Los pupilos de Rubén de la Barrera se enfrentan el próximo jueves a la UD Logroñés en el Estadio Municipal Las Gaunas, un escenario que en su momento acogió varios encuentros de la categoría de oro del deporte rey a nivel nacional, algo que la afición riojana ansía con volver a conseguir en un futuro no demasiado lejano. El conjunto rojiblanco está cuajando un gran año en el Grupo 1 de Segunda División B, donde se encuentra en el tercer puesto de la clasificación después de haber conseguido 56 puntos durante las 31 jornadas celebradas hasta la fecha.

Por lo que respecta al Real Valladolid B, señalar que el filial del Club presidido por Carlos Suárez tampoco está dejando indiferente a nadie desde que el esférico comenzara a rodar de manera oficial en la presente temporada allá por finales del mes de agosto. Los castellanos son muy conscientes de que el envite de esta semana contra los de Logroño es una prueba muy importante de cara a valorar el nivel desplegado hasta ahora por los de Pucela, sobre todo con la intención de garantizar cuanto antes la permanencia en la división de bronce del balompié en España. Para ello, deberán empezar por reponerse del varapalo sufrido la pasada jornada en el feudo del Coruxo FC, un adversario que doblegó al Promesas en el último minuto de la contienda.

Lo que nadie pone en duda es la igualdad y la tensión que habrá en todo momento en el partido que tendrá lugar en Las Gaunas, especialmente teniendo en cuenta el precedente de la primera vuelta entre vallisoletanos y riojanos. En dicho compromiso, el cual se desarrolló en los Anexos al José Zorrilla, ambos planteles firmaron tablas en el marcador tras un choque realmente vibrante y disputado desde el pitido inicial del colegiado. El Promesas salió muy reforzado por las positivas sensaciones que exhibió en todo momento en el terreno de juego, si bien es cierto que ese empate tuvo un sabor un tanto agridulce porque los de De la Barrera merecieron un botín aún mayor.

El partido a orillas del Pisuerga arrancó con el bando vallisoletano haciendo uso de su habitual filosofía de juego, es decir, mantener la posesión del esférico en todo momento con la intención de impedir que su rival pudiese imponer su estilo en el césped. No obstante, el Logroñés encontró rápidamente la clave para impedir que los pucelanos fueran capaces de practicar su fútbol alegre y dinámico, una táctica que consistió en llevar a cabo una incesante presión individual a cada jugador del conjunto liderado por Rubén de la Barrera. Pese a ello, el Promesas no daba su brazo a torcer y conseguía deshacerse poco a poco de la asfixiante presión ejercida por su oponente, equilibrando de esta manera la física batalla planteada por los hombres de Carlos Pouso.

La UD Logroñés probaba fortuna con envíos en largo que eran perfectamente repelidos por la pareja de centrales de los blanquivioletas formada por Iván Casado y Ramiro, quienes únicamente tuvieron problemas llegada la hora de sacar jugado el cuero desde atrás con el objetivo de conectar con la medular castellana. Amaro, antiguo inquilino de la familia pucelana, lo intentó con un lanzamiento que salió desviado, al tiempo que la respuesta del Real Valladolid B no se hizo esperar por medio de una triangulación entre Guille Andrés y Toni que a punto estuvo de suponer el primer tanto del encuentro, pero que no terminaría en buen puerto.

El plantel albivioleta seguía fiel a su filosofía de cimentar su control en el juego a través del manejo de la pelota, mientras que los rojiblancos buscaban con ahínco la manera de llegar de forma inmediata al arco custodiado por Julio Iricibar. Los primeros 45 minutos estuvieron caracterizados por una enorme intensidad desde que el esférico se puso en juego, aunque es verdad que daba la sensación de que faltaba un plus en lo que hacía alusión a la propuesta de sendos contendientes dentro del campo, principalmente con la idea de que las ocasiones de abrir la lata y decantar la balanza hacia uno u otro lado comenzaran a darse cita en la capital de Castilla.

El segundo acto arrancó tal y como se había desarrollado el primero

El segundo acto arrancó tal y como se había desarrollado el primero: el Logroñés esperaba ordenado y serio su oportunidad de coger desprevenida a la zaga blanquivioleta para salir con velocidad al contragolpe. Por su parte, el Promesas no renunciaba a la opción de conservar el dominio del envite a través del manejo del cuero, aunque los de De la Barrera eran muy conscientes de que debían buscar una variante en su estilo si deseaban resquebrajar la solidez defensiva de los pupilos de Pouso. Los riojanos no disfrutaron de muchas pérdidas de su rival para contraatacar con firmeza, aunque su ocasión se produjo a falta de media hora para finalizar el duelo, justo cuando Tití (que acababa de saltar al césped) cruzó el flanco diestro del ataque rojiblanco para acabar su jugada individual con un chut ante el que nada pudo hacer Julio.

La acción desafortunada para los pucelanos desató la euforia entre la parroquia visitante, pero su alegría duraría poco más de dos minutos, el tiempo que tardaría el Promesas en devolver la paridad al luminoso merced a una diana materializada por Guille. Jorge recibió el esférico en una posición idónea para hacer de las suyas con la magia que caracteriza al zamorano, lo que permitió que el delantero de Xátiva batiese a placer a Miguel sin que el guardameta del Logroñés pudiese hacer absolutamente nada por evitar que el balón se introdujera en el fondo de su portería. Este tanto motivó de lleno a los castellanos, sobre todo por el hecho de haber reaccionado tan rápido y verse capacitados de cuajar una remontada realmente meritoria.

El tramo definitivo del choque fue un toma y daca constante entre Real Valladolid Promesas y UD Logroñés, quienes demostraron que dos estilos tan opuestos para jugar al balompié pueden llegar a ser igual de válidos para cumplir sus respectivas metas. Sin embargo, la falta de acierto de los jugadores de ataque y la rigidez de los integrantes defensivos de ambos planteles hicieron que el electrónico no volviera a alterarse en los Anexos, registrando un empate a uno una vez que el trencilla señaló el camino hacia el túnel de vestuarios tras la disputa de los 90 minutos reglamentarios. Un punto que no disgustó a ninguno de los dos técnicos, aunque los de Pucela sabían a la perfección que habían estado muy cerca de haberse llevado finalmente el triunfo. ¿Podrán salir victoriosos de su visita a Las Gaunas este próximo jueves?