Se veía venir, quizás sea una manera informal de analizar la destitución de David Moyes, pero es la frase que más se ajusta al rendimiento ofrecido por el equipo desde que era entrenado por el escocés. Dos victorias con una de las plantillas más costosas de los últimos años se antojaban insuficientes para el club txuriurdin y para una afición que esperaba disfrutar de una temporada ilusionante.

Llegó para remediar el fiasco organizado por Jagoba Arrasate. Las exigencias eran mínimas, a poco que se mejorase la valoración del escocés sería positiva. Se tardó en ver la mano de David Moyes, que basó su planificación de temporadada en armar una defensa contundente, Iñigo Martínez y Rulli fueron los mejores valedores del escocés, que consiguió asegurar la permanencia sin exhibir ni juego ni ideas, unicamente unos escasos resultados que permitieron a la Real seguir en Primera División una temporada más. Lo más recordado de esta etapa fue sin duda cuando fue expulsado en el duelo frente al Villarreal en Copa del Rey, y se sentó en la grada donde se puso a compartir snacks con los aficionados. A todos nos hizo gracia el bueno de David. 

Nadie dudó del escocés, se asumía que Moyes necesitaba tiempo para hacerse con una plantilla diseñada por su predecesor, así como tiempo para acostumbrarse a una liga desconocida para él. La Real terminó en 12º posición en la tabla (11 puntos por encima del descenso). Salvados los muebles, llegaba el momento de evaluar a Moyes. 

Loren y Aperribay cedieron a todas las peticiones del escocés, y el mercado estival reforzó todas y cada una de las posiciones que el escocés creía necesarias. Llegó Jonathas para reforzar la delantera, Bruma como jugador de banda, Illarramendi para reforzar el centro del campo y Diego Reyes para cerrar una línea defensiva más que interesante. Las piezas estaban dispuestas sobre el tablero, el aficionado txuriurdin soñaba con volver a Europa, con medirse con los grandes y con una temporada ilusionante.  

La temporada de Moyes recordaba a la de Jagoba

La tempordada 15/16 empezó mal y terminó aún peor. Sucesivos empates y alguna que otra derrota sirvieron para que poco a poco la afición fuese perdiendo la fe en el escocés. ¿El rasgo más característico del equipo? Una posesión absurda. La Real tenía el balón, pero en zonas en las que era totalmente inofensivo, las jugadas carecían de profundidad, y los goles no llegaban si no era de la mano de Agirretxe. Se ganó frente a Levante y Granada, bien. Dos equipos flojos y a los que se presupone por debajo del nivel de la Real. Frente a Sporting, Deportivo, Betis, Espanyol el equipo fue incapaz de ganar, de mostrarse sólido, con soluciones sobre el campo. ¿Las sensaciones? Las peores, recordaba a la etapa de Jagoba. La puntilla tuvo que dársela otro recién ascendido, la UD las Palmas. Un equipo flojo, sin grandes nombres, pero que necesitó poco para derrotar al cadaver andante en el que se había convertido la Real. 

Se ha tenido paciencia, se le dio todo lo que pidio y ahora con un finiquito que ronda los 2 millones de euros, David Moyes vuelve a Inglaterra tras fracasar en España. El próximo que se siente en el banquillo de la Real tiene ante si una tarea titánica: devolver la ilusión a equipo y aficonados. No será fácil, pero para empezar toca devolver a la vida a un equipo moribundo.