La historia de Joaquín Caparrós es la de un ganador innato, de un preparador que conoce todas las ramas del fútbol y todas las herramientas para exprimir al máximo a sus equipos. Tras una exitosa carrera, pasando por diversos puntos de la geografía española, tanto norte como sur, arribó en verano a orillas del Turia, para dirigir al Levante, conjunto que a priori se asemejaba a sus características.
Recursos utilizados al máximo
Su inicio fue dubitativo, con baches en el camino que cuestionaron su continuidad, trabas que no le impidieron desarrollar desde el principio de Liga sus ideas. Ahora, tras seis encuentros sin conocer la derrota, ha logrado la continuidad necesaria para tener en su mano la permanencia granota, principal objetivo de la temporada, y comenzar a plantearse cotas mayores, que ya no son desconocidas en Orriols.
Muchos son los encuentros que su equipo ha logrado sacar adelante con resultados cortos, con tanteos de marcador que no superan los dos goles, y que no hacen otra cosa sino ratificar su idea y concepto de fútbol. La intensidad y seguridad defensiva se han convertido en las principales armas de Caparrós, convirtiendo al Levante en el equipo aguerrido y físico que es hoy en día, siempre muy complicado de batir.
Madera física para la medular
Una de las principales características del Levante de Caparrós, es el centro del campo que despliega cada domingo sobre el césped. Dos jugadores de extrema capacidad física, como son Simao Mate y Pape Dios, a los que se sumará Momo Sissoko, tras un giro de los acontecimientos vivido un mes atrás.
La intensidad, lucha y brega que dota al centro del campo, imposibilita al rival jugar con comodidad, presionando hasta el extenuación y defendiendo con uñas y dientes. Además. Ambos jugadores se lanzan al ataque cuando es necesario, especialmente Diop, que ha alcanzado su máximo nivel ofensivo en la presente temporada, con goles de bella factura, como el logrado ante el Celta para dar los tres puntos a su equipo.
El legado de Juan Ignacio y su estilo
El choque del viernes enfrentará a Caparrós, a las órdenes del Levante; ante Juan Ignacio Martínez, que dirige el Real Valladolid. El técnico alicantino cambió de aires en verano en busca de nuevos retos en la ciudad que baña el Pisuerga, dejando atrás un exitoso bienio en Valencia. Aquel Levante, que llegó a jugar la Europa League, es el precursor del actual.
Dicho sea, Juan Ignacio puede considerarse como padre del actual equipo granota, ya que el estilo duro, aguerrido y poco vistoso ya empezó a ponerse en práctica cuando este lo entrenaba. Cabe decir, que Juan Ignacio trató de inculcar sus ideales de toque, pero el plantel que poseía no daba pie a ello, por eso optó por un estilo más tosco, que ha mantenido al Levante en la élite del fútbol español, alcanzando nivel europeo.
Es por ello que se pondrán en liza dos estilos diferentes, y bastante marcados. El del Real Valladolid, con un juego de toque en el que prima la posesión del balón como mecanismo de control del encuentro, ante el físico y de contraataque granota. Y el que más lo conoce, es Juan Ignacio, por lo que tendrá un as en la manga, que no dudará en utilizar. A pesar de ello, en frente aguarda Joaquín Caparrós, técnico que sin duda, querrá prolongar la dinámica positiva de sus pupilos y seguir, de nuevo, vivir venciendo.