acudían a clase orgullosos de su camiseta txuriurdin. Lamentablemente, la mayoría quería ser Messi, Iniesta o Xavi.

El ascenso y la Champions League

El ascenso de Segunda División, la celebración por estar nuevamente en la categoría que la Real Sociedad jamás debió abandonar y, sobre todo, jugar la Champions League reconcilió al equipo con la afición, y en el corazón de muchos niños afloró el sentimiento txuriurdin, desterrando héroes lejanos y sin alma a quienes se habian unido por su poder mediático y fama.

Se agotaron las camisetas de la Real, los niños y niñas acudían a clase vestidos de blanquiazul y, nuevamente, no solo llevar su nombre a la espalda, sino también querían ser como los jugadores de la Real, como Griezmann, Agirretxe, Illarramendi o Pardo. Se sentían orgullosos de su equipo y de su club; se habían contagiado del virus txuriurdin.

El sentimiento hacia tus colores es así, no entiende de razones y es tan visceral como alegre y dañino, y una vez que te atrapa jamás se puede escapar de él. Los lunes son menos lunes si la Real gana, y como una losa si, como este pasado fin de semana, pierde no solo con estrépito sino haciendo el ridículo como lo hizo.

El sentimiento es algo más que intenciones y palabras

La actual Real Sociedad debe saber que está nuevamente jugando en el límite del lado oscuro, en esa situación en la que, derrota tras derrota, el equipo se va hundiendo en la indiferencia y en el reproche a unos jugadores que, a pesar de hacer declaraciones de intenciones para mejorar, no despiertan ya ni ilusión entre los propios aficionados. De ahí a que los niños y niñas, sin referentes cercanos, busquen héroes lejanos hay muy poco trecho.

El enésimo ridículo en Mestalla retrata a unos jugadores que no conocen la trascendencia de vestir la camiseta de la Real Sociedad

La destitución de Jagoba Arrasate y la llegada de David Moyes reverdeció la ilusión entre los aficionados pero, casi cuatro meses más tarde y a pesar de que los números del escocés son bastante mejores, la actitud y las aptitudes de los jugadores siguen brillando por su ausencia. El enésimo ridículo realizado en Valencia, la imagen de equipo pequeño mostrada, dista mucho de lo que hace muy poco era la Real Sociedad, por lo que los jugadores deben entender que está en ellos, y solo en ellos, compensar a los aficionados todas las tardes de sinsabores.

Ser de la Real no es vestir su camiseta, ni cobrar del Club, tampoco lo es haber llegado desde la cantera hasta el primer equipo y pensar que uno se va a retirar en él. Ser de la Real es mucho más que eso, es ser consciente de la transcendencia de vestir la camiseta txuriurdin, de saberse referente de niños y mayores, de transmitir unos valores y, por encima de todo, sentirse orgulloso y sudar la camiseta día a día, en entrenamientos y partidos. Independientemente de dónde haya nacido cada uno.