Llegó la hora de la verdad. Tras 15 jornadas disputadas, el Real Valladolid afronta uno de los partidos más importantes de la temporada. En la otra esquina del ring, espera un complicado contendiente. El resultado, aun no siendo definitivo para el total del campeonato, dictaminaría el devenir del conjunto blanquivioleta. Tres puntos de diferencia, entre el ser y no ser, pues las garras del descenso son afiladas, y el terminar el año sumido en el pozo de la clasificación, ahogaría la moral albivioleta, ya de por si maltrecha.

El conjunto de Juan Ignacio Martínez encara el choque ante el Celta de Vigo, situado en el decimoctavo lugar de la Liga BBVA, con los mismos puntos que el Almería, inmediatamente por detrás de los castellanos. Por su parte, los pupilos de Luis Enroque se encuentran en la decimocuarta posición, tres por encima de su rival del lunes. La situación, al igual que las últimas temporadas, es de igualdad máxima en la zona baja de la tabla. Hecho que se demuestra con este encuentro, ya que una victoria pucelana serviría para dar caza a los gallegos, abandonando los odiados puestos de descenso.

El balón, juez del partido

Casualidades de la vida o no, Real Valladolid y Celta de Vigo comparten una serie de similitudes. Ambos conjuntos ascendieron la misma temporada desde Segunda División, ejerciendo un estilo de juego característico: con el balón, por estandarte. Y también lograron salvarse, aunque los vigueses con mayor tensión que los pucelanos. Este mismo encuentro, en la campaña pasada, se convirtió en una final para el bando visitando. Ahora, el caso es a la inversa, con un Pucela jugándose los cuartos.

Aquel choque tuvo como vencedor al equipo que más necesitaba la victoria, el Celta. El lunes, en Zorrilla, será el Real Valladolid quien debe salir en búsqueda de una victoria que corte la racha de cinco partidos seguidos sin saborear las mieles del triunfo.

El Real Valladolid encadena 5 partidos sin ganar

Un encuentro en el que se presenta vital la posesión del esférico, pues es ya conocido el amor que tienen los dos equipos por el balón, basando su juego en él. Si bien, el Real Valladolid no ha logrado alcanzar su cenit de juego, haciendo intrascendente el control que ejercen sobre la posesión, sin causar peligros a los rivales y dejando excesivas puertas atrás para los delanteros. Respecto al Celta, la dinámica es diferente. Tras un inicio de Liga dubitativo, encadenando demasiadas derrotas y partidos sin vencer en Balaídos, logrando su primera victoria en tierras gallegas la pasada jornada. Para más inri, también doblegó al Athletic de Bilbao en Vigo, demostrando que las tornas se han invertido en el noroeste de España.

El Celta venció al Valladolid la temporada pasada en Zorrilla, encarrilando la permanencia que logró in extremis (Foto: Marca).

La victoria, entre ceja y ceja

Sin embargo, el Real Valladolid no se amilana. Tras la dura derrota ante Osasuna, y sucumbir en el Santiago Bernabéu ante el Real Madrid de Gareth Bale, los ojos de jugadores y técnico se centraron en el enfrentamiento ante el Celta. Dejando atrás el frío empate frente al Rayo, el que será el penúltimo partido del 2013 se presenta esencial, por varios aspectos.

En primer lugar, cortaría la sangría de puntos perdidos en Zorilla, donde los pucelanos tan solo han sido capaces de vencer una vez en toda la temporada. Significaría también la vuelta a la senda del triunfo, y la correspondiente moral a un vestuario que poco a poco va notando la dificultad de la Primera División. Y es que, la plantilla del Real Valladolid está notando una excesiva pérdida de confianza en sus capacidades, algo que recuperaría de doblegar a un rival directo como el Celta. Tres puntos que servirían para darles caza, saliendo de los puntos de descenso, y acercando la cifra de 20 puntos, que citó Óscar González. Tan solo harían falta vencer en un encuentro más, y empatar los dos restantes, para alcanzar los 20 en la primera vuelta, algo que contentaría a la plantilla blanquivioleta.

Mariño, ante su pasado

El partido tendrá una carga extra de motivación para Diego Mariño, vigués de nacimiento y groget de adopción. El meta gallego abandonó su tierra natal con temprana edad, para recalar en las filas del Villarreal, antes de aterrizar bajo el marco de Zorrilla. En una entrevista realizada a El Faro de Vigo, el guardameta albivioleta comentó que será especial para él, puesto que tendrá en vilo a sus amigos y familiares, al enfrentarse al equipo de su tierra.

Siguiendo el hilo de la importancia del partido, el propio Mariño reconoció que será una verdadera final, puesto que el choque puede marcar un antes y un después en la trayectoria pucelana, al medirse con un rival directo.

Una auténtica prueba de fuego para los de Juan Ignacio, quien también podría estar jugándose el puesto, aunque las maltrechas arcas pucelanas impiden el realizar cualquier tipo de despido antes de tiempo. Las espadas estarán en todo lo alto, con dos equipos que arañan punto a punto, en busca de los ansiados 42 que “garantizan” la permanencia. De nuevo, un Real Valladolid – Celta de Vigo, será una final.

Mariño celebra el tanto local en Zorrilla. (Foto: Real Valladolid).