Diego Rubio, 25 años después del 'clan' de los chilenos

Como Colombia, Chile siempre ha ido de la mano del Real Valladolid. Los rasgos identitarios del equipo que hoy entrena Garitano han ido sedimentándose en un proceso histórico de renovación. Maturana y antes Cantatore fueron pioneros en introducir su cultura en el fútbol eminentemente castellano. Veinticinco años después de que José Luis Sierra, último guerrero andino pisara césped pucelano, la rueda del tiempo vuelve a instaurarse en el Zorrilla. Diego Rubio vino para hacerse con un puesto en la delantera, como lo hizo en su día 'Pato' Yáñez. ¿Se repetirá la historia?

Diego Rubio, 25 años después del 'clan' de los chilenos
Diego Rubio, 25 años después del 'clan' de los chilenos. (Fuente: Real Valladolid).
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Por Pablo Merino García

El mal endémico del Real Valladolid en lo que va de temporada está siendo la falta de pegada. La delantera no vive momentos lúcidos aunque las ocasiones que generan los centrocampistas son numerosas. Contra el Nàstic fue evidente las carencias del equipo pucelano en línea de ataque. Con el partido más que controlado y un Mojica inspirado, Rodri no dispuso de ocasiones para encajar el cuero entre los tres palos.

El delantero soriano no es el delantero idealizado por la hinchada ni por Garitano, pero éste tiene varias alternativas. Erick Moreno llegó a última hora con Pedro Tiba y, de momento, no ha gozado de más minutos que unos pocos al final del Oviedo-Real Valladolid de Copa del Rey. La opción más viable para el director técnico es Diego Rubio, un joven chileno-alemán llegado a Valladolid también al filo del cierre de mercado estival, procedente del Sporting de Portugal.

Diego Rubio con el Sporting de Portugal. (Fuente: Real Valladolid).

Diego Rubio es el quinto jugador chileno en enfundarse la blanquivioleta, y, de momento, uno de los menos prolíficos. En 65 minutos repartidos en tres partidos (siempre partiendo como suplente), ha generado una sola ocasión y en ningún momento ha mejorado lo hecho por el ex de 1860 Múnich ni lo poco visto del colombiano, que en tierras asturianas aportó ganas, fuerza y una corpulencia que recordó al todopoderoso Manucho.

Diego Rubio es el quinto jugador chileno en enfundarse la blanquivioleta

El Real Valladolid es un equipo que suele apostar por talentos extranjeros para conformar su plantilla. En los últimos años los latinos han cobrado fuerza, en detrimento de los africanos o los jugadores de Europa occidental. Este año, además de portugueses, cuenta con un crisol de latinos, en donde uruguayos, chilenos y colombianos bregan por dejar al equipo en Primera División. Históricamente, el conjunto afincado a orillas del Pisuerga ha sido caldo propicio para formar profesionales cafeteros como Higuita, Valderrama, o más recientemente Osorio, Alcatraz y el propio Johan Mojica.

'Pato' Yáñez, el delantero sin suerte

Los chilenos se quedan atrás en número, pero no en relevancia. Por orden cronológico, se encuentra Patricio Nazario 'Pato' Yáñez. El delantero de Valparaíso estuvo cuatro años en la capital de Castilla, en el lapso de la 82/83 hasta la 85/86. En su primera temporada en Valladolid consiguió la titularidad (26 partidos), muy disputada con el uruguayo 'Polilla' Da Silva. El chileno convirtió dos goles, por los cinco del charrúa en aproximadamente 300 minutos menos. Durante la 82/83 el jugador clave para la persistencia del equipo en Primera fue Fortes, con seis goles que permitieron a los de García Traid continuar en la división de oro. A tan solo cuatro puntos estaba la frontera que marcaba Las Palmas, descendido; y el Valencia, salvado, ambos con la misma suerte en el casillero.

Fuente: Todocoleccion.net

La temporada siguiente fue la más gloriosa en la historia del Club, en la que se alzó con el único título oficial que luce en su palmarés: la Copa de la Liga. Yáñez anotó cinco goles, por los 17 de un Da Silva incombustible. El Valladolid quedó en 14ª posición, pero vivió la etapa más épica de su historia contemporánea. El delantero de Montevideo compartió el pichichi con Juanito, por delante del hondureño más especial que transitaría después por las adustas estepas castellanas: Mágico González, quien, tan solo un año más tarde, haría las delicias de los aficionados locales portando la zamarra cárdena, fichado del Cádiz.

Para la 84/85, el cuadro dirigido por Redondo se quedó al borde del abismo, a tan solo un punto de descender a Segunda División (Málaga, Elche y Murcia). Jorge Alonso fue el máximo goleador del equipo (11 goles), mientras el 'Pato' Yáñez siguió en su línea de mediocridad goleadora, con cuatro goles, que sumados a los dos de un deslucido 'Polilla' Da Silva, fueron suficientes para asir el objetivo de la permanencia un año más.

