Rukavina llegó a la capital de Castilla siendo un completo desconocido. En principio, los aficionados supusieron que su fichaje se debía más a un capricho de Miroslav Djukic que a la necesidad de reforzar una línea defensiva tan sólida como con la que contaba el cuadro albivioleta, después de que Mikel Balenziaga, Jesús Rueda, Marc Valiente y Carlos Peña demostraran sus grandes cualidades a la hora de repeler las acciones ofensivas de cada uno de sus rivales. No obstante, el técnico balcánico le conocía a la perfección tras su periplo en el combinado nacional serbio. Sin ir más lejos, el lateral de Belgrado fue uno de los 23 elegidos para acudir a la cita del Mundial de Sudáfrica disputado en el año 2010, donde nuestro país se alzó por primera vez con la gran corona que le faltaba para seguir haciendo historia en el deporte rey.
Sus primeros pasos
El '2' blanquivioleta empezó a labrarse un nombre en Serbia, concretamente en el FK Bezanija, un conjunto donde permaneció a lo largo de cinco campañas en las que deleitó a la hinchada local merced a su talento innato y su capacidad de colocación en el terreno de juego. Sus prósperos cursos futbolísticos le permitieron arribar en el Partizán, un equipo con mayores garantías de éxito y en el que se presuponía que podría madurar tanto a nivel individual como colectivo. Aun así, tras brillar en ciertos momentos en la ciudad que le vio crecer se marchó en calidad de cedido a tierras germanas, en concreto al Borussia Dortmund, una potente escuadra en lo que hace alusión a su historial y que estaba empezando a emerger de nuevo para disputarle de tú a tú al Bayern de Múnich la hegemonía que había conseguido en Alemania.
Una vez que el periodo de aclimatación al estilo y a la manera de entender el fútbol en el territorio teutón fue completado con éxito por el futbolista balcánico, su falta de continuidad y la escasez de minutos con la que contaba en el Borussia le hizo replantearse su situación para buscar una salida lo más amistosa posible. Su intención era encontrar un equipo que se interesara plenamente en sus servicios, junto con el hecho de que le ofrecieran una propuesta lo suficientemente interesante con la intención de ganarse la titularidad merced a sus principales cualidades en el campo. El TSV 1860 Múnich pujó fuerte por él y obtuvo su cesión en el periodo invernal de fichajes del curso 2008/2009, permaneciendo por lo tanto en la Bundesliga debido a que podía ser un gran escaparate para él llegado el momento de participar con su selección en los grandes envites internacionales que disputaría en las siguientes semanas.
En esta nueva aventura en el campeonato doméstico germano se sintió realmente afortunado y agradecido por la oportunidad que había conseguido, puesto que volvió a conseguir la confianza y la autoestima que son tan imprescindibles para un deportista de élite a la hora de afrontar cada uno de los importantes compromisos que tienen marcados en su apretada agenda. Tres años y medio fueron los que estuvo Rukavina en Múnich, una etapa que marcaría un antes y un después en la trayectoria tanto personal como profesional del zaguero y que le permitió rememorar los espléndidos momentos que vivió en su día durante sus inicios en el FK Bezanija. Sin embargo, la posibilidad de aparecer en una competición tan llamativa y sugerente como la Primera División española le hicieron no dudar ni un instante en coger ese tren portando un billete que, por ahora, tan sólo ha sido de ida.
Consagración en Pucela
Los números de Rukavina en su primer curso luciendo la casaca blanquivioleta hablan por sí solos
Su llegada a orillas del Pisuerga se produjo sin ningún toque mediático, con la misma humildad y sencillez que le han hecho ir creciendo a lo largo de sus varias etapas en el mundo del balompié. Su compatriota Miroslav Djukic fue su gran mentor y su principal aval para que el cuadro presidido por Carlos Suárez tomara la decisión de contratarle en el verano de 2012 y firmarle un contrato para los tres próximos años. Hubo varios equipos que se interesaron firmemente por hacerse con los servicios del jugador serbio, entre los que el Rosenborg realizó por él una oferta más que interesante. Sin embargo, Antonio Rukavina tenía decidido desde hace mucho tiempo cuál sería su próximo destino porque su intención era clara: quería engrandecer su figura en una competición prestigiosa y reconocida como la Liga BBVA.
La figura de Juan Ignacio
El fichaje del técnico alicantino iba a suponer una serie de cambios en cuanto al planteamiento táctico y, sobre todo, a la manera de plasmar su idea futbolística dentro y fuera del campo en comparación con su predecesor, Miroslav Djukic. Aun así, el cambio de entrenador no parecía afectar en principio al liderazgo y a la posición de Antonio Rukavina en el flanco diestro de la línea defensiva de cuatro dentro del campo. De hecho, el serbio ha sido uno de los intocables de Juan Ignacio Martínez en el desarrollo de los doce primeros compromisos de la Liga BBVA.
Su presencia no está siendo tan determinante como en la pasada temporada, pero por ahora ha disputado 1.080 de los 1.170 minutos que ha habido en juego. Es el cuarto integrante del cuadro pucelano que más tiempo ha estado en el interior del tapete, siendo Jesús Rueda el líder de los blanquivioletas en este sentido al haber actuado en todas y cada una de las citas de este curso futbolístico. No obstante, su supremacía en las alineaciones del ex del Levante fue puesta un poco en entredicho en el duelo del domingo anterior en el Estadio de Mestalla, el cual finalizó con un empate a dos tantos entre valencianistas y vallisoletanos. Lo más destacado del partido, en lo que hace alusión al papel de Rukavina dentro de la escuadra castellana, fue su suplencia y el hecho de que no participó en el choque por una mera decisión técnica.
A pesar de no disponer de la oportunidad de vestirse de corto en el enfrentamiento ante el conjunto ché, contando también con la notable actuación que tuvo Alcatraz a orillas del Mediterráneo, se prevé que su rol en el Pucela seguirá siendo fundamental e imprescindible de cara a que los pupilos de Juan Ignacio se mantengan un año más en la categoría de oro del deporte rey a nivel nacional. Porque Antonio Rukavina continúa siendo la estela de los Balcanes que consiguió encandilar a propios y a extraños desde su aparición en la capital de Castilla.
Fotos: Wikimedia Commons // Real Valladolid // El Día de Valladolid