Los arranques ligueros nunca son fáciles, y menos en una competición tan igualada y dura como la Segunda División de nuestro fútbol. La derrota y el mal juego que el Real Valladolid se trajo de Córdoba en la primera jornada encendieron todas las alarmas. Dudas, reproches, recelo. Una corriente de escepticismo inundaba la prensa deportiva de la capital castellanoleonesa y es que este verano la ilusión que despertaba el equipo no era la de otros años. El fracaso del curso anterior y la austera política de fichajes no entusiasmaban al aficionado blanquivioleta y esa derrota inicial no mejoraba la situación.

Pues bien, con el primer encuentro en casa, en su bastión, en su José Zorrilla, las sensaciones ya son otra cosa bien distinta. El equipo comenzó el choque dubitativo, inseguro, recordando de hecho al fatídico encuentro inaugural en Córdoba, pero con el paso de los minutos supo reponerse y se hizo con el control del partido. No era un juego brillante ni arrollador, pero era otra cosa. La timidez y la inseguridad se iban dejando atrás para mostrarnos “otro” Pucela. La misma defensa que hace solo una semana fue un verdadero coladero, ahora transmitía bastante seguridad. Los jugadores de tres cuartos de campo que otrora ni la olieron, ahora comenzaban a entrar en contacto con el balón. Y si antes el peligro solo se veía en el área pucelana, ahora era al contrario.

Nada mejor que jugar en superioridad numérica 

El equipo vallisoletano estaba ofreciendo una mejor versión en esta segunda jornada -lo cual no era muy difícil-, pero hay que reconocer que el punto de inflexión de la noche, la circunstancia que terminó de declinar la balanza, fue la expulsión del defensor amarillo Chema Rodríguez por doble amonestación a los diez minutos del segundo tiempo. Con uno más sobre el verde y como era previsible, el Real Valladolid completó su mejoría. Encerró a los visitantes en su área y no dejó de intentarlo hasta que llegaron los goles.

Es justo mencionar también el papel del colombiano Mojica en la victoria. El velocísimo extremo, hoy lateral, esta vez sí tomó buenas decisiones, llegó con mucho peligro desde el flanco zurdo y fue protagonista en ambos goles: en el primero asistió y en el segundo originó la jugada en medio campo. Salió de refresco y cuajó una gran actuación. ¿Será titular la próxima jornada?

Villar ya hace las delicias de su nueva afición

Otro que ha destacado sobremanera es Juan Villar. El también extremo ha dejado un buen sabor de boca, qué duda cabe. Empezó en punta, que no es su posición, y cumplió, y en la segunda parte, ya en la banda derecha, rozó el sobresaliente. Si bien es cierto que su partido de presentación en Córdoba fue bastante desafortunado, hoy se mostró participativo, no paró de moverse, de pelear y estuvo enchufado cada vez que tocó el balón. Anotó el primer gol del encuentro, asistió el segundo y se erigió como un puñal por su banda. Tras liderar al Cádiz en 2ªB, ha llegado a la capital del Pisuerga para demostrar que la categoría de bronce ya se le quedaba muy pequeña. Será importante.