Aravena, un año de goles y éxitos

Con Cantatore en su primera etapa, al frente del proyecto, el equipo volvió a tomar aire y se acomodó en una ecuatorial décima posición. En aquel plantel, Yáñez coincidió con un nuevo compatriota, Jorge Aravena. El de Santiago de Chile solo estuvo un año en la disciplina pucelana, un año que sería inolvidable. El centrocampista apodado 'El Mortero' convirtió 10 tantos, por los tres de su compañero en 400 minutos menos y en una demarcación más retrasada que la suya. Aravena jugó en los principales clubes del país andino, además de en el Deportivo Cali de Colombia, el Puebla mexicano, la Portuguesa de Brasil y el Real Valladolid.

Fuente: Cooperativa.cl

Coincidiendo en el tiempo con su estancia en la ciudad de Delibes, 'El Mortero' realizó uno de los goles más preciosos que se recuerdan. Según declaraciones recientes del exjugador: "Nadie ha podido hacer un gol mejor que ese". El tanto puso por delante a los chilenos frente a Uruguay en el clasificatorio para México 86'. Sin ángulo y sorprendiendo al cancerbero, el de Aravena es uno de los mejores goles vistos sobre un terreno de juego en partido oficial.

Óscar Wirth, a la sombra de Fenoy

Una temporada más tarde, por seguir con la dinámica de chilenos en el plantel pucelano, fue fichado el arquero Óscar Wirth. La marcha del suplente de Fenoy al CD Málaga, Rodri, obligó a fichar a un portero de garantías. El buen hacer de 'El Chino' -como le apodaron- en distintos equipos chilenos y en el Oberhausen alemán, posibilitó su llegada a un conjunto que buscaba la estabilidad tras la marcha de Cantatore. Fenoy siguió bajo los tres palos también al año siguiente, con la vuelta de Cantatore al mando, mientras Wirth esperaba su oportunidad en el banquillo. La 87/88 terminó con el Valladolid acariciando los puestos de UEFA, tan solo un punto por detrás del Barcelona. Cantatore, también chileno, se consagró como el mejor entrenador que ha pasado por la capital castellana.

Fuente: Futbolistas chilenos en álbumes extranjeros

Wirth recibió en total 16 goles, una cifra nada desdeñable, pero muy lejos de los números del meta argentino, que en su última temporada estuvo a pique de hacerse con el Trofeo Zamora, finalmente ganado por Paco Buyo. Wirth pasó más o menos desapercibido en Valladolid pese a ser un portero hábil, debido en gran medida a la seguridad que aportaba Fenoy defendiendo la escuadra. Su carrera terminó a mediados de los 90 en Perú y es padre del también portero Rainer Klaus Wirth, ex del Magallanes chileno y actualmente sin equipo.

Éxitos con el mejor chileno: Vicente Cantatore

El curso siguiente hubo ausencia de jugadores chilenos, pero ahí seguía Vicente Cantatore, torre inexpugnable de un Valladolid en alza que ésta vez quedaba sexto y jugaba la Recopa. El entrenador sellaría con su firma la página más gloriosa de la historia balompédica blanquivioleta y certificaría su doctorado como el chileno más relevante que ha pisado y pisará una ciudad que recuerda sus hitos como si fuesen cosa de antes de ayer.

El Real Valladolid terminó sexto y jugó la Recopa

El equipo en el 90 sufrió un cambio de aires abismal. La marcha de Cantatore y de Fenoy (substituido por el mítico Ravnic) marcaron un antes y un después en el devenir del club. Aquella campaña terminó con el Real Valladolid al borde del descenso (sacó dos puntos al CD Málaga), y con una situación turbulenta en los banquillos. Skoblar, Moré y Redondo de nuevo, tomaron las riendas del equipo, con la ayuda de tres compinches en el verde: Jankovic, Caminero y Minguela. Como no podía ser de otra manera, un hombre representaba a Chile en el pelotón pucelano: José Luis Sierra.

Fenoy fue uno de los mejores porteros que se recuerdan en Valladolid, además de por sus paradas, también por su capacidad goleadora (seis goles) y, como curiosidad, después de colgar las botas (o los guantes, mejor dicho), trabajó como encargado de supermercado.

José Luis Sierra: hemeroteca olvidada

Sierra fue un gran jugador tras su marcha del Valladolid. Disputó tres copas América, el Mundial Francia 98 y el calsificatorio para el Mundial de 2002. Marcó 120 goles en alrededor de 400 partidos y se convirtió en todo un icono en el fútbol chileno de los 90 y principios de la nueva centuria. Sin embargo, en España tan solo jugó un total de 180 minutos repartidos en tres encuentros, con un Valladolid desorientado tras la salida de su entrenador más célebre, con 29 fichas profesionales, tres preparadores en menos de un año y jugadores de talento desaprovechado como Amavisca o el propio José Luis Sierra.

Después de Sierra, no ha habido más chilenos sobre el frío césped del José Zorrilla. La 90/91 trajo consigo el cierre del mercado andino y la apertura del colombiano. Maturana abrió la veda para que hombres de la talla de Leonel en su primera temporada e Higuita y Valderrama en su segunda, destacaran en el plano futbolístico nacional. Veinticinco años después, en comunión esta vez, chilenos y colombianos se entiendan sobre el terreno de juego. Veinticinco años, que se dice pronto, para que un jugador procedente de Chile vuelva a portar el escudo pucelano en su pecho.